Déjame Probarte, Ruby Jane.

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El instituto S.B.P. era uno de los más reconocidos en la ciudad donde se situaba. Allí entraban y salían estudiantes con capacidades de aprendizaje impresionantes, aunque algunos eran una excepción.

Jennie era una chica conocida por la mayor parte de integrantes de la institución; maestros, alumnos, directivos, etc. Era una niña de estatura promedio, su tez era color porcelana, se veía tan brillante y suave y unos ojos avellana felinos que seducían a cualquiera con total naturalidad, incluso sin esfuerzo alguno. Pero, sobre todo se la conocía por ser muy inteligente y astuta. Sus notas eran envidiables y admirables. Se notaba a plena vista que aquella chica ponía sus estudios como prioridad. Muchas personas intentaban acercarse a ella por algún interés, pero Jennie no dudaba ni un segundo en alejarlas sin piedad ni remordimiento.

Lalisa era el claro ejemplo de la "excepción". Ella tenía unos ojos oscuros los cuales contrarrestaban y resaltaban contra su tez clara, portaba con un cuerpo esbelto y bien formado, piernas largas, cabellera oscura junto a un perfecto fleco. Realmente era una chica muy bonita. Lisa también cargaba con su cierta popularidad en aquel exigente instituto, pero su fama no era tan buena como la de la mirada felina. Ella era una auténtico generador de problemas, no tenía buenas notas, ni mucho menos tenía una buena relación con los estudiantes y ni hablar con los profesores. Era una chica totalmente insaciable y coqueta, jamás perdía el tiempo. En la vida habían visto a Manoban aburrida, siempre se las ingeniaba para mantenerse ocupada de la forma que sea, en el momento que sea y con quien sea. Su belleza le permitía tener a cualquier chica o chico que ella quisiera, en el momento en el que quisiera.
No obstante teniendo tantas opciones, hace meses ha estado detrás de la estudiante prodigio; Jennie.

Sin descaro, ni vergüenza, Manoban se acercaba provocativamente a Kim. Incontables veces fueron las que la más alta acorraló contra una pared, los casilleros, una puerta o donde más cerca tuviera, a la pelimarrón. Jennie jamás dejó que, la notable e imposible de ignorar, belleza de la menor la cegara y quedara a los pies de la chica problemática de la que la mayoría hablaba pero que a ella poco le interesaba.

Jennie estaba al tanto de cómo era Lalisa y todos los problemas que conllevaba esta detrás de sí. Su historial era incluso insoportable de leer, Lisa realmente era experta en agotar la paciencia de cualquiera; Con más razón se alejaba de ella. En la vida dejaría que su reputación se manchara por dejarse seducir por la arrogante pelinegra.

Por más que la mayor la rechazara incontables veces, y sin piedad alguna, Lisa no se detenía. Una de las tantas cualidades de la esbelta chica era luchar por aquello que quería; y ella quería a la chica de ojos felinos. Jennie por su parte estaba más que entenderada de ello, pero también estaba entenderada de que ella no la quería de una manera sincera y fiel, ella lo que quería era su cuerpo. Aquel cuerpo pequeño, delicado pero bien marcado, la volvía loca y la deseaba tal como una drogadicta tiene apetito por sus drogas. La menor tenía una intensa curiosidad e interés por saber a toda costa como sabía la chica, la anhelaba profundamente. Sentía un deseo vehemente de poseerla, quería saciarla tanto que ella se entregara por sí sola a ella. Algo en Jennie atraía a Lisa como un Imán, instantáneamente.

Pero a suerte de Kim y a desgracia de Manoban; a la pelinegra no se le haría para nada fácil obtener su capricho por más que lo precisara.

Jennie y Lisa se encontraban en el mismo salón junto a sus compañeros. Habían reunido a ambos cursos para trabajar en comunidad y compartir conocimiento de los mayores a los menores. Jennie prestaba toda su atención al frente de su clase, donde se encontraban 2 maestros recitando información sobre un tema que ella sabía a la perfección.

Había sido una clase un tanto abrumadora; varios estudiantes del curso mayor o se molestaban entre sí o molestaban a los menores haciendo que la clase sea interrumpida incontables veces. Había pasado largo rato aguantando aquel martirio que sus compañeros inmaduros le estaban haciendo padecer, por más de que ella tuviera todo perfecto, su exigencia la impulsaba a querer seguir asegurándose de que todo esté bien con su conocimiento y sus apuntes.

Déjame probarte, Ruby Jane. [ONESHOT]Where stories live. Discover now