vii. nest of cobras

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—Esta bien. Estaré en unos minutos en la residencia, ahí hablaremos. —comento mientras se echaba a andar con rumbo definido. En ese momento necesitaba decirles sobre lo ocurrido el día anterior, ya que era peligroso no saber porque el Hollow había decidido atormentarla, pero el Alfa estaba lejos de saber que ese era un problema más que se sumaba a la lista.

En realidad, estamos en la cabaña de Mary —informó lo que hizo que Alexandra ralentizara su paso para prestarle atención. Aquello le extraño, pues no era lo que habían quedado; pero de nuevo, ella había desaparecido por horas —. Han sucedido cosas... —resopló —. Muchas cosas —Alexandra frunció el entrecejo, la voz de Hayley se escuchaba diferente a los días pasados. Una mezcla entre angustia y tristeza se llegaba a notar —. Hablaremos cuando llegues, nos vemos pronto.

Sin más, Hayley colgó la llamada.

Aquellas palabras habían sido los detonantes para apresurar su paso en la dirección trazada; Alexandra conocía a su hermana casi tanto como su propia mente por lo que cuando en la voz de ella denotó un tono cargado de una angustia preocupante; la Alfa no tardó más en marcharse. Y fue así como en menos de una hora la loma baja que conducía a la casa de Mary pudo divisar; cuando llegó hasta la cima pudo notar que en la puerta ya se hallaba Hayley —con un rostro tallado en preocupación— a su espera.

Luego de los saludos respectivos; las dos mujeres se adentraron a la cabaña en donde Alexandra reconoció el camino que le llevaría hasta el dormitorio en donde las dos pequeñas descansaban aún, era temprano por la mañana. La loba, luego de depositar un beso sobre las frentes de ambas niñas, decidió limpiarse un poco debido a que su estado debía ser espantoso; había pasado la noche en el suelo del pantano, una vez lista se enfiló a la cocina donde pudo ver a Hayley sentada en la mesa con una taza humeante y a Mary de espaldas hacia la estufa.

—Bueno, podrían empezar por explicarme esas expresiones en sus rostros. —habló atrayendo la atención de Mary y Hayley; quienes al escucharla saltaron en sus lugares, estaban tan sumergidas en sus pensamientos que no habían registrado la presencia de la loba —¿Qué sucedió?

Alexandra observó como su hermana resopló con fuerza para cuando empujó en su dirección el libro que mantenía bajo su brazo izquierdo, la Alfa con cierta confusión se sentó y lo atrajo hacia ella para abrirlo y darle una ojeada.

—La historia corta: Richard, el marido de Mary, pudo haber sido influenciado para matar a los Labonair —informó sin suavizar la noticia. En los ojos de su hermana pronto pudo ver la misma impresión que ella tuvo; Alexandra abrió los ojos con fuerza para cuando despegó con detenimiento la mirada de las amarillentas hojas. Hayley miró por unos segundos a la señora Dumas antes de devolverla a Alexandra —. Y creemos que el Hollow esta detrás de esto.

La noticia le cayó como un golpe al abdomen; sus labios entre abiertos permitieron que el aire le resecara en interior de su boca. Años atrás, luego de que la verdad sobre su origen fuese descubierta, no indagó mucho más —tampoco era que quería hacerlo— a pesar de que Irhina estaba dispuesta a contarle todo lo que quisiera saber sobre ellos, Alexandra jamás le interesó las razones de porque hicieron esa atrocidad, el abandonarlas. Porque durante ese entonces, la loba creía con fervencia de que era mejor el huir, el escapar; antes de abandonar a sus propias hijas, pero para ese momento ella era ignorante de lo que significaba el ser un padre y los sacrificios que eso conlleva. Alexandra ahora comprendía que la decisión de sus padres de no escapar y defender lo que por nacimiento les pertenecía era lo que ella ahora haría; defendería aquellas tierras, todo por el bien de su hija.

Aún así, Alexandra era ignorante de la historia que había conllevado a que los reyes Crescent las dejaran a su suerte. Richard Dumas había sido el que había arrebatado más de una vida esa noche; ya que había cobrado de los padres la sangre y de las hijas, su futuro. Sin embargo, ahora también tenía el conocimiento de que esas ideas de rebelión no venían solo de un hombre que odiaba a los Labonair por su supuesta traición.

⁴ 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Where stories live. Discover now