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Solté un último gruñido de dolor cuando Julia terminó de ajustar los vendajes alrededor de mi pierna. Aún dolía como el demonio, pero al menos no estaba desangrándome hasta la muerte.

—Bien. Ahora, ¿dónde está ese hijo de puta? Voy a partirle el cráneo —dije, intentando levantarme de la cama, sin embargo, la mano de Olivia sobre mi pecho me detuvo.

—Nada de eso, debes descansar esa pierna. Con suerte, y si reposas lo suficiente, en un par de semanas regresarás a caminar sin dolor.

¿Un par de semanas? Quien tenía un par de semanas. Tenía cosas que hacer, y había pospuesto mi entrenamiento demasiados días ya por culpa del topo y su necesidad de meter su culo en problemas. Terminaría luciendo como Zayn para el final del mes, o peor, como Niall.

—¡¿Semanas? ¿Qué se supone que haré echado en una cama por semanas?

—No lo sé, ¿leer un libro?

Joder, ni siquiera leía los libros que me forzaban a leer en la escuela, ¿qué le hacía pensar que leería un libro por gusto?

—¿Qué parezco? ¿Un ratón de biblioteca?

Julia puso los ojos en blanco y se relamió los labios, parecía que quería decir algo. Solo esperaba que escogiera sus siguientes palabras con sabiduría.

—Yo le leeré algo. Te ves cansada —dijo Niall, interrumpiendo. Quise reírme ante la ironía— mejor ve a dormir.

—Nos vemos mañana —dijo tras asentir.

Cuando ella se marchó, la habitación se sumergió en un silencio tenso. Niall estaba sentado en la silla del rincón, con las piernas encogidas contra su pecho y su barbilla descansando sobre sus rodillas, mientras Olivia seguía sentada al borde de la cama, con la mano aún en mi pecho. Dejó una palmada ahí, antes de levantarse, haciendo al viejo colchón crujir.

Solo esperaba que Niall no lo hubiera escuchado, después de la incómoda confesión que se le había escapado el día de su baño, no parecía conveniente que supiera. Conociéndolo, lloraría. Sería como quitarle un dulce a un niño.

—Iré a buscar algo de comer —Olivia dijo de la nada, tal vez percibiendo la tensa atmósfera.

—Que sea carne.

—Veré lo que puedo hacer —dijo suavemente, antes de marcharme.

Entonces nos quedamos solos. Si pensaba que una habitación con Niall y Olivia era incómoda, era porque aún no había tenido oportunidad de quedarme solo con él. Parecía pensar lo mismo, moviendo sus manos temblorosas y ansiosas mientras masticaba su labio. Es como si estuviera completamente consciente de cuál fue la última conversación intercambiada entre nosotros. Quizá ya comenzaba a arrepentirse como un muchacho impulsivo de secundaria.

Tal vez las cosas no fueran tan malas si tan solo lograba distraerlo. Comencé a preguntarme como, hasta que lo recordé.

—Oye, cegatón —él levantó inmediatamente la mirada, como un cachorro siendo llamado por su dueño. Fue inesperadamente satisfactorio— Revisa el armario.

Entonces se rostro se transformó en una mueca confusa.

—¿Y dónde está el armario?

—Al fondo de la habitación.

Vacilante, puso ambos pies en el suelo y los arrastró por la habitación, con las manos extendidas, hasta que sus palmas tocaron la madera. Se veía, ciertamente, hilarante cuando caminaba torpemente por algún lugar desconocido. Parecía un pingüino.

—Si hay algún arma peligrosa, inflamable o mortal, no voy a abrir...

Puse los ojos en blanco.

letal; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora