DOS

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Desperté de un salto y los recuerdos de mi sueño se borraron inmediatamente. Así es siempre, es muy rara la vez que recuerdo un sueño y si lo recuerdo siempre termina siendo algo malo.

Miré la hora en el reloj que se encontraba al lado de la televisión 20:53 definitivamente había dormido más de doce horas, creo que llevaba años sin dormir tanto.

Luego de estirarme en la cama, me levanté y fui a prepararme algo de comer. Saber que la mujer me reconoció fácilmente, me dejó un poco inquieta, ya que debía ser igual de fácil para los demás. 

Con mis tostadas ya preparadas y mi café, me fui a sentar al living y encendí el televisor.

¿Estaba en peligro? sabía que es gente realmente mala la que quiere asesinarme, ¿Pero son un peligro para mí?

Luego del accidente de mis padre, a mis nueve años me fui a vivir con mi abuela. Si los primeros seis años en la vida de una personas son los más importantes, yo estuve hasta los nueve con mis padres y se encargaron de enseñarme muchas cosas, algunas cuantas que hubiese preferido no saberlas tan pequeña. Creía que eran sueños, pero después al estar lúcida también me sucedía, no se lo comenté a nadie, me aferraba a la idea de que eran sólo sueños.

Mi abuela fue una persona que admiraba muchísimo a a Da Vinci, me crió con mucha influencias de él, por eso ya a mis diecinueve años sabía tanto de artes marciales, como de artes plásticas, tanto de música, como de ciencias y así mismo con un montón de otras áreas. Me crió como una persona completa y capaz de ejercer en cualquier disciplina.

A mis treinta y dos años he conservado y he perfeccionado todo lo que me inculcó mi abuela. 

Francamente no confirmé que mis recuerdos eran vivencias hasta ayer, al ver a esa mujer.

Mantener la calma es algo innato en mí, hast en mis recuerdos soy una persona que sentía mucho, pero demostraba poco.

Incluso en el recuerdo que vino a mi mente cuando vi a la mujer, mientras el hombre fornido me ahorcaba, yo sólo lo miraba, no grité ni lloré, pero tenía muchas ganas de hacerlo. Extrañamente, a la hora de sentir felicidad sí lo demuestro, esto sólo sucede excepcionalmente con la felicidad.

No tenía miedo de lo que me pudiera pasar, de alguna forma siempre me sentí lista para recibir la muerte, no es que quisiera morir, pero no tenía miedo de ella y tampoco tenía alguien a quien dejar sufriendo por mi ausencia, eso me dejaba mucho más tranquila. 

Cuando la segunda película se dió por concluida, mire la hora y ya eran las una y treinta de la madrugada, fui a la cocina y lavé lo que había ensuciado.

Sentí ganas de tomar aire fresco, así me puse un jeans negro con una blusa del mismo color y sobre esta una chaqueta de mezclilla. En el bolsillo interno de la chaqueta metí mi pluma, una que siempre cargaba conmigo, fue un regalo de mi abuelo cuando cumplí los doce años y me hizo prometerle que la llevaría siempre conmigo. En fin, me ha servido para abrir muchos envoltorios de comida.

Abrí la puerta de mi casa y a la par escuché como golpeaban otra puerta, era la continua.

Lo sentí, sentí esa carga en el aire, el aura tétrico que se instaló en el pasillo. No salí de mi casa, asomé un poco la cabeza para ver de quién se trataba.

Frente a la puerta de mi vecina, una mujer joven y muy buena persona para su propio bien, se encontraban dos hombre de traje, eran se veían de mi edad, eran realmente llamativos. La tez que tenían era blanca, se llegaba a ver lechosa, sus cabellos de un negro azabache y los dos de un gran porte. estaban completamente pulcros, en definitiva llamaba completamente la atención.

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⏰ Last updated: Apr 12, 2021 ⏰

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Aislada.Where stories live. Discover now