06

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Minho ; 17 años
Hyunjin ; 15 años

En que momento... —Minho dejó la frase en el aire, pensativo— ¿Cómo carajo puedes ser mas alto que yo si soy dos años mayor?

Hyunjin sonrió divertido.

— ¿Cómo carajo es que apenas te diste cuenta de que soy mas alto que tú si lo soy desde los doce?

Minho le dio un leve empujón, el pelinegro rió.

Pero su mirada se perdió en la camisa blanca del uniforme de Lee, notando unas pequeñas manchas en esta.

— ¿Qué te pasó? —preguntó con una mueca.

— ¿Qué?

— Tu camisa tiene sangre

El mayor miró esta alarmado.

— Ah... Me sangró la nariz hace un rato, creo que no he estado comiendo bien —dijo distraídamente, Hyunjin bufó.

— ¿Quién fue?

— Nadie

— ¿Y por qué tienes un moretón? —atacó el chico señalando el mentón del contrario, donde apenas se notaba una pequeña marca oscura.

— No eres el único que se tropieza cada cinco minutos —murmuró nervioso.

Hyunjin había adoptado su propia manera de cuidar a su amigo, siguiendolo a todas partes para que nunca tuvieran oportunidad de aprovecharse de él, pero aun así cuando menos lo notaba, Minho llegaba con heridas y moretones.

Y Hyunjin solo se dedicaba a sanarle cada que eso pasaba.

Resultaba triste saber que con quince años él ya sabía lo suficiente sobre aquel tipo de heridas y como sanarlas, ya sean de su mayor o suyas.

Pero todo tiene un límite, incluso Hyunjin el amable chico con el que todos se llevan bien, tiene sus limites.

— ¿En dónde se metió? —murmuró recorriendo los pasillos, preocupado.

Minho aceptaba el intento de protección que le daba Hyunjin siguiéndolo a todos lados, pues sabía que los idiotas que lo molestaban no se acercaban a él con Hyunjin cerca.

No por miedo, si no por que de alguna manera habían logrado ocultarse bastante bien por los últimos tres años para no ser delatados por el único defensor de Minho.

Y es que Hyunjin solo necesitaba tener pruebas de quiénes eran los responsables para contar todo y hacer que los expulsaran.

Pero ese día Hyunjin no encontraba a su mayor.

Y ese día sabrían que la reacción del menor no era como esperaban.

— ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar pegado a tu escudo humano, mariquita?

Un golpe, seguido de una risa.

Hyunjin apresuró su paso en dirección al pasillo donde se escuchaban murmuros y forcejeos.

— Responde mierda

El pelinegro sintió como un dolor en el pecho le quitaba el aire al llegar y ver como Minho estaba en el suelo arrinconado, recibiendo una patada de aquel chico que Minho tanto evitaba.

Por un segundo, Hyunjin no supo que hacer.

Pero ver como Minho era tomado por el cabello bruscamente, junto con la mirada aterrada que le dedicó al notar que estaba ahí, le hicieron reacciónar.

Solo recuerda haber corrido para apartarlo de su Minho, pero no sabe en que momento terminó sobre aquel chico, golpeándolo furioso.

— ¡Hyunjin! ¡Basta! ¡No!

Odio e impotencia que se habían acumulado silenciosamente, aumentando con cada burla, moretón, y sonrisas robadas de su preciado Minho.

Todo estaba saliendo por fin después de tres años de esperar a que aquello se detuviera.

Los golpes no dolían, la sangre en sus puños era invisible para él.

— ¡Hyunjin! ¡Hyunjin!

Minho consideraba al pelinegro la cosa mas inofensiva sobre la faz de la tierra.

Pero pudo presenciar como descargaba una rabia inexplicable a golpes y todo su concepto sobre él cambió.

— Basta Hwang, por favor, vámonos —suplicó Minho desesperado, quitando a Hyunjin de encima del chico.

El pelinegro planeaba ignorarle, pero apenas vio su rostro y lo asustado que estaba, se tranquilizó.

— ¡¿Qué hiciste idiota?! —reclamó Minho empujando al chico apenas y estuvieron lo suficientemente lejos del instituto.

— ¡Defenderte! ¡No pensaba quedarme viendo como te golpeaba!

— ¡Ahora se irán contra ti por tu estupidez!

— ¡No me importa!

— ¡Dejemos de gritar carajo!

Hyunjin sonrió divertido, pero en seguida se arrepintió quejándose de dolor al sentir como su labio ardía.

Minho miró su labio sangrando, molesto.

— Eres un idiota

— Creo que ya es tiempo de que este idiota te ayude

—  No, ellos te harán daño

— Eres tan... ¡Agh! —bufó— No te estoy pidiendo permiso, ¿Bien? Yo haré lo que quiera

Y sin mas lo tomó de la muñeca para arrastrarlo por las calles, ignorándolo, hasta llegar a su casa asegurándose de que entraba a esta para luego cruzar la calle e irse a la suya.

Podría decir que los golpes se debían a otra caída, ¿No?

SELFISH FEELINGS ┃𝐇𝐘𝐔𝐍𝐇𝐎Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon