Capítulo 30: Encontrando al viejo amante.

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Hui Ying fue arrojado al baño, y miró atónito como el mayor de lentes oscuros lavaba sus manos lentamente, no aplicando fuerza, pero sí limpiando sus manos por completo.

¿Qué podría tener en sus manos más que...?

¡Peng Kun!

¡Acababa de bailar, y sujetar a su amigo!

Hui Ying no dijo nada, dejó que el hombre inexpresivo y taciturno terminara las rondas de limpieza.

Al final, Hui Ying arrebató sus lentes como un gato robando un pescado, y tuvo la oportunidad de ver sus ojos.

Efectivamente, eran los ojos de su esposo, azules verdosos. En este mundo, lo encontró con mayor rapidez.

—¿Por qué me quitaste los lentes? —cuestionó suspirando, tomando las gafas de sol de vuelta.

—En primer lugar, ¿por qué usas lentes de Sol incluso en la sombra?—Hui Ying respondió con otra pregunta.—Liu Zhi, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué me lavaste las manos?

La ira del hombre se encendió al recordar la escena que presenció, puso seguro a la puerta, y arrinconó al colegial.

—Tocaste cosas sucias.—reclamó, enviando sus manos hacia su rostro.

Hui Ying estaba gritando de emoción interiormente, aunque fingiera no entender nada.

—¿Estás celoso?—cuestionó el menor pese a saber su respuesta.

—Sí.

Hui Ying perdió el aliento, las comisuras de sus labios se elevaron y le consoló.

—No esté celoso, él es mi amigo, usted mi alma gemela. Los quiero de manera diferente, y a él...—Hui Ying picó con picardía su manzana de Adán.—No lo tocaría así, está reservado únicamente para ti. Por si no me entendió, ¡supervisor Liu Zhi, me gustas!

Hui Ying pudo notar como su parálisis facial se movió ante su provocación.

Liu Zhi apartó sus manos solo para abrazarlo.

—¿Por qué no viniste a buscarme? Me sentía muy solo...—se quejó, ese rostro de madera en ese momento tenía una mirada extremadamente infantil.

Hui Ying acarició su rostro, y solemnemente se disculpó.

—Perdón... —entonces Hui Ying lo procesó. —¿Me recuerdas?...—añadió perplejo.

Liu Zhi asintió. —¿Cómo no recordarte? Hui Ying, desde que te vi, me enamoré de ti.

Hui Ying supo que lo había malentendido, pero no se molestó.

Su corazón se volvía esponjoso y dulce al pensar que si conociera mil veces a su pareja, mil veces se enamorarían. Realmente fue un idiota al pensar que su esposo se enamoraría de alguien más que no fuese él.

—Liu Zhi, desde ahora eres mío, no tienes permitido huir de mí. —Liu Zhi sonrió, dejando un pequeño beso en su frente.

—Soy tuyo, Hui Ying. Y tú eres mío.

Hui Ying se sentía aliviado al saber quién de los dos era su pareja. Así, ¡cuando le diera su merecido a Liu Ya, no se contendría en lo más mínimo!

El Sistema De Reencarnación PerpetuaWhere stories live. Discover now