Capítulo 08

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La joven esposa por fin se había levantado de la cama, después de no poder dormir en toda la santa noche, pues no dejaba de pensar en aquella extraña sensación que había tenido en el baile con Simón. Le daba vueltas al asunto y no llegaba a ningúna conclusión conocida

Su doncella había ido a la hora habitual a prepararla para desayunar pero la rubia le había pedido que nadie la molestara. No dijo la razón, simplemente se quedó tirada sobre la cama hasta que su barriga hizo ruidos estruendosos anunciando que debía comer. Fue lo único que la hizo salir de la cama con su doncella detrás de ella acompañándola hacia el comedor, aunque fuera se comería las sobras

Con paso veloz y sin hacer tanto ruido paso frente a la puerta que estaba abierta de par en par del salón principal donde estaba su esposo sentado en su sofá de piel que había sentenciado como de su propiedad y nadie más que la cabeza de la familia se podía sentar en él, como de costumbre leyendo el periódico y su suegra leyendo hipócritamente a Lady Whistledown

La mujer intentó hacer el más mínimo ruido, ya que para poder ir al comedor necesitaba pasar forzosamente al lado de esa puerta color blanco de madera un poco gastada por los años

—¿a donde crees que vas?— preguntó su marido provocándo que parara sus pies a unos pasos de la puerta con cierto miedo, pues sabía que se había despertado demasiado tarde y su marido era demasiado extracto en se sentido. Incluso con su madre quien bajaba el papel de cotilleos con el ceño fruncido

—tengo hambre— dijo de mal, no tenía ánimos de lidiar con él, le dolía la cabeza y siempre que no comía era cuestión de tiempo para que se enfureciera con facilidad. Cosa que detestaba Julien

—no te veo— exclamó para que la rubia entrará en la habitación donde se encontraban sin despegar los ojos de su periódico

Amelia suspiro lo suficientemente fuerte para que su marido y su suegra lograrán escucharla. La rubia se adelantó dándole una mirada rápida a la pobre doncella que tenía que ver ese tipo de peleas constantes y humillaciones hacia la joven chica, bajo su cabeza y terminó caminando a otra dirección con impotencia

La rubia no entró a la habitación, sólo se quedó parada en el plateado marco de la puerta con la esperanza de que su regalo fuera mínimo y así ella no tuviera la oportunidad de responderles como se lo merecían

—lo lamento, me sentía mal y no quería levantarme, perd....

—como piensas mantener a una familia si ni si quiera puedes levantarte por un simplón dolor— Eldys rodó sus ojos con desprecio mientras gruñia viéndola —quizá por eso perdiste a tu primer bebé—

Amelia se quedó en shock al escuchar esas últimas palabras. Recordar esos sucesos era algo que la ponía sumamente mal en todo sentido de la palabra, sobre todo ver a su marido, quien no tenía buen aspecto en su rostro al recordarlo también. Aunque su expresión era más de decepción y furia que de bil tristeza como ella

Apretó sus puños con suficiente fuerza. Como para lastimarse, pero incluso así, no pudo. Controlar su boca, no pudo apretar lo sfuc8ente sus dientes para que no expulsaron el vómito verbal que se estaba llevando avabo en su cabeza

—uno pensaría que deberían estar de buen humor esta mañana por ver que Lady Whistledown al fin dejó de escuvir sobre su familia— also su rostro en dirección de la mujer viéndola con frivolidad —a menos que en realidad este furiosa por ver que nuevamente vuelven haver la aburrida familia Relish a la que nadie voltea. A ver— dijo con superioridad sin agachar su vista, alzando ambas cejas rubias y cruzando sus brazos queriendo reír burlona pero sin lograrlo del. Todo

Prohibided {Bridgerton - Simón Basset} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora