Capítulo 4

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actualizada 10/08/16

Me quedé un rato sumergida en pensamientos, ¿Casarme con mi secuestrador?, no, ni loca haría eso, aunque fuera la última opción para salir de aquí, bueno se consideraría lo del sexo para tener mejor trato, pero hay un minúsculo problema, soy... Como decirlo, virgen.

-          ¿tú qué harías? – me pregunto Paty.

-          ¿hacer de qué? – pregunte confundida ya que no estaba prestando atención a la conversación.

-          Si tendrías que escoger alguna de las opciones, ¿Cuál escogerías?

-          Me iría por el sexo – conteste algo tímida.

-          Yo he llegado a un trato con aluno de ellos – hablo Mafer

-          Oh es cierto – afirmó Flor

-          Nos casaremos, el me ayudo aceptando ser  mi esposo y yo le pago con sexo.

-          ¿Por qué tendrías que casarte? – pregunte ya que no entendía mucho.

-          Te hemos dicho que buscan a un buen postor para ti, es como una sociedad de trueques, te dan a cambio de dinero, te venden. El Mono es quien se encarga de eso, habían conseguido a un buen postor para Mafer pero Juan Pablo la a ayudado con eso, ahora se casaran. – contesto Paty por la pelirroja.

-          No es tan malo en el sexo – dijo restándole importancia.

La puerta se abrió de golpe dejando ver a Mario y otros tres chicos apuestos, uno castaño claro con ojos verdes, muy lindo. A su lado se encontraba un chico, este parecía un poco más joven que los demás, su cabello era negro y tenía su intensa mirada café, y después estaban Mario y Mauricio. Los cuatro vestían de trajes, entraron en la habitación e hicieron que nos colocáramos de pie, las cuatro sin reprochar hicimos caso y nos levantamos, cada chico se encargó de una de nosotras, Mario se encargó de mí. Nos ataron las manos a la espalda y nos sacaron de ahí, caminamos un poco y pude apreciarlas la mansión en donde nos encontrábamos, era muy bella con unos gustos muy lindos y cosas demasiado caras a simple vista.

Llegamos a un comedor que tenía diez lugares, dos de ellos ya se encontraban ocupados, uno por un señor a simple vista apuesto, con barba en su rostro del mismo color azabache que su cabello, y sus marcados bíceps que dejaba apreciar su traje. El otro lugar era ocupado por una señora rubia, muy guapa por cierto, maquillada y con un porte perfecto. No se molestaron en saludar o hacer un gesto de amabilidad, creo que los chicos trabajaban para esta tenebrosa pareja.

No había estado en una cena tan mas incomoda en mi vida, los platillos se sirvieron a tiempo y con mucha delicadeza, nadie menciono palabra, todo estaba tan callado, ni los cubiertos cortando la carne hacían ruido, se podían escuchar las respiraciones de cada persona aquí. Al terminar la cena a las chicas y a mi nos volvieron a llevar a la habitación en la que estábamos hace una hora.

-          ¿has checado tu vestido de novia? – pregunte

-          No, en realidad estoy dudando si me casare con uno.

-          Pero puedes pedírselo a tu ¿prometido?

-          Creo que entre menos cosas le pida estaremos mejor.

-          Yo creo que debes pedir algo decente.

Las puertas se abrieron de golpe dejando ver a Mario, este entro y me tomo del brazo, las chicas no dijeron nada solo observaban la escena, este ato de nuevo mis manos a mi espalda y me llevo fuera de la habitación y me condujo por un gran pasillo hasta una oficina, entramos en esta y el apuesto señor de la cena se encontraba detrás de aquel escritorio, con una sonrisa en su rostro.

-          A delante señorita Brooks – dijo el señor – usted luce bella hoy.

-          Muchas gracias

No pude evitar notar que de los labios de Mario salía un gruñido, aunque al parecer no fui la única que lo noto en la habitación.

-          ¿ocurre algo Mario? – pregunto el señor frente a mí.

Mario dibujo una sonrisa traviesa en sus labios.

-          Me causa gracia ver que ella tema de ti – respondió.

-          Usted señorita, ¿teme de mí?

-          En estos momentos a usted le tengo respeto, aún no ha causado algo que se gane mi temor, ha sido un hombre respetuoso y de pocas palabras, aunque no quita que posiblemente esté detrás de todo esto.

-          Miente – hablo Mario- conmigo es grosera y aunque hubiese dicho tal alago me hubiese respondido de una manera nada apropiada.

El hombre me miro a mi y en vez de reprenderme, a como pensé que lo haría, me sonrió.

-          Así que tú eres de las que no se dejan, me has cautivado muchachita

-          Mucha gracias señor – hice un leve asentimiento con mi cabeza.

Mario tosió falsamente llamando la atención no solo de mí, sino también la de "El Mono", quien deduje que era.

-          Tengo algo que tratar con él, te acompañare con las demás chicas.

El Mono no protesto y me llevaron de nuevo a la habitación donde se encontraban las chicas.

-          ¿te han presentado ante él? – pregunto Mafer en cuanto llegue y Mario me soltó.

-          Si, fue algo extraño, pero mucho mejor de lo que espere.

Después de debatir cosas, como la próxima boda, se me ocurrió una alocada idea. Me levante de mi asiento y camine a la puerta.

-          No lo hagas, no salgas de aquí – hablo Flor

-          No tardare ni un segundo.

Abrí la puerta y con sigilo camine hacia la oficina en la que hace un rato estuve, toque tres veces la puerta y salió Mario a abrirla, me miro y bruscamente me metió a la oficina.

-          ¡Oh! mocosa no sabes en cuantos problemas te has metido – apretó mi brazo.

-          Mario suéltala, por favor.

-          Ya oíste Mario – susurre

Aun enojado me soltó y me regalo una de sus miradas asesinas.

-          ¿Qué se te ofrece linda?

Me di el permiso de caminar hasta donde se encontraba El Mono.

-          Me vi muy grosera al no agradecerle la cena de esta noche, fue muy – busque palabra para decir – especial.

Eso lo dije muy cerca de él, podía sentir su respiración en mi cara, acerque mis labios a los suyos y el no impidió que aquello pasara, Aun seguía siendo virgen, pero diré que los besos de lengua se me dan muy bien, sentí más satisfacción el saber que Mario presenciaba aquello.

-          Cuando queras algo solo dilo – dijo en cuanto nuestros labios se separaron.

-          Ya que lo dice... si hay algo que quería pedirle.

-          Lo que quieras, y por favor, llámame Joseph

-          Gracias Joseph.

Enamorada de mi secuestrador || Mario Bautista || Terminada (editando)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz