En busca de aliados, la travesía de Yin.

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Nephos guardó silenció un momento, en el fondo sabía que aquello era verdad y que era hora de una verdadera lucha, hora de vengar la muerte de su madre. Sabía también que sus generales nunca aprobarían un movimiento de todas sus fuerzas, muchas de ellas aún en entrenamiento y, lo que era peor, muchos más temerían al enfrentarse contra los leviatanes. Pero, contra todo aquello, Nephos sabía que Yin tenía razón. Buscando en su mente solo se le ocurrió una salida posible.

— Ayúdame a definir un plan — Nephos rompió el silencio a tiempo que Yin sonreía — luego haremos que el consejo de generales miedicas lo acepte.

— Ese es el Nephos que recuerdo — Yin sonrió, poniéndose manos a la obra para ayudar a su amigo.

—0—

Los generales, sorprendidos por la reunión imprevista a la que habían sido convocados, entraron en la habitación del consejo. Se sorprendieron aún más al ver a un silfo, envuelto en su burbuja de aire, en dicha sala de reuniones.

— ¿Qué hace aquí? — Señaló uno de los generales que habían ayudado a Nephos durante el éxodo de su pueblo — las reuniones del consejo son privadas — el resto de generales pareció asentir con la mirada— es imperativo que ese ser se vaya — culminó despectivamente el general.

— Ese ser es mi invitado — cortó bruscamente Nephos.

— Pero majestad, conoce la ley, no podemos a arriesgarnos a dar a conocer nuestros planes de batalla a un posible…— el general no se atrevió a completar la frase.

— ¿Espía? — Yin completó la frase por el viejo general — ¿sugieres que he venido a espiar sus planes de batalla? — Yin miró retadoramente al general.

— Por lo que se, pude ser así — retó, a su vez, el general a Yin y el resto de los generales pareció apoyar nuevamente al anciano tritón.

— Yo respondo por él — Nephos buscó conciliar el asunto — la misma ley…

— La ley le impide realizar aquella acción — el anciano volvió a cortar bruscamente a Nephos — a menos que su invitado se trate de…— nuevamente el anciano no pudo concluir la frase, inadvertidamente se dio cuenta de la posible situación.

— ¿A no ser que se trate de qué? — Nephos sonrió ligeramente mientras cuestionaba a los generales — a no ser que se trate de un portador — se respondió a sí mismo — Muéstrales Yin — Se dirigió a su amigo esperando que no realice el truquito de las burbujas con que no había impresionado ni siquiera a un par de guardias.

Yin, comprendiendo que debía realizar algo espectacular, así que concentró toda su energía y fue focalizándose en aquellos minúsculos fragmentos de aire: el oxígeno del agua. Poco a poco fue acumulando una energía cada vez mayor, hasta que finalmente la soltó. La energía creada por dicha acción fue formando, paulatinamente bajo el dominio de Yin, un tornado en el agua manejado por la fuerza del aire, que pronto fue creciendo y terminó absorbiendo varios muebles e incluso un par de generales, dentro de sí mismo. Cuando finalmente Yin creyó que era prudente terminar su demostración, fue aplacando la energía de su tornado marino, hasta que finalmente se disipó por completo dejando un par de aturdidos tritones en el suelo de la habitación en medio de un gran desorden.

— Entonces, le pregunto a este honorable consejo: ¿Puede el portador del aire quedarse?— Nephos no podía contener su sonrisa, pues su amigo les había dado una lección a aquellos que pretendían saber más que él en todo momento.

— Puede quedarse — afirmó el anciano general con el orgullo herido.

— Bien — Nephos continuó solemnemente — los he convocado para que me ayuden a finalizar los preparativos para un nuevo éxodo y una nueva batalla, la gran guerra finalmente…

Nathalie y los Portadores de los ElementosWhere stories live. Discover now