x. all gods of agony feast on tragedy

Começar do início
                                    

No obstante, las horas siguieron fluyendo como el cause de un rio, y para cuando el sol debía tocar a sus puertas, los pocos residentes dentro del recinto se hallaban rodeados de un ambiente de intranquilidad que comenzaba a percibirse como denso y asfixiante. Para esas horas la joven reina no había tomado las llamadas de nadie y tampoco parecía dar señales de que se contactaría pronto, por lo que no pudieron dejar de relacionarlo a su tiempo de ausencia días atrás; cuando el Hollow se entrometió en su mente e hizo que la híbrida hiciese estragos en gran parte de la ciudad; uno de ellos había sido atacar a la mitad del Aquelarre Francés.

A lo que después de una madrugada y parte de mañana de búsqueda (y posiblemente de interrogatorios) Niklaus había vuelto al complejo directamente al dormitorio. Mientras Freya hacia su búsqueda con magia, el resto enfocaron sus fuerzas en una pesquisa más física, recorrían la ciudad en búsqueda de alguna señal o pista por parte de la loba. Sin embargo, seguía sin ser útil. El híbrido se sacó la camisa grisácea cubierta de sangre para luego adentrarse en el baño adjunto a la habitación para asearse un poco. Las niñas despertarían pronto y no quería asustarlas; ya sabía que Hope no le iba a creer por una segunda vez si lo veía manchado de aquel liquido escarlata.

Cuando se dirigió a abrir uno de los cajones del armario se fijó en las camisas dobladas casi a la perfección; por instinto pasó su mano sobre una mientras que inconscientemente la estrujaba bajo sus manos, bajó la cabeza mientras sus ojos se encontraban cerrados. Miedo. Esa era una palabra que pocas veces definía a Niklaus Mikaelson, una que para sus conocidos e incluso para sus hermanos era algo que no lo definía para nada, pero esta era la verdad: cuando Klaus Mikaelson yacía en la soledad, el miedo era su peor enemigo.

Por un momento, en el silencio perpetuo del dormitorio, su mente lo transportó a algunos años antes; cuando todavía era un prisionero bajo la misma estructura que albergó a su familia. En esa cárcel hecha a medida por Marcel para que él se pudriera por el resto de sus días, en donde el sonido de las ratas al caminar sobre las cañerías o las paredes podía escuchar, ó en como el desgarrador olor de la sangre humana a unos metros de él era una maldición. En ese momento su único consuelo había sido la imagen de la loba cuando sus ojos cerraba y su mente decidía transportarlo a un lugar mejor, a un recuerdo que le mantenía las esperanzas. Ella había sido la luz en la lobreguez de su soledad.

«Ella no esta nada bien, Klaus». Fueron las palabras que Hayley le ofreció tan pronto volvieron a la casa de seguridad la noche del rescate. Hayley había sido la encargada de relatarle que Alexandra había cambiado y que había sido la misma ciudad de Nueva Orleans la que la había hecho cambiar; había caído en una espiral de dudas y de apariencias. Se había vuelto la maestra de la paranoia y las fachadas.

No confiaba en nadie.

Durante cinco años, Alexandra no había tenido una noche de descanso completa, las pesadillas y los demonios de los que su mente estaba plagada la habían mantenido en un insomnio constante.

Alexandra se consideraba su propio demonio.

Era una luz, y ahora... estaba siendo consumida por la oscuridad.

La puerta escuchó tocar; y de su trance salió. —Has vuelto, pensé que no pasarías por aquí hasta que cayese la noche. —habló Freya adentrándose al dormitorio mientras su hermano aún le daba la espalda, la tensión podía sentir en el ambiente.

—Las niñas preguntarán por ella, así que preferí no inquietarlas más —expuso luego de que concentrara su mente. Cerró el cajón frente a él y se dirigió hasta la cama hecha donde había dejado su chaqueta oscura —. Estaré con ellas un rato, y luego saldré de nuevo. —suspiró mientras observaba la pantalla de su celular para asegurarse de que ninguna notificación nueva había llegado —¿Cómo están?

⁴ 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Onde histórias criam vida. Descubra agora