Me pregunto qué hubiera sido de mi vida si ellos hubieran ganado mi custodia, probablemente no habría sufrido tanto, pero eso me habría arrebatado la oportunidad de conocer a Robert. Y yo amo a papá, la simple idea de no tenerlo en mi vida me destroza.

Supongo que las cosas pasan por algo o tal vez no, todo es una mierda, pero definitivamente me convertí en alguien fuerte, invencible. No dejaré que nada me destruya.

Ellos alzan la cabeza al notar el movimiento, nuestros pasos. Tengo que tragar saliva y respirar profundo varias veces para llenarme de fortaleza. Sentir el brazo de Row en mis hombros también me ayuda a no darme la vuelta y salir corriendo.

Estoy esperando, como si estuviera sedienta, cualquier reacción. Y la obtengo.

Yuli se lleva la mano a la boca, sus ojos se abren con impacto, sus ojos se llenan de lágrimas. Ella se levanta dando un saltito y viene corriendo en mi dirección para después darme uno de los abrazos más fuertes que me han dado.

Se rompe en sollozos, en un llanto ruidoso que intenta controlar. Se echa hacia atrás y me observa sosteniendo mis antebrazos.

—Por Dios, eres idéntica a ella. —Hipa. Pestañea y vuelve a repasarme como si no pudiera creerlo. Algo en mi interior se vuelve suave, amaba a su amiga. Después de unos segundos el rubor de sus mejillas se vuelve más intenso y puedo percibir vergüenza en su mirada—. Perdón por llegar así, seguro pensarás que soy una lunática. Estoy tan contenta de conocerte, Giselle, yo soy Yuli.

Mis comisuras tiemblan con timidez, mis ojos también se empañan por la emoción.

Saluda a Row, acto seguido, enrosca su brazo con el mío y me conduce a la mesa. Archibald me sonríe, me regala un abrazo y señala que tengo la misma nariz de Mark.

El tiempo transcurre y yo termino relajándome, escuchándolos. Primero me preguntan sobre mi vida, quieren saber cómo me encuentro, si estoy mejor, si necesito algo. Les hablo sobre lo duro que fue adaptarse, sobre la amnesia y las pesadillas, sobre los errores que cometí. Pero también les hablo sobre la terapia, sobre papá, sobre los niños en Bridgeton, sobre mis amigos, la universidad y Row.

Entonces vienen las anécdotas, algunas las sé porque las leí en el diario de Sienna, otras son nuevas para mí, las atesoro, escucho porque no sé si este instante vaya a repetirse.

En un momento de la reunión, Yuli me mira y sonríe.

—Hay tantas cosas de ellos en ti, estarían muy orgullosos de la mujer en la que te has convertido —dice, casi sin aliento.

Archibald asiente, coloca una mano sobre la espalda de su esposa para intentar mostrarle apoyo, ella todavía se ve afectada.

Sienna escribió en sus diarios que ellos dos eran unos cabezotas que no admitían sus sentimientos, al parecer ella tenía razón, pues al final se unieron. ¿Estará contenta al ver a sus amigos juntos? Seguro que sí.

—Nos gustaría frecuentarte, Giselle, recuperar el tiempo perdido. Entenderemos si decides mantenerte lejos, sabemos que has hecho tu vida y somos unos extraños. Queremos que sepas que hicimos todo lo que pudimos, luchamos durante años... —La voz de Archibald se quiebra al final, sus ojos claros parecen una lluvia.

—Jamás podría rechazarlos, me encantarían que estuvieran en mi vida, así sentiré que estoy cerca de ellos... Eso les hubiera gustado, ¿no?

Se me desbordan las lágrimas, Yuli se levanta para darme un abrazo, algo en el gesto me atraviesa, quizá porque imagino que es Sienna o tal vez porque nunca sentí tan fuerte este tipo de cariño, el que solo sabe darte una madre.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora