Capítulo seis.

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  Eventualmente, Harry consigue una cita con un psicólogo. Está en la sala de espera, con sus piernas cruzadas e inconciente se encuentra rozando la marca reabierta hace unas semanas con la yema de sus dedos. Se dio cuenta un par de veces, pero nunca retiró su mano. De cierta forma, era reconfortante.

  No para él, pero para su alfa.

  Detesta la repentina sumisión de este ante el otro alfa, Louis. Siempre destacó en años anteriores, como en la secundaria, como un alfa de alto rango al cual todos acataban sus órdenes. Sin embargo nunca puso eso a su favor, nunca le gustó especialmente que la gente se arrodillara ante él o tiemblen con su voz, dominante, pero tranquilo.

  Claro, eso era hasta ahora.

  El aroma de Louis todavía está impregnado en su piel, en su apartamento el cual compartía con Margaret también, pero no sabe de ella desde que esto pasó. Es una de las razones por las cuales está allí, también.

  En cuanto al lazo, es increíblemente irritante.

  En serio.

  Odia sentir la preocupación de Louis punzante en su pecho, ya que él lo estuvo evitando todo este tiempo. Es decir, ¿por qué le importaría saber cómo está? Su lobo lo regaña, claro, haciéndolo estremecerse y retorcerse cuando al fin puede sentir la emoción y felicidad del alfa ojiazul por algo que lo hizo sonreír. Es extraño. Y lo odia.

  No tiene su número de teléfono, pero de alguna forma él logró contactar con su familia, debido a que Gemma era compañera de él en la universidad. O al menos eso fue lo que ella explicó cuando un paquete en olvido pésimamente y misterioso iba con una nota en su puerta.

  Bien, quizás en la nota estaba el número de Louis.

  ¿Lo llamó? Claro que no.

  No puede evitar sentirse algo culpable, porque es un humano, claro. Bueno, mitad humano.

  Las últimas semanas las encontró tan abrumadoras, es solo eso. No puede con la sensación del desamor por su omega ya pérdida ni tampoco estar cargando con un lazo que él no quiso. Se niega a aceptar que la mujer que lo hizo feliz años anteriores no sea su alma gemela, y sea otro alfa al igual que él. ¡Y es que ni siquiera tuvo oportunidad de conocerlo! Fue todo resultado de una estúpida pelea que él no comenzó.

  Tal vez fue quien tiró el primer golpe, pero olvidemonos de eso.

  Harry puede parecer un alfa como cualquiera, fuerte y sin sentimientos, el estereotipo más conocido. Pero fue considerado omega hasta los doce años de edad, cuando al fin se presentó como lo que es ahora.
  La dulzura y amabilidad con la que trataba a las personas fueron lo que hicieron a los demás dudar su verdadera naturaleza. Casi fue obligado a ser duro y frío, aunque para las personas más cercanas a él siempre lo conocerán como el pequeño tímido y vergonzoso que se sonroja por cumplidos y tapa su rostro con sus manos.

  Patético para un alfa.

  De su boca sale un gruñido bajo y profundo, sin saberlo provocando un escalofrío en la omega frente suyo. Ella protesta con algo que también pretende ser un gruñido, pero más agudo.

  Algo avergonzado, se disculpa en un suspiro que suelta por la gracia que le dio ver a la chica tratar de imitar el sonido. Ella solo bufa, y vuelve su vista a su celular.

  Finalmente, lo llaman.

  Con sus piernas tonificadas y temblorosas, se para de la silla y camina hasta la sala. Él nunca fue al psicólogo antes. Siente el malestar en su estómago cada vez hacerse más fuerte, asustado de los nervios. ¿Qué le dirían? ¿Acaso lo juzgarían por ser un alfa marcado por otro de su misma naturaleza? Solo puede rogar porque no.
  En su pecho está la respuesta de Louis a sus nervios, como una caricia tosca en el alma que hace el intento por reconfortarlo, pero Harry solo parece estar peor. En el interior, su alfa aulla, demandando al alfa al que pertenece. Tratar de ignorarlo es en vano.

Alfa. [L.S]Where stories live. Discover now