—¿Chae?

Sobresaltada, retrocedí lentamente hacia mi cama, me senté, y esperé. Después de un minuto más, escuché a Hyejoo levantarse e irse. Me asomé por la ventana y la observé descender el gran árbol junto a mi casa. Regresó a la suya y mientras caminaba junto al saco de boxeo de su garaje, le propinó un enojado swing. Empezó a entrar y luego se giró y golpeó de nuevo a la cosa con la otra mano. Luego, repentinamente, golpeaba el saco con golpes sanguinolentos. Lo golpeó durante unos buenos cinco minutos con puñetazos tan rápidos que juro que ni siquiera pude ver la mitad de ellos. Cuando finalmente se detuvo para recobrar el aliento, sacudió la mano y examinó sus nudillos. Después de eso, con una última mirada en mi dirección, desapareció dentro de su casa.

***

Al día siguiente fui al parque para conseguir entrar en un juego de mejora y me di cuenta de que Hyejoo me miraba desde la distancia. Después de eso, pasé el resto de la semana en mi habitación, volviéndome loca. Me encontraba acostada en mi cama leyendo un cómic de Spiderman cuando oí un coche en marcha. Sonaba demasiado bien para ser cualquiera de las minivans de mis vecinos. Miré por la ventana justo a tiempo de ver a Hyejoo

alejarse en su BMW. No perdí ni un segundo de esta oportunidad. Abrí mi ventana, influenciada por la música, y me puse los patines. Saqué mi red de hockey y acababa de lanzar la primera bola a través de ella cuando una voz detrás de mí dijo—: Sabía que me evitabas.

Me sorprendió tanto que casi me caí de culo. —¿Dónde...? —Mi voz traqueteo mientras buscaba el BMW que nunca escuché regresar.

—Di la vuelta en la esquina y aparqué —dijo Hyejoo, comprendiendo exactamente por qué lucía confundida—. Supe que no saldrías a menos que pensaras que me había ido.

Traté de no ruborizarme. No estaba segura cómo de bien funcionaba.

—No te evito —dije. Mentía entre dientes por supuesto. Bajé la vista y lancé otra bola a la red.

—No estoy enojada contigo, ya sabes —dijo Hyejoo.

—¿Enojada conmigo? —pregunté, sorprendida—. ¿Por qué lo estarías?

—Oh, veamos. Me llamaste hetero. Me pisaste el pie. ¿Y me estás evitando ninguna razón?

—Te merecías lo del pie, y no te llamé hetero —dije, pero mis mejillas ardían de nuevo—. Te llamé guapa.

—Todavía sigues evitándome.

—No lo hago.

Hyejoo claramente no me creía.

—Me incomodas —solté antes de que pudiera detenerme.

—Por la intensa atracción entre nosotras —dijo Hyejoo, cien por cien en serio—. Es natural.

Mi boca cayó abierta.

—Te acostumbraras si dejaras de evitarme.

Hyejoo se acercó, y mi respiración se cortó.—No me siento atraída... —me detuve. Me daba esa mirada otra vez, no creyendo ni una palabra de lo que decía.

Si trataba de hacerme enojar, funcionó. La empujé hacia atrás y lancé otra bola a la red. Hyejoo observó con el ceño fruncido. —¿No se supone que deberías estar usando un disco?

—Sólo cuando estás en el hielo —expliqué. No pude evitar mis ojos en blanco. Aparentemente tenía razón sobre lo de no tener ningún juego—. Pero un disco no se desplazaría por el asfalto exactamente. En Street-hockey usamos estas. —Golpeé la última bola de goma naranja y voló directamente hacia el centro de la red.

Sweet Psycho || HyewonWhere stories live. Discover now