➹Clandestino [Kookmin] ♡

~27~

— ¿Q-que haces aquí?, Yo no puedo verte...tu no deberías estar aquí. — y ahí de nuevo aquella vocesita llena de miedo y temor que Jungkook odiaba.

— Jimin porfavor solo mírate. —dijo volviendo a tomar su rostro, mirándolo tan pequeño y frágil, ¿Dónde había quedado su Jimin indomable?. El rubio lo miro con sus ojos acuosos, se sentía tan expuesto con Jungkook, como si su ser quisiera correr y abrazarlo, como si su cuerpo quisiera la calidez de Jeon.

Pero no podia, no cuando el sentía algo mucho más fuerte, no queria tener aquellos sentimientos no correspondidos.

— Yo estoy bien...

— No lo estás, déjame ayudarte Jimin. —se acercó más a su rostro tomándo sus mejillas con ambas manos, como si el rubio fuera un frágil cristal. — Dejame cuidarte bebé.

— ¿Porque harias algo por mi? Dijiste que fuimos solo sexo, ¿Que quieres a cambio?. ¿Follar? Porque no aceptaré, esta vez es diferente... —dijo lo último con la mirada en el suelo, alejándose por completo de Jungkook y dándole la espalda.

El pelinegro se odio por lo que aquella vez dijo, ahora Jimin no le creía nada y estaba en su derecho.

— Jimin yo daría todo por ti... —camino posandose detrás del rubio, pasando sus manos por su estrecha cintura, descansando su mentón en su hombro, lo sintió tensarse bajo su tacto y sonrió. —, me tienes Jimin, lo has logrado, me tienes completamente en tus pequeñas y hermosas manos.

El rubio abrió sus ojos y se dió la vuelta mirándolo a los ojos, mirando aquellos ojos negros que brillaban gracias a la luna llena, Jungkook lo miraba tan profundamente que sintió su corazón latir como loco, no sabía que decir, no sabía cómo expresar aquellas emociones.

— Has roto todas mis reglas, a cada una de ellas las has destrozado con esa sonrisa perfecta que tienes, con esos bonitos ojos que me miraban con esa hermosa luz dentro de ellos. — sus manos sostuvieron la cintura del rubio, sin soltarlo. — Y si quiero algo a cambio... —acerco sus labios a los rosados de Park, quien cerro sus ojitos tiernamente por aquella cercanía. —Dejame entrar en tu vida, enséñame a amarte quedandote a mi lado Jiminie.

Jimin simplemente se dejó llevar, impulsadose a besar los labios delgados de Jungkook tomandolos como nunca antes, ¿Había caído por Jungkook? Quizá desde el primer momento que lo vio o desde el primer momento en que los labios del pelinegro se apoderaron de su boca, no lo sabía pero quería estar así, en sus brazos, olvidarse de todo a su alrededor, solo ser ellos dos, abriendo su corazón.

— Porfavor bebé déjame cuidar de ti. —hablo el pelinegro rozando sus narices, Jimin tenía sus ojitos cerrados aún. Sonrió besando su hermosa naricita.

— Tengo miedo Kookie... —sus ojos conectaron con los suyos claramente Jimin tenía miedo, miedo a arriesgar a su familia y amigos.

— Escúchame bien Jimin. —se acercó dándole besos suaves y sonriendole cuándo este se apegue a su cuerpo. — Déjame manejar esto a mi manera, se que es difícil, pero confía en mí

Confíar, no era nada fácil y más si se trataba de su familia, no podía simplemente dejarlo en las manos de Jungkook, necesitaban planear algo, ir paso a paso, además que no podía lanzarce a los brazos de Jungkook, aún no eran nada, si obviamente le había confesado sus sentimientos, pero de ahí nada más.

— No puedo arriesgarlos Jungkook, en este poco tiempo llegué a conocer al verdadero Yifan y es un ser ruin y sin escrúpulos.  —dijo cerrando los ojos suspirando, conecto su mirada con los de Jungkook y acaricio su mejilla.— Porfavor entiende que no puedo simplemente dejarlo e irme, el es muy impulsivo...

— Pero Jimin no puedes estar así con él, corres peligro a su lado. —y ahí otra vez la mirada gacha de Jimin, el pelinegro fruncio la frente. — ¿el te golpea? —el rubio mordió su labio, repentinamente un sentimiento de debilidad se asemejo. — mírame Jimin, dime la verdad, porfavor.

El rubio lo miro mientras sentía a su cuerpo temblar por los nervios, la mirada de Jungkook era muy intensa, como si leyera sus pensamientos, no quería decirlo, decirlo en voz alta le causaba tanta vergüenza, solo nego con la cabeza miro a otro lado, reteniendo las lágrimas que querían escapar.

—Jimin, no me mientas, porfavor... —le suplico, pero supo la verdad al ver la primer lágrima caer, una tras otra de los pequeños ojos del rubio, un sentimiento de irá de enojo se adueñó de su ser. — Voy a matar a ese hijo de puta con mis propias manos. —espeto colérico.

— J-jungkook no, porfavor escuchame, el es muy peligroso... —dijo con la voz quebrada.

— Y yo lo soy mucho más Jimin, creeme que puedo acabarlo en solo segundos si así quisiera —dijo con las manos empuñadas, como se atrevía a golpear a alguien tan puro y inocente como lo era Jimin, el solo era un víctima.

— Porfavor no te metas en problemas por mi Jungkook, no conozco bien este mundo pero se que Yifan tiene muchos aliados en el mundo del narcotráfico que quedran venganza, no quiero que te pase nada a ti, ni a nadie por mi culpa.

—  No puedes estar ni un día más junto a él, Jimin si te golpeó puede llegar a más. —tomo sus manos entre las suyas acariciandolas con sus pulgare. — Porfavor déjame cuidar de ti Jimin, déjame sacarte de ese lugar.

Jimin mordió su labio inferior y pensó que si se iba ese momento Yifan podría dar la orden de matar a sus padres y amigos, no podía irse de repente, primero tenían que acabarlo sin arriesgar a nadie.

— Esque es arriesgado...

— Esta bien, lo haremos paso a paso, pero creeme que si queremos acabar con él, primero acabaremos con su gente, me tomara poco tiempo asesinar a sus hombres silenciosamente, aunque no estoy convencido de esto, no quiero que estés a su lado ni un solo segundo más —hablo con el ceño fruncido.

— Estaré bien... —dijo con decisión, sin vacilar. — ¿Estarás para mí cuándo te necesite? —pregunto levantando su mano y acariciar el cabello azabache de Jeon.

— Más que eso, estaré para ti el tiempo que me permitas estar junto a ti. —sus palabras salieron tan naturales y reales de sus labios que se desconoció a si mismo, joder esque no podía pensar en nada más que no fuera Jimin y esos hermosos ojos y su dulce ser, ese sentimiento se desbordaba en todo su cuerpo y le encantaba.

Sin evitar más la euforia del momento unieron sus labios en un beso intenso y peligrosamente intenso, el pelinegro definitivamente no podría pensar en nada más que no fuera el hermoso rubio, en su fragancia y sus bellos ojitos y personalidad dulce como déspota, ¿Eso era a lo que llamaban amor? Porque si era así, quería mucho más de aquel sentimiento.

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