Salarymen

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—¿Crees que sea buena idea llamarla?— Gojo miró a Ieiri con mucha preocupación mientras sostenía los resultados del examen de sangre.

—Esto no me agrada en lo absoluto, pero estoy segura que llamarla no cambiará nada... Parece ser que ella tampoco tiene idea de esto— La mujer castaña encendió un cigarrillo y comenzó a aspirar su humo.

—¿Entonces lo mantenemos en secreto?— Gojo frunció el ceño debajo de sus vendas.

—¿Crees que puedas hacer que ella te lleve con el doctor que le hizo todos los estudios anteriores?— Ieiri suspiró. —Todos fueron echos por la misma persona, y quiero salir de dudas—

—Lo intentaré— Gojo se sentó en uno de los sofás de la sala de enfermería. —¿Qué más podemos hacer por ella ahora mismo?—

—Desde mi punto de vista como médico y hechicera, lo mejor será mantenerla vigilada de forma constante— La mujer castaña apagó su ya extinguido cigarrillo. —Pero sé que tú estarás ocupado, ¿tienes un viaje de negocios, no?—

—No te preocupes por eso, creo que sé qué hacer— El peliblanco se levantó de su asiento y comenzó a caminar a la salida de la enfermería. —Gracias por informarme primero sobre esto, Ieiri. Yo me haré cargo. No des ningún informe todavía— Y sin más, salió del lugar.

Caminó en silencio por unos momentos, divagando sobre lo que leyó hace en el estudio de sangre. Esto se tornaba cada vez peor, y no sabía cómo se lo iba a explicar a ella.
Despejó su cabeza y levantó su celular para teclear unas cosas antes de hacer una llamada:

—Nanami, necesito pedirte un favor—

—————

Ya era casi una semana desde que todos aquellos sucesos extraños ocurrieron. Mis pies apenas y recordaban todo el daño que sufrieron en ese momento.
Yo había vuelto a la pastelería, y Hotaru también. Parecía estar mejor, pero aún no la forzaba a hacer ninguna tarea demasiado pesada.
Los clientes abundaban, y los pedidos también, tan solo esta semana tendría que hacer un pastel de bodas de 3 pisos, una orden de mini tartaletas de fruta para 17 personas y varios pasteles de cumpleaños sencillos.
Tenía mucho trabajo y eso me hacía muy feliz, pero debido a lo ocupada que podía llegar a estar, ya era casi una semana que no veía a Gojo también.
No se ha pasado por la tienda en un buen rato, y yo no tenía el tiempo para ir hacia él; supongo que ambos somos adultos ocupados, aunque aún dude si Gojo trabaja en serio.
Pero, de alguna forma no podía evitar sentirme algo triste y vacía a cada día que pasaba sin su presencia. Aunque a veces llegara a odiar su personalidad infantil y juguetona, la verdad es que siempre me alegraba y ponía de buen humor.
Con tanto trabajo, no me vendría mal que llegara con una de sus bromas o jugarretas sin sentido, seguro sería como un trago de agua fresca entre todo este ajetreo y estrés.

—Jefa, ya no hay té Earl Grey en los estantes— La sigilosa voz de Hotaru me hizo sobresaltar.

—Ah... Claro. Iré a ver si hay de reserva en el almacén— Dije revoloteando mis pensamientos para enfocarme en otra cosa que no sea Gojo.

Al llegar al almacén, recordé los incontables malos ratos que me había echo pasar. Pero con toda esta carga de trabajo aún no me había dado el tiempo de revisarlo minuciosamente para asegurarme que no haya nada adentro que atraiga a tantas maldiciones.
Entré sin hacer demasiado ruido, moví un par de cajas y logré dar con un pequeño paquete de té, exactamente el que estaba buscando.
A la hora de tomarlo, mi codo golpeó otra de las cajas por accidente, provocando su caída en un golpe hueco. Me incliné para devolverlo a su lugar, cuando noté que en la pared que había quedado descubierta tras la caída de la caja, había un pequeño agujero que juraría por mi vida, antes no estaba.
Era pequeño, apenas y le cabían dos de mis dedos. Golpee un poco la pared a su alrededor; sonaba hueca. Había algo del otro lado, algo de lo que yo nunca me había dado cuenta.
No quería pensar nada extraño, especialmente por que este local está en mi familia desde mi padre, y no creo que mi padre sea el tipo de persona que oculta cosas detrás de una pared sellada.
¿Tal vez es algo que está desde que fue construido? ¿O algo que puso el dueño original antes de venderle a mi padre?
¿Y si de aquí proviene todo lo que atrae a las maldiciones?
No quería seguir excavando en ello. Al menos no por ahora. Quería tener un trabajo apacible y ganar dinero, antes de que investigue más a fondo y todo se vaya a la mierda de nuevo.
Luego contactaría a Gojo para hablarle de esto, pero por ahora, solo quería seguir siendo una patissier.
Caminé fuera del almacén, no sin antes cubrir de nuevo el agujero con la caja que había tirado.

Sweet Agony | Gojo SatoruWhere stories live. Discover now