La Fiesta De Bienvenida

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La habitación estaba sumida en oscuridad salvo por algunos rayos del sol del atardecer que se colaban por la gran ventana. Era igual a las demás habitaciones del castillo. Dos camas con sabanas de color rosa pastel, un escritorio para cada una, armarios y uno que otro mueble.

Diana estaba tirada en la cama con la música de los audífonos al máximo y mirando al techo. Le gustaba estar así por horas, era la única manera en que se olvidaba del mundo y de todos los problemas. La música la llevaba a un paraíso donde el dolor no existía. La alejaba de ese mar infinito, donde estaba parada sobre el agua, y a lo lejos siempre estaba aquella mujer que no reconocía, dándole la espalda. Corría tratando de alcanzarla, pero por más que se esforzara nunca lograba avanzar ni un solo paso.

La puerta de la habitación se abrió permitiendo entrar la luz de la estancia. Se incorporó y retiró los audífonos mientras que se cubría los ojos de la luz lastimera. En la puerta estaba Rea reprochándola con la mirada, como de costumbre.

-No voy a ir a esa ridícula reunión. –Contestó a la pregunta que la otra hada estaba por formular.

-Tienes que ir, sabes que no es una opción. –Dijo Rea. –Helena exigió que todas, especialmente tú, asistieran a la fiesta. No la hagas enfadar de nuevo. Te puede hacer daño.

Resopló de exasperación y hubiera prendido fuego a algo sino hubiera sido por el picor en el ojo derecho. Sería una imprudencia usar la magia en ese momento.

-No le tengo miedo a Helena. Ella no me llega a los talones. –Contestó con furia. –No tengo ganas de ir. No me siento bien.

Se tiró en la cama y se colocó solo uno de los auriculares para poder escuchar a Rea.

-Sé que no le tienes miedo a Helena, sino a tu hermana. –La pelirroja se levantó de la cama furiosa y tiró el celular contra una pared. Rea formó una sonrisa burlona, le conocía la fibra sensible. –Tienes miedo de que tu hermana mayor te reconozca y te rechace como hicieron tus padres.

-Te demostraré que no me importa esa niña mimada. –Cogió el pesado abrigo gris de encima de una silla y se lo puso. –Te quemaría viva sino fueras mi única amiga.

Rea levantó las manos en señal de paz y la siguió hacia la estancia, donde sus compañeras estaban esperándolas.

El comedor de Alfea se había convertido en un hermoso salón de fiestas lleno de luces y decoraciones brillantes. La música clásica era agradable e incluso le daba al lugar un aire romántico. Hadas, especialistas y profesores llenaban todo el salón, vestidos con ropas formales o sus respectivos uniformes.

Diana entró en el lugar en compañía de las chicas de su academia. A excepción de ella, todas eran personas resplandecientes que atraían la mirada de los otros. Ella agradecía no llamar mucho la atención, ya que la mayoría de las personas no eran de su agrado.

Cerca de la mesa de bocadillos vio a Bloom en compañía de las Winx y algunos especialistas, por lo que decidió alejarse antes de que la vieran. Se abrió paso entre el tumulto de gente hasta que logró salir al patio de la escuela.

El lugar era agradable. Tenía varios bancos de mármol blanco ocultos por setos donde florecían hermosas rosas rojas. El aire frío se introducía en sus pulmones trayendo el olor de la noche. La luna llena alumbraba en el cielo como el único lucero, ya que las estrellas habían decidido no brillar esa noche.

-Lo siento. Pensé que no había nadie por aquí. –Dijo un chico de pelo castaño claro y ojos verdes brillantes. Por su uniforme era obvio que estudiaba en Fuente Roja.

-Me sentí un poco asfixiada adentro. –Comentó mirando el cielo.

-Te comprendo. En cada una de estas fiestas me vengo a sentar en este banco porque me siento igual. –Dijo el especialista con una sonrisa capaz de hipnotizar.

Destinos Opuestos (Winx Club)Where stories live. Discover now