― Me das miedo.

― ¿De verdad? ― No sé por qué aquello me emociona tanto. Que Jake diga que me tiene...

― Obviamente no ― La emoción desaparece y cruzo los brazos, haciendo un puchero ― Reflejas todo menos terror ― Ríe y pasa la mano por mi cabello, despeinándome ― Pareces un perro mojado.

― Insensible.

― Garrapata ― Abro la boca mientras él parece bastante divertido.

― ¡¿Cómo?!

― Una garrapata bonita y chiquita, así eres tú.

Lo dice con tal sinceridad que mi único impulso es darle un puño en el estómago, haciéndolo gemir de dolor.

Tom y Matt se ríen mientras observan todo sin mencionar palabra. 

― Te odio.

― Yo no garrapata ― Le muestro el dedo medio y sonríe, provocándome.

Me pongo de pie y entro a la casa, dirigiéndome a la cocina.

Abro el refrigerados y tomo un pote de helado, un utensilio y regreso a la piscina.

― Te odio ― Repito, sentándome a su lado y empezando a comer.

Abre la boca y entiendo enseguida lo que quiere. Refunfuñando le doy un poco de helado.

― Más ― Pide y suspiro molesta.

― Déjame comer.

― Compártelo conmigo ― Se acerca y comenzamos a comer los dos.

No le importa que compartamos saliva y cada que abre la boca, recibiendo lo que le doy me mira fijamente a los ojos haciéndome disminuir el enojo.

‹‹Maldito››

― ¡Tengo hambre!

― Yo igual ― Le responde Matt a Tom ― Pediré pizza. ¿Ustedes quieren? ― Nos mira y asiento con la cuchara en la boca.

Entra a la casa y nos deja solos.

Jake se acaba lo último del helado y le echa un ojo a Tom revisando que esté bien.

La brisa fría me golpea y me abrazo a mi misma buscando calentarme un poco.

― ¿Tienes frío? ― Mi cuerpo se derrite con solo escuchar su voz.

Su manera de hablar es tan sexy, segura e imponente que no puedes evitar sentir impresión.

― Solo un poco. Creo que el helado me congelo ― Soplo aire por la boca.

― Ven ― Desconfío y lo nota  ― No muerdo.

― Si lo haces ― Sonríe mostrándome todos los dientes y viéndose jodidamente guapo.

― Pero no lo haré ― Piensa un poco ― ... Al menos no todavía.

Me guiña el ojo y de repente el frío desaparece.

Abre las piernas y me ubico en el centro de ellas, apoyando la espalda en su pecho.

Me abraza y recuesto la cabeza en su hombro.

Detallo la vista y respiro hondo mientras aprecio nuestro entorno.

Nuestro panorama desde aquí es increíble porque puedes observar toda la ciudad.

Estamos en uno de los mejores barrios residenciales dentro del distrito de Hollywood Hills, ubicados en lo más alto de la colina.

Las luces de la ciudad en medio de la oscuridad hacen que sea mucho más agradable de admirar.

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