"Solo ha sido una pesadilla"

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Tanjiro se ha despertado.
Con un impetuoso sobresalto. Se toca la cara con sus temblorosos dedos y solo encuentra el sudor frio producido por el miedo.
Sus labios también vibran, se tapa la boca y cierra los parpados.

Todavía viajan ante sus ojos algunos fragmentos de la pesadilla que lo ha abordado en su sueño.
Rastros de imagenes aterradoras grabados en sus pensamientos.

Se quita la mano de la boca y se la pasa por la frente, ligeramente caliente, poco a poco, volviendo a su temperatura regular.

Su expresión es cansada, se le están marcando unas ligeras ojeras bajo los ojos.
Pero está convencido de que no podrá volver a conciliar el sueño en un buen rato.

Se levanta poniéndose de cuclillas.
Mira hacia los lados.

A su izquierda duerme Inosuke, envuelto en las sabanas como un capullo de oruga esperando a abrirse cuando lleguen los rayos del sol.

A su derecha duerme Zenitsu, el cúal, incluso dormido y bajo sus comodas sabanas sigue sintiendo el tacto de Nezuko que...

-"Ha debido de abrazarse a él en sueños"- intuyó Tanjiro.

La escena era tierna.

Trataría de caminar lentamente y sin hacer el más minimo ruido.

Llevaba un pijama blanco y ligero se encontraban en una habitación relativamente grande, toda hecha de madera.

Colocó las sabanas arrugadas sobre el edredón extendido sobre el suelo.
Pasó un pie por encima de la pierna de su hermana, que asomaba por una de las partes de su manta.
Al pasar al otro lado Tanjiro la cubrió para que no le entrara frío.
Y acto seguido, abandonó la habitación produciendo golpes sordos, sonidos graves y ritmicos ocasionados por sus pisadas descalzas sobre el suelo de madera.

Abre la puerta corredera con lentitud y se adentra en los pasillos de la mansión de las mariposas.
Después de tantear un poco con los brazos a oscuras, se adapta a la penumbra nocturna y se dirige a la puerta de entrada.

Tras abrir esta ultima, también da al jardín.
Le asalta el resplandor de la luna directamente sobre los ojos y su luminosidad hace brillar el rocio de las flores...

Si en efecto, alrededor de la mansión creció un exuberante campo de flores naturales, cuyo origen poco parece importar... mientras sigan perseverando, sus magicos colores.

La brisa mueve las telas blancas colgadas sobre las temblorosas cuerdas del tendedero.

Tanjiro realiza una respiración profunda.
Respira la paz del momento, la frialdad del aire que se acababa de presentar aquella noche, los olores de las flores... todo esto lo llena por dentro haciendo que se deshaga de aquello que tanto lo atemorizaba en sueños.

Se sienta en suelo de madera a medio metro de altura del suelo. Roza la tierra con las plantas de sus pies desprovistos de abrigo. Su mirada se centró en la claridad del cielo.

Ni una nube enborronaba el monotematico panorama azul oscuro estrellado.
Salvo la luna, que seguía en el cielo, llena y reflejando una luz plateada que casi hacía parecer la noche el día.

-Vas a coger un resfriado- le avisó una voz femenina.

Los ojos del espadachín parpadearon un par de veces y su cabeza giró hacía la chica que acababa de hablar.

-Kanao...- susurró él. Y le pareció haberla nombrado hace no mucho aquella noche.

-¿Que haces despierto en mitad de la madrugada?- le preguntó la nombrada en una suave voz.

Kimetsu no Yaiba: El filo del amorWhere stories live. Discover now