CAPÍTULO VEINTISIETE

6.1K 589 71
                                    

Emma.

Bien, tengo al menos dos minutos mirando directamente a Apolo y él solo me devuelve la mirada con una pequeña sonrisa llena de diversión.

—¿Qué tanto me miras? —Termino por preguntar.

—Estoy esperando a que termines la canción. —Se ríe—. ¿Ya te dije que eres muy linda con las mejillas rosaditas?

—Estúpido. —Frunzo el ceño—. No te burles de mí.

Camina hasta la cama y se sienta a mi lado, veo cómo su mirada va a mis labios antes de regresar a mis ojos.

—Creo que te debo algo. —Susurra cerca de mis labios.

—¿Sí? —respondo igual y asiente antes de cubrir mis labios con los suyos en un beso intenso que me roba el aire, no me doy cuenta de nada más, sólo puedo sentir las maravillas que sus labios hacen con los míos y sí, tal vez sea algo tonto, pero es que este hombre con un simple beso ya me vuelve loca. Siento su lengua trazar mi labio inferior y sé lo que pretende, así que le doy vía libre para que vuelva el beso incluso más intenso ahora que nuestras lenguas se encuentran. Nos separamos por falta de aire y lo miro—. Carajo, creo que podrías darme un orgasmo sólo con tu boca.

Me mira entre sorprendido y divertido y sé que he metido la pata a lo grande.

—¡No lo digo en esa forma! —Chillo y él levanta una ceja sin perder esa sonrisa moja bragas—. Me refiero a besos.

—¿Besos en donde? —Susurra divertido y yo suelto un gemido de protesta—. ¿En donde, Emma? ¿Aquí? —Doy un respingo cuando siento su mano en mi seno y él sonríe antes de apretar un poco y acariciar con su pulgar el pezón que ya se encuentra muy erguido—. O quizás... ¿Aquí? —lleva su mano a mi otro seno y repite el proceso haciendo que suelte un gemido—. ¿Donde? Podría ser aquí, —baja su mano hasta mi estómago y traza pequeños círculos dándome una idea de lo que me haría si su mano bajara un poco más—. O quizás... —Deja un pequeño mordisco en mi cuello antes de pasar la lengua por el mismo lugar y dejar un pequeño beso. Me tiene tan concentrada en eso que me olvido de su mano en mi estómago, sólo que me hace volver a la realidad cuando la coloca justo allí, justo en el lugar que ansia sentirlo y sé que puede sentir lo caliente y húmeda que estoy a través de la tela—. Aquí. —Termina con una sonrisa ladeada.

Quita la mano y voy a protestar, pero me da vuelta poniéndome sobre mis rodillas y manos.

—¿Qué haces? —Susurro sorprendida por la falta de ropa—. ¿Dónde demonios está mi ropa?

—No lo sé. —Se ríe—. Se perdió.

—Apolo no tienes que... ¡Joder! —Exclamo al sentir el ardor en mis glúteos—. ¿Me acabas de dar una nalgada?

—Sí. Y te voy a dar más donde no te calles y comiences a disfrutar. —Dice en mi oído e intento voltearme, pero vuelve a darme una nalgada que me hace chillar—. ¡Quieta!

Hola dios, somos nosotras de nuevo. Ya que no tuvimos suficiente fuerza para aguantar tirarnos al solecito aquí, entonces danos la fuerza necesaria para no morir de placer en este momento. Gracias.

¿En serio le estás pidiendo eso a dios, conciencia?

¿En serio estás hablando con tu conciencia y no disfrutando de lo que hace el papasito, perdón, solecito allí?

Sacudo la cabeza y me cae cabello en la cara. Intento apartármelo, pero no puedo mover las manos.

—¿Qué le hiciste a mis manos, Apolo? —Le pregunto y se ríe—. Quítame el cabello de la cara, por favor.

APOLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora