Mateo

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Podía pasarme horas en la oficina de Ubaldo Ortega recibiendo órdenes y sugerencias para el trabajo, era de lo más normal para mí, pero justo el día de apertura de la campaña electoral aquello no sucedió. En cambio, detrás del jefe se encontraba un muchacho algo pequeño con actitud cohibida.

Perdedor.

Era un perdedor, pero no cualquier perdedor, era un perdedor que trabajaría conmigo solo porque era hijo de algún empresario influyente. Cuauhtémoc López, uno de los hijos menores de la familia López, inversionistas y accionistas de grandes empresas. Su apellido de vez en cuando aparecía en las noticias o en las revistas de economía que solía leer mi padre.

No era nada a como lo habría imaginado, tampoco es como que esperaba toparme cara a cara con alguien como él, pero para venir de una familia tan bien posicionada, no tenía nada fuera de lo normal, o eso creía hasta que lo vi por mí mismo. Mientras el Sr. Ubaldo daba su discurso de apertura, Cuauhtémoc recargaba su cabeza en el hombro de un muchacho con el cabello revuelto y ni hablar de su ropa. Nunca me habían importado los asuntos de otros, a menos que pudieran beneficiarme de alguna manera, pero por alguna razón no pude despegar la mirada de ese muchacho, tal vez iba a ser más fácil alejarlo de la competencia de lo que pensé.

[...]

Diego Ortega tampoco entraba como un punto importante dentro de mis prioridades, aunque era muy llamativo, lo que a veces hacía difícil el ignorarlo. A veces tenía la sensación de que él lo sabía, que no había nacido para ser ignorado por nadie a 10 kilómetros a la redonda. El punto era que al parecer yo no era el único que no podía apartar la mirada del joven López y su acompañante, Diego también era muy consciente de ellos, y la mirada anhelante en sus ojos daba mucho en que pensar, por lo poco que había escuchado en los días anteriores aquí y allá, Diego y Cuauhtémoc mantenían una amistad desde hace algunos años. La mirada que les daba solo dejaba una cosa clara, alguno de los dos muchachos le interesaba, lo cual lo volvía aún más interesante a mi parecer.

[...]

Otra vez frente a la oficina del jefe, acabo de ver a su hijo salir disparado del mismo lugar al que estoy por entrar, lo que solo puede significar que el jefe está de mal humor y buscará algún individuo que pueda servir como válvula de escape, esperaba no ser yo, porque ni siquiera lo merecía, sus problemas familiares estaban lejos de ser de mi incumbencia.

"Mateo" me recibió con el mismo tono de siempre, no parecía nada descolocado, de no haber escuchado como le gritaba a su primogénito, habría creído que estaba teniendo un día cualquiera. "¿Te has enamorado alguna vez?" no se tomaba la molestia de mirarme, lo agradecía porque la pregunta me había descolocado. Nunca había pensado mucho en cómo me sentía respecto a las personas con las que salía.

"Creo que no, señor".

"Está bien, no lo hagas, cuando las personas se enamoran de verdad, solo pierden la cabeza; que lo sabre yo, toda mi familia ha terminado mal por amor." Esta vez sí me miró. "El amor solo vuelve vulnerables a los fuertes y valientes a los idiotas. Si quieres mantener el control, Symanski, entonces el amor no entra en la ecuación, si sigues mi consejo te ahorrarás bastantes malos ratos. Pero no estás aquí para que te sermonee, necesito que hagas algo, un trabajito extra".

"¿Qué opinas de Cuauhtémoc López?"

"A decir verdad señor, aun no lo conozco lo suficiente". Esperaba no tener la necesidad de conocerlo.

"Es un excelente muchacho, es como un hijo para mí. Su padre también es una buena persona, demasiado para su propio bien, un hombre más bien crédulo. Sabes que un padre hace lo que sea por ver a sus hijos bien, lo sabrás cuando tengas mi edad e hijos. Si Cuauhtémoc y Diego empezaran una relación sería estupendo, sería un 'ganar, ganar'. El punto, muchacho, es que Cuauhtémoc solo tiene un pequeño problema, ese niño que dice ser su novio. Yo no dudo de tus habilidades, así que, ¿por qué no hacemos un trato? Acaba con su relación y yo te ayudaré a conseguir eso que tanto quieres". 

No cabía duda de que la mente de un hombre con demasiado poder en sus manos funcionaba de una manera extraña y retorcida. 




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Se suponía que esto era solo un borrador, pero aquí estamos. No es tan bueno como quisiera pero necesito avanzar. 

c o e u r s     e r r a n t s.Where stories live. Discover now