XXXVI

2.1K 329 28
                                    


-¡Estás loca! ¿Cómo se te ocurre decir todo eso delante de tanta gente? ¡Nos has condenado! ¡Tú te has condenado! -No gritaba, pero el tono fuerte de su voz y la desesperanza con la que pronunciaba cada frase estuvo a punto de hacerme pedir disculpas. Pero no lo hice.

-Me da absolutamente igual que no me inviten a sus fiestas o que me tachen de cornuda. De ese modo no tendré que verme obligada a acudir contigo a ninguna reunión más.

-No lo comprendes... No lo comprendes...- Repetía desesperado. – ¡Hemos llevado tanto cuidado para nada!

-Tanto cuidado... -Imité su voz. -Ahora Anna y tú ya podréis salir a pasear de la mano a la luz del día. -Me jacté.

-¡A la mierda! -Exclamó enfadado. -¡A la mierda todo! Puede que me fusilen por traición, pero no puedo seguir poniéndote en riesgo.

-¿De qué hablas? -Pregunté sin poder fruncir el ceño tanto como él.

-Yo... -Tragó con dificultad. -Yo... yo soy espía. -Yo alcé una ceja algo incrédula, pero la verdad es que aquello cuadraba un poco con su comportamiento y su supuesta misión... pero ¿y Anna?

-Un espía. -Repetí sus palabras casi en un murmullo.

-Se supone vinimos aquí siguiendo a un asesino muy peculiar, pero gracias a ti hemos descubierto parte de una red de tráfico de mujeres. Estoy teniendo que ir a dos bandos y no puedo seguir haciéndote daños. Y ahora, por culpa de mi silencio te has puesto en el punto de mira.

-James... -Respondí intentando hablar y dejando de lado mi enfado. No obstante él me interrumpió, parecía que ahora que había comenzado a hablar sentía la necesidad de decirlo todo.

-El asesino al que buscamos ... es un maniaco obsesivo. Todas sus víctimas siguen el mismo patrón. Mujeres sin título que se han casado con hombres que sí que lo poseen y que son infelices en su matrimonio. – Ahora fui yo la que tuvo que tragar saliva con gran esfuerzo. Esas características concordaban a la perfección con mi situación.

-No tiene ningún sentido....-Me dejé caer sentándome en la cama.

-Claro que no lo tiene, es un asesino. – James se arrodilló frente a mí.

-Casarnos me abrió puertas para seguir con la investigación, pero era esencial que fingiéramos amarnos si quería lograr tu seguridad... Y ahora....- James parecía intentar recuperar su calma habitual, pero las últimas palabras salieron de su boca cargadas de amargura.

-Tenía derecho a saber que mi vida estaba en juego... -Dije intentando retener las lágrimas.

-Lo se... yo cumplía órdenes... Lo siento tanto Aroha. -Lo miré sorprendida por su disculpa. - Siento no haber podido decirte la verdad, siento haber puesto tu vida en peligro, siento haberte hecho daño... pero se terminó, hasta aquí el ocultarte cosas. De ahora en adelante, me da igual las leyes que incumpla, no más engaños. -Yo pestañeé, era mucho que procesar. -Y sobre lo de Anna...

-Creo que saberme posible víctima de un asesino es suficiente información por una noche... las malas noticias de una en una mejor. -Él me tomó de las manos.

-Te quiero. – Sentí que mi corazón se detenía por un instante. Parecía mi cuerpo reaccionaba peor a eso que a saber que podrían querer matarme. -Jamás ha pasado nada con Anna. Se lo que viste o creíste ver. -Se apresuró a decir antes de que yo pudiera rechistar. -No era yo...

-James...- ¿No había prometido no mentirme?

-Viste a mi hermano.

-¿Qué? -Otra bomba para aquella noche.

La necesidad del engaño (4º libro SAGA  VERDADES OCULTAS)Where stories live. Discover now