En busca de aliados, la travesía de Dhía

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— ¿Por qué me siguen mirando, insignificantes criaturas? — les habló con desprecio, en parte simulando la actitud que debía tener la enviada de deidad y en parte reflejando su propia repugnancia — Yo soy Eroë, la enviada de Zeher, ¿Por qué osan molestar a mi señor?

— Alabamos a nuestro dios, el magnífico Zeher, y yo Gah’ar te saludo en nombre de mi pueblo evasiva enviada — un aterrorizado Chamán se inclinaba ante ella a tiempo que todos los demás trasgos hacían lo mismo.

— ¿Qué quieren de mi señor, insignificantes criaturas? — Dhía volvió a preguntarles, en parte divertida al verse adorada como la enviada de un dios.

— Solo pedimos un favor, ¡oh enviada del maestro de todo trasgo! — el chamán hablaba nuevamente — te pedimos que nos muestres el camino hacia nuestros enemigos, los enanos que siguen a Tangor, para que así podamos destruirlos en gloria de Zeher y su mano guerrera Linwëlin..

—Zeher  los guiará — Dhía sonrió, mientras fingía entrar en un corto trance — necesito a todos sus chamanes, para seguir el camino de mi señor, el resto debe esperar en su guarida central hasta que yo les lleve a sus enemigos — Soltó Dhía en cuanto fingió despertar del trance.

— Sé cómo has dicho ¡oh gran diosa de la muerte eterna! — los trasgos respondían al unísono, mientras los chamanes se preparaban para acompañarla y los guerreros se preparaban para replegarse en su madriguera, bastante lejana de aquel punto.

— ¡Momento! — Repentinamente una gruesa voz interrumpía los preparativos — ¿Qué están haciendo y quien es aquella criatura? — Un intimidante general elfo, probablemente de la guardia de élite de Linwëlin, detenía los preparativos — contesta, extraña bruja, ¿quién eres? — amenazó el general desenvainando la espada.

— Eroë — respondió tajantemente Dhía— Enviada del dios Zeher a quien el pueblo trasgo sirve con fidelidad.

— ¿ Eroë? — el general la vio con cautela — realmente creo que eres algún tipo de impostora, bien se ha demostrado que las deidades nunca los han escuchado.

— ¡Blasfemia! — Gritó Dhía manteniéndose en su papel — ¿Cómo te atreves a blasfemar contra mi señor?

— No blasfemo, solo dudo — respondió retadoramente el general, ante la atónita, y molesta, mirada de los trasgos — si es cierto lo que dices, llévame con los enanos— el general hizo una breve pausa — o espera a que reúna una fuerza de élite y señálame el camino donde se encuentran aquellas criaturas.

— ¡No condiciones a una enviada de Zeher! — Dhía pensaba rápidamente, sin duda alguna la presencia de general no era algo previsto.

— Condiciono a quien quiera — respondió nuevamente el general sin percatarse que los trasgos de su alrededor se molestaban cada vez más — Espera a que traiga a mi fuerza, o quizá compruebe si las enviadas de los dioses trasgos sangran — El general amenazó a Dhía con su espada.

— Está bien — Dhía, quien había prestado atención a las criaturas que los rodeaban — esperaré a tus fuerzas — el hada sonrió mientras veía que el general, confiado en su amenaza, envainaba el arma — aunque… tengo hambre — el hada hablaba captando la atención de sus fieles trasgos — quiero un sacrificio — soltó repentinamente Dhía.

— Enviaremos a los mejores cazadores al bosque, ¡oh enviada divina! — Gah'ar le había devuelto respetuosamente la palabra, mientras que con señas ordenaba un futura cacería.

— ¡No! — Dhía paró en seco a los trasgos — quiero un elfo en sacrificio — el hada señaló al general elfo, que recién en ese momento vio el verdadero peligro mientras desenvainaba su espada.

Nathalie y los Portadores de los ElementosWhere stories live. Discover now