Iniciando los entrenamientos

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Tenía la ligera sensación de haber dormido apenas unos escasos minutos desde que se había acostado, cuando de repente escuchó la voz vigorosa de Salza tratando de despertarla y sacarla del profundo sueño en el que estaba sumida.

-¡Vamos, levanta de una vez. No hay tiempo que perder!- el hombre ya estaba del todo vestido y preparado para empezar un nuevo día dentro de sus rutinas habituales y llegados a ese punto, parecía empezar a impacientarse por la lentitud de su nueva compañera.- ¡Recuerda que tenemos que comenzar con tu adiestramiento después del desayuno!-

-¡Ya voy, ya voy!-protestó Rubí, remoloneando en el colchón por última vez antes de incorporarse. Desde que la habían condenado al exilio no había podido descansar en condiciones, con suerte apenas sí podía cerrar los ojos durante cuatro o cinco horas seguidas y siempre lo hacía acompañada por un intenso sentimiento de estrés por lo que pudiera sucederle mientras permanecía inconsciente, de manera que el sueño rara vez era completamente reparador. En cambio, durante esa noche al fin pudo volver a descansar en paz, sin inquietud y sin pesadillas, sabiéndose a salvo en un lugar seguro. Ni siquiera se habían cumplido sus temores iniciales acerca de la verdadera naturaleza de su capitán.

-Realmente ha cumplido con su palabra, tal y como me prometió. De seguir por este mismo camino, creo que con el tiempo podría llegar a depositar mi confianza en él -pensó con una ligera sonrisa llena de alivio, antes de solicitarle con el debido respeto que saliera de la habitación para poder tener cierta intimidad a la hora de vestirse y asearse.

-Por supuesto. Pero no te retrases demasiado ¿entendido?- respondió Salza antes de desaparecer por el umbral de la puerta para concederle de buena gana su petición.

Rubí se quedó pensativa un instante tras sentarse en el borde de la litera. Todavía le costaba hacerse a la idea de que a partir de aquel día iba a tener que olvidarse de toda su vida anterior para convertirse en una soldado al servicio de un poderoso imperio. Aunque no podía quejarse, pues a pesar de la fama de Cooler como hombre sanguinario, tiránico y cruel, éste había demostrado ser mucho más educado con ella que los propios reyes de su planeta por irónico que pudiera parecer. Y eso ella siempre se lo agradecería.

Una vez que hubo terminado de colocarse de nuevo la armadura y el scouter verde que le había entregado Hazzel, ella se apresuró a salir a la salita principal para reunirse con Salza, Doore y Neiz, que permanecían sentados en los sillones, devorando unas tostadas cubiertas de mermelada al tiempo que conversaban entre sí. Los tres giraron sus cabezas al mismo tiempo cuando escucharon la puerta del dormitorio cerrarse a sus espaldas.

-Si te descuidas más de la cuenta te quedas sin desayunar- se rió el hombre rubio mientras le daba el último mordisco a la última pieza que le quedaba- estos dos querían comerse las tuyas y he tenido que impedírselo.

-A la próxima que tardes tanto, no tendremos tantas contemplaciones ¿eh?- le advirtió Neiz, mirando con pena los tres trozos que quedaban, y que de no haber estado ella habrían sido repartidos entre ellos. Una desventaja más de tener otro miembro en el equipo, aunque ese pensamiento decidió no compartirlo en voz alta, para no buscarse problemas con su líder.

Rubí por su parte, se sentó en el único hueco que quedaba libre, donde se encontraba frente a Doore y empezó a engullir su desayuno con ansia, saboreándolo como si fuera la primera vez que probaba bocado hasta que el plato quedó del todo vacío. En ese momento tanto ella como el resto se levantaron, dispuestos a empezar ya con su trabajo y se dirigieron hacia su sala de entrenamientos, donde entre todos le explicaron a la recién llegada todo lo que debía saber sobre su funcionamiento, los artefactos que estaban a su disposición y cuáles serían sus primeros pasos para poder convertirse en soldado de élite por derecho propio.

Corazones oscurosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang