Sentirme perdido era poco, no tenía ni la menor idea de lo que hablaba.

–¿Que dices? ¿De que hablas Nathalia?

–Es que... yo creí que teníamos que ponerle un alto a todo esto, donde todo comenzó, aquí donde todo comenzó por ti y por mi, creí que sería buena idea de que la dejáramos... partir.

Ahora todo tenía sentido, ella hizo todo esto para que la dejáramos ir. Me arrodillé a su lado y la abracé con todas mis fuerzas con la intención de que su llanto desapareciera.

–Lamento hablarte de ese modo– solté después de un rato cuando de sus ojos dejaron de salir lágrimas– Estaba asustado– confesé.

–Lo sé, también lamento haberte ocultado el motivo del viaje, pero no encontraba palabras para decirte– recargó su cabeza sobre mi hombro y yo acaricié su cabello.

–¿Tienes hambre?– me separé de ella para esperar su respuesta y ella asintió. Me levante para después ayudarla a ella y que tomara mi mano– Ven amor, vamos a buscar algo de comer.

Toda la tarde la pasamos buscando almejas, después de eso tuvimos que bañarnos para no tener olor a pescado, la tarde ya se hacía presente y Nath estaba terminándose su helado que ganó gracias a una apuesta.

–JungKook– me llamo bastante inquieta.

Sabía lo que me iba a pedir, la conocía tan bien que me sabía de memoria todas y cada una de sus reacciones.

–¿Quieres ir a dar un paseo por la playa?– pregunté de una manera muy sutil. Ella simplemente asintió.

Después de lo qué pasó esta mañana, Nath había estado tranquila toda la tarde, hasta ahora, y sabía la causa de su inquietud, a decir verdad, también me sentía así pero no quería que lo notara.

–Iré por un suéter para ti y para mi, te puedes resfriar– dije sin esperar respuesta, deje un beso en su frente antes de ir a la casa de campaña.

Tome su suéter y mi chaqueta claramente, pero el objetivo principal era aquella cajita negra color mate con una cruz dorada en la esquina derecha, aquella cajita donde yacían los restos de la que sería mi niña, mi bebé. La tome con cuidado y la sostuve con una mano mientras que con la otra llevaba nuestros abrigos.

Llegue hasta donde Nath y su mirada se desvió hasta la cajita que sostenía con mi mano. Sus ojos se llenaron de lágrimas tan pronto como estuve a su lado. Ofrecí su suéter en silencio y ella lo tomo; una vez que ambos estuvimos abrigados tomó mi mano y comenzamos a caminar, el único sonido que invadía nuestros oídos que eran las olas romperse. El sol se ocultaba y los últimos rayos se estampaban en el perfil de Nath, haciendo que tuviera frente a mi una obra de arte. Llegamos hasta un rompeolas y nos detuvimos frente a él.

–Este parece ser un buen lugar, ¿Tu que dices cariño?– pregunté.

–Lo es, es perfecto– me dio una sonrisa antes de comenzar a subir las rocas.

Tardamos un poco porque las rocas estaban mojadas y no queríamos sufrir un accidente. Cuando llegamos arriba ambos miramos hacia el mar y suspiramos al mismo tiempo.

–Estás lista– le pregunté. Mi mano busco la suya hasta entrelazar mis dedos con los suyos, la mire, se veía preciosa, a pesar de que el nerviosismo había crecido en ella.

–Lista– respondió luego de unos minutos– ¿Puedo...?

–Ten– le di la pequeña urna.

Las pequeñas gotas transparentes que salían de sus ojos comenzaron a bajar por sus mejillas. Un dolor en el pecho me aviso que era cuestión de minutos para que yo estuviera de la misma forma.

–Mi pequeña– Nath abrazo la pequeña caja– Sé que tú ya no estás aquí, qué tal vez estés acompañada de mis padres, de mi hermano y que la señora Cho te esta consintiendo como lo hizo conmigo. Mi linda niña, debemos dejarte ir, pero eso no significa que te olvidaremos, porque eso es imposible, tú siempre vivirás en mi corazón y en el de tu papá, porque mientras estuviste en nuestras vidas de amamos como nunca habíamos amado a nadie– en ese momento la voz de Nath se quebró y escondió su rostro en mi pecho.

La envolví con mis brazos y la apreté contra mi, quería que me sintiera, que tuviera en cuenta que estaba junto a ella. Mis lágrimas caían sobre su cabello dejándolo húmedo.

–Amor, ella pudo sentir todo el amor que le dimos, si bien no fue la niña más deseada en el mundo, pero si la más amada y esperada. Agradezco su llegada, a pesar de ser efímera, sin ella probablemente yo estaría muriendo sin tu compañía. No me alcanzará la vida para agradecerle que me haya regresado a ti.

Y esto era lo mágico de pasar la vida junto a alguien como Nath. Podíamos estar completamente rotos, pero estábamos juntos. Podíamos estar completos, pero estábamos juntos.

–Eres lo que más amo en el mundo– bese su coronilla. Sus brazos se aferraban más a mi cintura.

–Tu eres lo que más amo en el mundo– me miro a los ojos, ambos llorábamos como unos críos, pero no importaba, dejo un cálido y corto beso en mis labios, que a pesar de tener el sabor de sus lágrimas y las mías, a mi me sabía solamente a tranquilidad.

Cuando nos separamos, nos acercamos a pasos lentos hasta la orilla del rompeolas, una ligera y cálida brisa se llevó las cenizas que yacían en la urna, cayendo delicadamente sobre las olas del mar, convirtiéndose en uno solo. Tal y como lo éramos Nath y yo.

–Hemos cumplido nuestros votos– habló Nath mientras caminábamos por la playa– En las buenas y en las malas– Aclaró.

–En las buenas y en las malas– acepté sus palabras– Me alegra que seas tú, ahora sé que no hubiera funcionado con alguien más que no seas tú Nath, cualquier otra pareja de hubiera separado.

–Pero nosotros no somos como ellos JungKook, y me alegra que sea así. Porque nosotros no tendremos final, a menos que tú lo quieras.

–¿Estas loca?– me frené para encararla, el tan solo escucharlo me causaba escalofríos– Tu y yo prometimos estar toda una vida juntos, cumpliré mi promesa.

Ella simplemente me regaló una gran sonrisa y estampo sus labios con los míos, para fundirnos en un beso donde las palabras sobraban y las intenciones eran demostradas.

–También pienso cumplir mi promesa JungKook.





















Fin

Utopia JJK. (LOVE BOOK III) [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now