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La noche trajo consigo el horario de cierre, por lo que los empleados procuraron dejar todo ordenado y limpio para luego apagar las luces y cerrar el local

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La noche trajo consigo el horario de cierre, por lo que los empleados procuraron dejar todo ordenado y limpio para luego apagar las luces y cerrar el local.

Eran alrededor de las doce de la noche y Tanjiro caminaba por las desoladas calles sumergidas en penumbras de la ciudad, no había ni un solo foco de luz pública que funcionara. Todos estaban quemados, rotos o los habían robado.

El pelirrojizo se aseguró de esconder su celular en el borde de su pantalón en la parte delantera por si tenía la buenísima suerte de que a algún ladrón se le ocurriese asaltarlo justo a él. Se maldeció así mismo cuando rechazó la oferta de Sabito de acercarlo hasta su casa pero, él junto con Tomioka, se veían bastante acaramelados y, para ser sincero, Tanjiro no tenía ganas de ser el mal tercio. Sin embargo los pies le dolían, todavía le quedaban varias cuadras que recorrer hasta llegar a su hogar y las calles parecían empeorar a medida que avanzaba.

Esa noche parecía patearle la cara a cada segundo.

Soltó un suspiro cansado, avanzando con toda la flojera del mundo cargada en sus hombros. En la oscuridad de la gélida casi madrugada, solo se oían los grillos y sus propios pasos sobre las baldosas rotas. Pensó en pedir un taxi o incluso llamar a Urokodaki para que lo buscara, pero sabía que el viejo ya estaría acostado y posiblemente sumergido en el décimo sueño por lo que simplemente apresuró el paso y esperó llegar lo más pronto posible a su hogar. O eso era lo que planeaba hacer hasta que unas luces blancas iluminaron el camino fosco, tomándolo desprevenido.

Casi se echó a correr creyendo que estaba meado por un lémur e iban a robarle todo. Pero no fue hasta que una persona, ya bastante conocida, gritó su "nombre" que pudo sentir como el alma le volvía al cuerpo.

—¡Monjiro!

Al momento de voltearse notó la silueta de Inosuke asomarse por el techo panorámico del auto negro que se acercaba a él. Al momento de estacionarse al lado del pelirrojizo, la ventana bajó y Tanjiro pudo ver a Rengoku en el asiento del conductor y a Iguro en la zona del copiloto.

—¡Saca tus patas sucias del asiento de mi auto! ¡Las fundas son de cuero vas a ensuciarlas!

El rubio se tiró hacia atrás agarrando las piernas de Inosuke y jalándolo para que se sentara, iniciando un nuevo escándalo y quejas en formas de gritos por parte del peliazul.

—Monjiro subete.

Inosuke bajó el vidrio de una de las ventanas traseras y volvió a sacar casi la mitad de su cuerpo por allí.

—¡Oh, no, no! No hace falta.

Sonrió apenado, levantando las manos en forma de negación e intentando quitarle importancia. Otra vez rechazaba la misma oferta y sabía que cuando ellos se fueran se lamentaría de no haberla aceptado. Sin embargo, aquella respuesta pareció no gustarle a Hashibira quien contrajo las cejas en una mueca molesta y abrió la puerta.

lays ➶ 𝐢𝐧𝐨𝐭𝐚𝐧Where stories live. Discover now