31. Chica promiscua ¿Me estás coqueteando?

Start from the beginning
                                    

—Hola, bebé. Ya estás llegando ¿Verdad? —preguntó.

Cerré los ojos, con la esperanza de poder darle un final a mi sueño.

—¿Llegando a dónde?

—¡Andrea, hija de la verga! ¡Te estoy esperando hace dos horas en la casa de Jade! ¡Dijiste que ibas a ayudarme a preparar el pastel de Alana!

EL PASTEL DE ALANA.

Di un salto fuera de la cama y casi se me cayó el teléfono de la mano. Miré a mi alrededor desorientada y entonces comencé a ir de un lado a otro recolectando ropa y mis pertenencias.

—¡Hoy es la fiesta! —grité.

Me pareció oír a Jade carcajearse en el fondo.

—¡No me digas! —respondió Charlie y colgó.

Grite internamente y me vestí como pude. Un pantalón colgado en la silla, una camiseta del escritorio y un morral para mi teléfono. Corrí escaleras abajo mientras me colocaba la chaqueta y descolgaba mis llaves.

Encontré mis zapatillas en el pasillo de abajo y me las coloqué sin desanudarlas.

Cuando pasé por la cocina encontré la puerta que daba al patio abierta. Mamá y papá estaban en el jardín, trabajando en el huerto.

Él pareció encontrar una lombriz en el suelo y se la enseñó a mamá. Ella gritó y cayó de culo en la tierra. Lola comenzó a corretear alrededor de ellos.

—¡Me voy! —grité desde la puerta.

Los dos levantaron la cabeza para verme.

—¡¿A dónde?! —gritó mamá desde el suelo.

—¡A la casa de Jade! Es el cumpleaños de Alana ¡Vuelvo mañana!

Corrí fuera de la casa antes de que pudieran despedirse. Recogí mi bicicleta del césped y lancé mi morral en la cesta.

Tendría al menos diez minutos hasta llegar al centro y veinte más hasta la autopista, donde debía tomar el autobús que me dejaría en la estación de trenes.

Quité una mano del manubrio para enviarle por mensaje a mamá la dirección de la casa de Jade y luego coloqué el reproductor de música.

Tonight, I'm gonna give you all my love in the back seat

Solté una carcajada y pedaleé.

Bubble pop electric, bubble pop electric.

Llegué a la casa de Jade casi dos horas después, agotada por tanto pedalear y viajar de pie.

Cuando toqué el timbre de su casa ya era de noche y la música llegaba amortiguada desde el interior.

Jade me abrió la puerta con un emparedado en la mano y me estudió de pies a cabeza, como si estuviera debatiéndose entre si dejarme entrar o no. Su cabello estaba ligeramente despeinado y un poco de brillo manchaba el hombro de su chaqueta negra.

Estaba segura de que eso había sido obra de Charlie.

—Llegas tarde —dijo.

Le arrugué la frente a modo de amenaza, para desafiarlo a que dijera algo por mi aspecto, y él acabó por dejarme entrar.

Dejé la bicicleta junto al cobertizo, lo suficientemente apartada de la casa para que a nadie se le ocurriera robármela, y me metí a la casa por la puerta trasera.

Apenas la abrí, Charlie saltó a mi encuentro y me abrazó. Me estampó un beso que me dejó tonta durante un momento y luego se apartó para verme.

¿Escuchas Girl in Red? | PRONTO EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now