cuarenta y ocho: final

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Se vieron a los ojos, diciéndote todo lo que sentían porque las palabras serían infinitas para ese par de enamorados que eran vistos por los mortales y estrellas que sentían desde sus puestos lo rotos que estaban los casados por tener que separarse una vez más, definitivamente.

—Ya es tiempo —musitó ella, acariciando con delicadeza las manos del Uchiha que tenían ligeros cortes que se terminaron curando por la energía que ella le dio en esos instantes—. Sé feliz, Itachi. Busca a una mujer que te ame, haz una familia, ve a tus hijos crecer, viaja con Shisui y Sasuke, protege a los que amas, come Dangos pero nunca te olvides que te estaré cuidando y viendo.

—No digas eso —negó con dolor Itachi, sin poder creer lo que decía la mayor—. Yo no podré amar a otra mujer, y tampoco formaré una familia con alguien que no sea Ayanami, mi esposa —musitó con sus labios temblando, queriendo mostrarse sereno pero el control de sus emociones ya no existía cuando se trataba de ella. 

—Debes seguir con tu vida; solamente sé feliz, Itachi —ladeó su rostro mientras sonreía, con la parte inferior de su cuerpo desaparecida.

—¡Tu me haces feliz! —gritó el Uchiha, causando que una mujer peli-rosa llorara en silencio—. ¡Solamente tu, Ayanami!

—Tu también me haces feliz —sonrió la fémina elevándose un poco en el aire, yendo hacia el cielo con lentitud, siendo la única que aún quedaba en ese terreno—. Pero ya debo irme, cariño.

—¡Nos volveremos a ver, Ayanami! —exclamó intentado agarrar las manos de la mujer pero ella ya estaba desapareciendo—. ¡Te amo, Uchiha Ayanami!

Ayanami sonrió con sus ojos cerrados mientras unas tibias lágrimas bajaban por su rostro ante el grito que profirió su amado, tragó saliva sabiendo que solamente su rostro quedaba un poco trasparente y gritó, logrando que el pelinegro soltase otra lagrima más.

—¡También te amo, Hoshi Itachi! 

—Nos volveremos a ver, Ayanami —susurró agarrando una de las tantas plumas pulcras que había dejado la Hoshi antes de desaparecer, sintiendo como su mejor amigo abrazaba sus hombros en señal de apoyo.

«Pero una noche, esa estrella hermosa que tenía de pareja nunca más volvió a regalarme su luz cálida.
Y su presencia solamente aparece en mis sueños, sonriendo como la última vez y brillando como lo hizo estando conmigo.
Pequeña Luna, ¿por qué tuviste que enamorarte de un astro que tenía su tiempo contado en ese cielo estrellado?»

Una pequeña niña pelinegra corría alejándose de su madre para ir hacia su familiar de hebras negras que estaba sentado en un tronco mientras miraba el cielo nocturno llenos de infinitas estrellas, teniendo cuidado para no caer comenzó a disminuir la velocidad que tenía con sus pequeños pies y cuando estuvo a punto de caer, una ligera bruma la rodeó para que no termine en el suelo por lo que soltó una pequeña risa que fue opacada cuando el mayor la tomó entre sus brazos para sentarla a su lado derecho, trayéndole recuerdos a Itachi.

—¿Qué estabas haciendo, Sarada? —preguntó el mayor con curiosidad, mirándola por breves segundos para dirigir su oscura mirada al cielo en busca de una estrella en particular.

—¡Quería verte! —exclamó con emoción la menor, despidiéndose con sus manos de su madre peli-rosa que simplemente negó con una sonrisa alejándose con un azabache que había dirigido sus ojos hacia una pequeña tumba que tenía un montón de flores.

—Espero que no le hayas causado problemas a mi tonto hermano menor —dijo con una sonrisa divertida el Uchiha mayor, consciente de la mirada que le había dado Sasuke a la tumba de su amada—. ¿Qué quieres hacer esta semana? Shisui junto con sus hijos vendrán en unos días.

❛ 𝐬𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 ❜ ;; naruto, naruto shippudenWo Geschichten leben. Entdecke jetzt