— Perfecto —dijo sarcásticamente una castaña, en la mesa de Gryffindor.

— Ya me arruinaron la Navidad — dijo un rubio, en la mesa de Slytherin.

— Todos los que se queden escriban su nombre en un papel y dénmelo ahora — dijo la profesora McGonagall.

Un murmullo de plumas y pergaminos se hizo oír en el salón. Draco, Hermione, Harry y otros pocos fueron a entregar el papel con su nombre. Luego, para sorpresa de todos los alumnos, la profesora se llevó los papeles y los dejó en su bolso.

— Los que se quedan escuchen las instrucciones por favor — dijo McGonagall —Esta noche se elegirán los amigos secretos y cuando despierten el papel con el nombre de quien les toque estará debajo de su almohada.

Todos los que se quedaban asintieron con la cabeza y volvieron que sentarse en su mesa.

— Bueno alumnos — continuó Dumbledore — Espero, no los detengo más.

Dicho esto, los platos llenos de deliciosa comida colmaron las mesas de las cuatro casas y todos empezaron a comer. Los alumnos que se quedaban comieron con ansias ya que después se iban a dormir y a la mañana siguiente sabrían quien les tocó.

~ * ~

Draco no durmió bien esa noche, estaba ansioso de saber quién le tocaría, y sea quien sea iba a recibir solo lo mejor.

Pasó horas revisando debajo de su almohada, y como era obvio, nada aparecía. Tendría que esperar a que amanezca para saberlo. Durmió. Mientras todos lo hacían también alumbrados por la luz de la luna y protegidos del frío de la noche en sus cuartos. Y en ese momento, ese en el que era completamente seguro que todos dormían debajo de cada almohada de los alumnos que se quedaban aparecieron los papeles, con nombres que algunos estudiantes ni se hubieran imaginado.

Draco despertó. Sonrió y rápidamente revisó debajo de su almohada. Y ahí estaba, un pedazo de pergamino doblado por la mitad. Rápidamente lo abrió y leyó un nombre que lo dejó loco. Se quedó frío. Hermione Granger, eso decía en el papel. Volvió a leer el contenido y no lo pudo creer. Al fin la oportunidad para demostrar cuanto quería a esa chica. Ese último año se había enamorado de ella y tenía una leve sospecha de que sentía lo mismo por él. En los pasillos siempre se miraban y unas que otras sonrisas se habían cruzado por los labios de los dos chicos.

Draco guardó el pergamino en su cajón y se dispuso a desayunar.

— ¿Quién te toco? — preguntó Ron a Harry esa mañana en el Gran Comedor.

— Pansy Parkinson — murmuró Harry desanimado — ¿y a ti?

— Elena Cattermolle, una chica de Ravenclaw — dijo Ron.

— Suertudo — dijo Harry — ¿Y a ti, Hermione? — la chica se sentó al lado de él.

— Blaise Zabini — dijo Hermione desanimada al igual que Harry — ¿A ti, Ginny?

— ¿Cómo? — dijo la pelirroja, que había estado distraída — ¡Ah!... me toco Draco Malfoy — dijo con sencillez.

— Prefiero mil veces a Zabini — dijo Hermione.

— Por mi está bien — dijo Ginny — Tengo que ir a clases y también voy a ver que le doy a Malfoy — dijo Ginny y después se levantó y se fue.

Esa tarde era la última en la que tenían clases y los alumnos se empezaban a ir en la noche. Quedaron muy pocos, y así fue más fácil jugar ese divertido juego.

Al día siguiente, todos en el castillo empezaron a encontrar regalos de sus amigos secretos. Hermione estaba desperezándose en su cama cuando se dio cuenta de que había algo en los pies de esta. Era una caja de chocolates del tamaño de un monitor de computadora y en medio había una nota que decía:

Amigo secreto [Dramione]Where stories live. Discover now