Ya llevaba varias semanas viviendo allí, semanas donde había estado hasta arriba de trabajo pesado, y al fin esa noche podía tener un descanso. Había planeado salir a beber algo con sus amigos y destacar entre ellos para tener a alguna sexy chica, asique tomo sus mejores prendas y se dirigió hacia la recepción caminando con elegancia que había adquirido con el pasar de los años.

Al llegar a la salida vio el auto de su amigo al otro lado de la calle y no pudo evitar sonreír con arrogancia.

Él no era una mala persona ni nada, pero... él era mucho más atractivo que su amigo, y aunque quizás él tuviera un auto mejor que su Tesla, las mujeres no se montarían en él, mucho menos en su auto.

Era obvio para Robert quien tendría sexo esa noche y quién no.

Atravesó las giratorias y alzo sus brazos hacia su amigo en un gesto de saludo. El chico apoyado en el auto por otro lado dejo de mirar su móvil guardándolo y agito su mano hacia Robert sonriéndole con amabilidad.

Él no pudo reparar el atuendo de su amigo, se vestía como pobre y Robert estaba seguro que esa era la razón del porque sus novias lo dejaban.

Era patético.

Avanzo unos cuantos pasos más y algo golpeo su hombro, fue un golpe fuerte, como si alguien dejara caer una toalla mojada sobre su hombro con brusquedad. Confundido llevo su mano hacia la zona sin ni la menor idea de lo que podría ser y cuando sintió algo viscoso y resbaladizo entre sus dedos, salto en su lugar asqueado y lo arrojó al suelo reprimiendo una arcada.

Le había caído un... un... ¿¡UN CONDON USADO!?

El asco lo tenía el shock y solo podía ver el látex sobre la acera.

Él se había mudado a ese edificio porque estaba cansado de la gente pobre y su vulgaridad, ¿¡Y ahora recibía IPhones sobre su parabrisas y condones sobre él!?

Volvió a tener arcadas y se tomó el vientre sintiendo que el asco iba a ganarle.

¡ALGO QUE HABIA ESTADO EN UN PENE AJENO LO HABIA TOCADO! ¡AHORA TENIA SEMEN DE ALGUIEN MAS SOBRE ÉL!

Su amigo se acercó preocupado tomándolo de la espalda para saber si se encontraba bien, le masajeaba la espalda viéndolo sin saber lo que ocurre, y cuando Robert se quita el saco gritando, ve el preservativo y no tarda en relacionarlo.

— Te cayo un...

No pudo terminar de hablar y se interrumpió a él mismo con una carcajada escandalosa que lo doblo sobre su lugar haciendo que se tomara el abdomen.

Se reía con ganas señalando a Robert y eso solo hizo que él castaño se molestara más.

Su amigo no paro de reír ni luego de haber llegado a ROM, y allí se lo conto a los demás.

Esa noche Robert no consiguió ninguna chica.

//Hanna lanzo el condón luego de que le pidiera a Reed que pasara la noche en el Penthouse//

🚬🚬🚬🚬

A esas alturas del año, Robert ya estaba cabreado, no podía continuar su día a día sin que alguien le recordara el incidente con el preservativo, y lo peor es que el hotel una vez mas no se había hecho responsable de lo que había sucedido. Nunca le dijeron quién fue el responsable del preservativo.

Bajo de su auto y avanzo hacia el ascensor pensando seriamente en hacer sus quejas más serias, quizás ya era momento de hablar con la policía y no con el gerente del hotel.

Subió al ascensor y se asustó un poco cuando una gran mano tomo la puerta antes de que se cerrara. Entraron dos hombres que con un poco más de vello podrían pasar fácilmente como gorilas y tras ellos, una preciosa rubia que lo hizo tragar saliva.

Se parecía bastante a Hanna Morgan, la sexy mujer que vivía cinco pisos más arriba que él, la dueña de la ciudad, y solo había visto dos veces de cerca, pero vaya dos veces...

No, ella ni le dirigió la palabra, pero cruzaron miradas la segunda vez, Robert estaba seguro de que, si le pedía una cita, ella aceptaría y tendrían sexo toda la noche. Robert no sabía que, si ella lo hubiera querido, eso ya hubiese pasado y no hubiese hecho falta una cita.

Miro a la mujer todo momento, solo que ella a diferencia de Hanna, si le dirigió la mirada, le sonrió y agito su mano hacia él. Robert se tardó en corresponder el saludo ya que la sangre había abandonado su cerebro para ir más al sur.

Sasha lo miro de pies a cabeza y justo cuando Robert pensó que podía seducir a la madre en lugar de a la hija, las puertas se abrieron en su piso.

— ¡Hola! me llamo Robert. — Le hablo a la mujer, sin embargo, los gorilas la cubrieron y le pidieron de manera para nada amistosa, que bajara del ascensor.

Lo hizo y sonrió como idiota cuando la mujer agito sus dedos en forma de saludo hacia él mientras las puertas se cerraban. Se quedó unos segundos hipnotizado por la belleza de la mujer y reacciono luego de un rato. Avanzo a su departamento y frunció el ceño al recordar.

Él iba a llamar a la policía.

Se quitó el saco y fue a la cocina marcando al 911. Se preparó un emparedado y comenzó a hablar con la mujer diciéndole sobre su problema y como quería solucionarlo con la policía. Lo que Robert no esperaba, es que no lo tomaran en serio y lo dejaran esperando alrededor de diez minutos, luego de largos minutos, alguien le cogió la llamada y le pidió su dirección para ir a hablar con los del hotel en su nombre.

Robert estaba emocionado, si venia la policía, los del hotel ahora si le dirían quien era ese vecino tan despreciable que nunca había visto pero se esforzaban en encubrir.

Bajo en el ascensor emocionado y camino como el dueño del mundo hacia la entrada. Vio de reojo al encargado de los ingresos del hotel y sonrió.

"Alguien perderá su empleo" Pensó.

Cruzo las puertas giratorias y cuando salió, le hizo señas a los policías que bajaban de la patrulla.

Al fin iba a poder vivir sin malos ratos en el hotel, encontrarían al responsable de sus malos ratos y no tendría más remedio que echarlo.

Avanzo cuatro pasos sonriendo... pero se detuvo de inmediato y su sonrisa se borró cuando ambos policías sacaron sus armas y lo apuntaron al pecho.

— ¡MANOS ARRIBA AHORA MISMO!

Robert no entendía lo que sucedía asique levanto las manos, el policía tiro de él y lo obligo a recostarse en el suelo esposando sus manos atrás de su espalda. Robert exigía saber que estaba ocurriendo y su desesperación aumentaba mientras veía a la gente detenerse para ver lo que ocurría.

»— ¡Tenemos un 10-23! ¡Repito, 10-23!

Veía al policía gritar delante de él y se giró sin saber que era un 10-23, miro sobre su hombro y se tensó al ver en las manos del policía una bolsa con polvo blanco.

10-23, posesión de drogas.

— ¡ESO NO ES MIO!

Robert trataba de quitarse las esposas y el policía lo levanto.

— Si claro, eso dicen todos.

Lo subieron a la fuerza a la patrulla y bajo la cara cuando todos en la calle seguían mirándolo.

Definitivamente había sido mala idea irse a vivir a ese lugar.

//Hanna lanzo del balcón la cocaína que Sasha le llevo//

//Hanna lanzo del balcón la cocaína que Sasha le llevo//

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.


Escapando del infierno (+21)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant