4

31 3 0
                                    


El sol apenas asomaba por las persianas cuando Jongdae comenzó a explotar mi teléfono. Al principio lo ignoré, no queriendo recordar la última noche tan temprano, pero en la tercera llamada, gemí y di la vuelta para responder. Solo logré dar un hola antes de que Jongdae se pusiera en marcha. 

—No puedo creer que te acobardaste y te fuiste. Te busqué en todas partes. ¿Qué diablos pasó? 

—Hola a ti también. Y no me acobarde, me expulsaron. 

—¿Qué? ¿Por qué? 

—Ni idea. 

—Tiene que haber una razón. No se limitan a patear a la gente, Baek. 

—Lo hicieron anoche. Todo lo que sé es que salí del baño, y antes de que pudiera bajar las escaleras para encontrarte, un tipo grande de seguridad me dijo que me iba y me echó, en mi maldito bóxer. ¿Sabes lo humillante que fue eso? 

Jongdae soltó una carcajada. 

—Pero... eso no tiene ningún sentido. ¿Por qué no les dijiste que fueran a buscarme? 

—Lo hice.

—Oh. Mierda, hombre, lo siento. 

—Está bien. —Me moví de costado y me apoyé en mi codo, sin querer revivir mi humillación—. Entonces, ¿cómo te fue? 

Cuando Jongdae se lanzó a una enumeración detallada de exactamente cuanta diversión había tenido con la pareja con la que había bajado al nivel tres, descubrí que mi mente volvía a lo que había pasado después de dejar el club. Toda la noche había dado vueltas y más vueltas, sin dejar de ver esos ojos espeluznantes que me miraban desde la oscuridad, y todavía podía sentir la sensación punzante en la nuca como si me hubieran estado observando. La sentí todo el camino a casa, pero cada vez que volteé para mirar hacia atrás, no vi nada. Intenté sacudirme la inquietud que se había instalado en mi estómago y centrarme en lo que estaba diciendo Jongdae. 

—...creo que incluso puedo ser miembro. 

—Eso es genial, Dae —le dije, aunque me había perdido la mayor parte de lo que había dicho—. Parecía tu tipo de lugar. 

—Podría ser tu tipo de lugar también, si te relajas un poco. 

—Nunca podría pagar un lugar así. 

—Lo harás pronto, Sr. Graduado de la Universidad. Espera...¿tuviste que tomar un taxi a casa anoche? Te pagaré por eso...

—No, no necesitas hacer eso —dije. 

Jongdae siempre había sido excesivamente generoso con el dinero de su familia, cortesía de su
herencia de sus abuelos estilo Rockefeller, pero yo nunca quise tomarlo incluso en sus pequeños intentos de hacer que mis apretados fondos se extendieran un poco más. La única razón por la que había ido anoche fue porque sabía cuánto significaba para él. Después de rechazar sus intentos de conseguir que me mudara con él y saliera de mi apartamento lleno de mierda, de todos modos no hubiera aceptado un no por respuesta. 

—Sí, lo hago. Te llevé allí, es lo menos que puedo hacer porque tuvieras que irte. Me pasaré por tu trabajo hoy. 

—No, realmente no lo necesitas. No tomé un taxi. 

Jongdae guardó silencio durante un largo momento. 

—Por favor dime que no llevaste tu culo por el centro de la ciudad en medio de la noche. 

—No fue un gran problema. —A punto de morir, eso es todo.

—¿No es gran cosa? —dijo Jongdae —. Soy el peor amigo por siempre. 

ESWo Geschichten leben. Entdecke jetzt