Prólogo.

746 74 16
                                    

Mi nombre es Carlos Montes, tengo 16 años, piel morena y cabello negro corto y lizo, mido 175 centímetros y no soy muy apuesto según yo.

La verdad me pasaron muchas cosas extrañas, tendría que explicarles todo desde el principio para no confundirles más.

Yo estaba apurado porque el despertador de mi habitación no había sonado, me tube que ir al colegio sin ducharme, y sin comer tampoco.

Durante el camino estuve corriendo bastante de unos perros que me querían morder.

Tras perderlos por diferentes calles... Me perdí yo también.

Cuando finalmente pude ubicarme, estaba a 20 minutos de la secundaria, y la campana sonaba dentro de 4 minutos.

Nunca fui alguíen que faltara a clases, era un alumno aplicado pero no de los mejores, soy el número 5 del top 10 de los más listos de mi clase.

Pero aún así, llegar tarde cuando es día de exámenes me sentará bastante mal, además de que mis padres me van a matar.

Reuniendo todas mis fuerzas, corrí tan rápido como me permitían correr mis piernas, incluso iba tan rápido que me caía al doblar en una curva muy cerrada.

De algún modo conseguí llegar a la secundaria, pero la campana ya había sonado, fui a mi salón y mi maestra no me dejó pasar.

Maldije mentalmente, y fui a sentarme a una banca en el patio, compré una empanada de carne molida y una de queso, puesto que no había desayunado.

Estaba a punto de comer, pero de la nada aparecieron dos perros que me miraban a los ojos, estaban flacos y tenían hambre.

Tengo debilidad con los animales, les dí mi comida y ellos se la acabaron en segundos, desgraciadamente ya no me quedaba dinero para comprarme más.

Cuando la campana sonó fui a la siguiente clase, o eso esperaba, pero fui llamado por el director.

Entré a la oficina y fui recibido por él, con una cara de pocos amigos y un grupo de 5 estudiantes más, todos con vendas y benditas por todos lados.

Ellos eran abusones que se metían con todos; un día, se metieron con quien no debían, mí amigo Jason, les dí una paliza inolvidable, tanto que aunque fueran ellos los que golpearon primero, no fue considerado en defensa propia por los maestros, para nada ya que Jason se mudó al día siguiente.

Acabé siendo expulsado, llamaron a mis padres, al llegar a casa fui regañado, golpeado y castigado.

Me quitaron mis cosas, así que mi cuarto quedó vacío, y también, como castigo no me dejaron almorzar.

Ya hartado de todo, salí de casa, aunque no suela hacerlo, fui directo a un puesto de comida, compré una hamburguesa y cuando estaba a punto de dar mi primer bocado escuché un "paf" o el sonido que haría una pistola.

Caí al suelo con las manos sujetando mi estómago, mientras perdía la conciencia, alguien se paró justo delante del dueño del puesto y le apuntó con su arma.

Le amenazó con llenarlo de hoyos si no le daba todo el dinero.

Él obedeció, pero era lento y el tipo parecía apurado por algo.

Estaba a punto de dispararle, pero yo, reuniendo todas mis fuerzas restantes, me levanté y puse mi mano en su hombro cuando no veía.

Carlos: Oye idiota.

El hombre volteo a verme con cara asustada, creyó que me mató, pero no, aún.

Di un rápido golpe al rostro seguido de un rodillazo al estómago, retrocedí y le lancé una patada a la cara que lo tumbó al suelo.

Renacido como una dragón No-muerta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora