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Octubre del 2017
No tenía que dar explicaciones y lo sabía con certeza, el problema radicaba en que ni siquiera yo podía darme las explicaciones para lo que acababa de hacer.
No era un hijo de puta, no al menos en aquel extremo donde les mandaría un simple mensaje de texto y para mi todo quería cerrado, al contrario, quede con cada una, no di explicaciones, pero intente ser lo más empático al momento de decir aquello e intente que todo quedara en buenos términos.
No sé qué era lo que yo intentaba con esto, tal vez sentirme merecedor de alguien como ella, tal vez obligarme a no correr por alguno de esos caminos cuando algo me jodia pero sea lo que fuera, ya lo había hecho y me sentía con una carga menos.
Deje las llaves sobre la mesa a un lado del sofá y me deje caer sobre el sillón que era tremendamente cómodo, cerré los ojos y tire mi cabeza hacia atrás dejando que el recuerdo de sus labios moviéndose junto a los míos se apoderara de mi mente, la sensación de sus manos subir por mis brazos hasta rodear mi cuello, sus dedos enredándose en mi cabello y su cuerpo estremeciéndose bajo mis manos que intente mantener quietas, aunque no pude evitar trazar mi recorrido por su cuello, por sus hombros, su espalda y su cintura.
Mi orgullo era demasiado para admitir que aquello fue el detonador para cortar en persona los lazos con Sara, Alexis, Chelsea y por llamada con un par más. Era demasiado para mi admitir que con un beso me hizo sentir que debía dejar todo, pero el hecho de que admitiera que pensaba en mí y no en Oliver me hizo sentir embelesado y con el ego exponenciado.
Esperaba que el chico armará un escándalo, pero cuando volví a donde todos estaban él se mantenía de pie a un lado de ella, hablando de quien sabe qué, pero con una sonrisa y de la manera más natural y no tuve otra opción más que actuar como si nada hubiera pasado.
—¿Celoso? —reí ante sus palabras mientras me movía dentro del armario en busca de lo que me pondría.
—Solo es curiosidad —la escuché hablar con tranquilidad desde el otro lado del teléfono.
—No, no soy celoso —saqué una camisa, la miré por unos cuantos segundos y negué—. ¿Qué vas a ponerte?
—No lo sé —murmuró después de un momento de silencio—. ¿Y tú?
—En eso estoy —admití después de tomar un par más de prendas—. Lamento no haberte llamado ayer.
—Niall, iré a ayudar a Julia ¿sí? —no me dejó hablar—. Nos vemos más tarde.
Colgó y deje salir un pesado suspiro, estaba molesta y no podía excusarme porque desde su perspectiva yo era el idiota que la beso, no hablo al respecto y al día siguiente no dio señales de vida, y soy lo suficientemente orgulloso como para preferir darle largas a admitir que estaba terminando con todo lo que podría salir mal solo por ella.
