En busca de aliados, la travesía de Yin.

Începe de la început
                                    

Tras hablarle de ese modo, las dos sirenas apuntaron nuevamente, los tridentes hacia Yin, esta vez dispuestas a terminar con su enemigo. Yin, por su parte, busco la mejor manera de dejar fuera de combate a sus enemigas sin causarles mucho daño.

— Basta — una voz calmada, pero autoritaria apreció salir de la nada — bajen sus armas, dice la verdad.

De entre las sombras apreció la impactante figura de un macizo tritón, y aunque le costó un poco, Yin pudo ver que detrás de aquel formado cuerpo, e incluso tras el parche que este poseía en un ojo, se encontraba el amigo de su infancia: el príncipe Nephos.

— Has estado haciendo ejercicio — Yin saludo con alegría a su amigo.

— Y tú has estado haciéndote viejo — Nephos le devolvió el saludo a su amigo — pasa, tenemos que hablar — añadió seriamente mientras que, a una señal suya, en el coral, se abría una muy bien escondida puerta dándoles paso a su interior.

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La sala del consejo de guerra de Nephos era amplia y agradable, una gran mesa de coral ocupaba la mayor parte de la sala, y alrededor de la misma se agrupaban varias sillas destinadas al consejo de guerra.

Aunque en aquel momento la sala se encontraba casi vacía, Yin podía sentir que solo la presencia de Nephos parecía llenarla, pues su amigo había adquirido la presencia real que no poseía cuando eran niños.

Tras unos minutos de charla, Yin sintió el pesar de la muerte de la Reina Celeste, maldiciendo la hora en que dos pueblos hermanos no hayan podido honrar en conjunto, y como es debido, la muerte de sus antiguos portadores.

— Bien, basta de lamentos — Nephos cambió drásticamente de tema — ¿Qué te trae por aquí viejo amigo? — preguntó el tritón.

— La guerra — respondió Yin, y acto seguido hizo un breve resumen de los hechos que habían desembocado en su búsqueda y visita al pueblo de Nephos — ¿Me acompañará tu pueblo entonces? — concluyó preguntando el silfo.

— No — respondió Nephos tajantemente — aunque quisiera, será imposible iniciar un nuevo éxodo con mi pueblo y tropas.

Asombrado por la respuesta de su amigo, Yin pidió una mayor explicación de los hechos. Nephos, por tanto, le mostro una preocupante realidad: si bien la bruja marina Bruma Negra había partido con la mitad de sus fuerzas, su compañera, Bruma Roja, se había quedado en aquellos mares con un gran destacamento de enemigos, y lo que era peor, con grandes manadas de leviatanes: gigantescas criaturas marinas, que comandadas por un jinete, podrían terminar con la vida de diez o veinte sirenas y tritones con demasiada  facilidad.

La guerra de guerrillas había sido efectiva por la facilidad de movilizar pequeños grupos, pero mover un pueblo entero, resultaba imposible.

— ¿Imposible? — Yin preguntó sarcásticamente — eso no suena el Nephos que yo conozco, un tritón que no se detenía ante nada.

— Un tritón que ahora es responsable por lo que queda de su pueblo — Interrumpió Nephos

— O… un tritón que teme enfrentarse a un enemigo mayor… ¿le temes a Linwëlin? — Yin volvió a molestar a Nephos.

— ¡No le temo a nada! — el tritón respondió enojado — es solo que ahora soy responsable por…

— Por el miedo de tu pueblo — Yin, a quien ya le molestaba la actitud de Nephos, respondió agresivamente — por el miedo de un consejo de generales asustados y ancianos que solo quiere combatir en lo seguro, por el miedo de morir como Celeste, por el miedo al miedo mismo… ¡reacciona Nephos, si no peleamos, tu pueblo estará condenado a morir escondido en este arrecife! — Yin tomo un aíre y exclamó finalmente— ¡cobarde!

Nathalie y los Portadores de los ElementosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum