Barbie & Ken

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Minho observó la pizarra llena de ecuaciones con aburrimiento, llevó su mirada hacia el escritorio y suspiró escuchando la monótona voz de aquel profesor de matemáticas

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Minho observó la pizarra llena de ecuaciones con aburrimiento, llevó su mirada hacia el escritorio y suspiró escuchando la monótona voz de aquel profesor de matemáticas. Bostezó un par de veces y observó el reloj de Spiderman que descansaba sobre su muñeca y sonrió al recordar el regalo que sus padres le dieron por su cumpleaños. Volvió a suspirar viendo cómo recién marcaba las nueve y faltaba que ese cero justo después del nueve se transformara en un tres para qué -según sus cálculos- se hicieran las nueve y media, y finalice la hora.

Cruzó los brazos sobre el escritorio que compartía con su compañero, Changbin, y apoyó su frente sobre estos cerrando los ojos por un momento. Su intención no era dormirse, pero lamentablemente mirar sus dibujitos animados favoritos hasta tarde, trajo sus consecuencias.

Tras unos minutos sintió unos pequeños pinchazos en las costillas.

—Pss...Hey, Minho. —susurró su compañero, pero Minho parecía no querer reaccionar. —El profesor nos está observando... —Minho tras comprender lo que Changbin quería transmitirle abrió los ojos con pánico; se había quedado dormido. Rápidamente se enderezó en su lugar y miró hacia el frente como si nada hubiese ocurrido.

—Joven Minho, ¿Entendió lo que expliqué?—el adulto acomodó sus lentes sobre el puente de su nariz y sonrió queriendo aparentar ser simpático. El pelinegro se hizo pequeño en su lugar y tras pensarlo unos segundos negó tímidamente ante la mirada del hombre.

El adulto suspiró. Agradezco que al menos me pagan por ésto... Pensó.

—Decía qué, cuando los números que vas a restar tienen más de un dígito, es decir, que no solo es uno, si no que está acompañado por otros, siempre se empieza desde atrás —hizo una pausa— Y cuando, por ejemplo, tienes un tres aquí y un cinco aquí, éste número le pide uno prestado al de adelante, así. —indicó el número en la pizarra. —Entonces, como éste le prestó uno a éste, ya no queda en siete si no en seis y éste queda en trece ya que le agrego el uno adelante, entonces quedaría trece menos cinco, lo restamos y colocamos el número debajo de la línea. ¿Se entendió? —Minho asintió efusivamente a pesar de no haber entendido del todo pero no le importó, después le pediría ayuda a su madre.

El adulto sonrió volviendo a tomar asiento, entonces sonó el timbre indicando el receso.

—Bueno niños, no corran y nos vemos el próximo martes. —habló guardando sus cosas en el maletín. —Y recuerden traer esos dos ejercicios resueltos.

Minho se levantó de la silla y estiró sus bracitos hacia arriba, despejando a su cuerpo de cualquier rastro de sueño. Miró hacia su derecha y rodó los ojos observando como Seo ya se había marchado dejándolo sólo. Hizo un puchero, buscó el juguito de naranja que su madre le guardó esa mañana y caminó hacia la puerta con dirección al patio.

Sonrió cuando la suave brisa golpeó su rostro y caminó hacia el árbol que se encontraba a pocos metros de el, pero paró en seco cuando escuchó lo que creyó fué un suave sollozo. Curioso, se dejó llevar por aquel sonido, siguiéndole. Caminó unos pequeños pasos hasta que sus ojos chocaron con un pequeño niño hecho bolita en el piso. Inmediatamente corrió hacia el.

Barbie & ken ➳ Minsung¡! ᵒˢUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum