capítulo 2

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Actualizada 09/08/16

Tengo que admitir que mis dos secuestradores eran demasiado apuestos, ambos tenían el mismo peinado y les diferenciaba el color de su piel, uno era más bronceado que otro. Bueno ese no es el caso. Hablaron un rato de cosas la verdad nada relevantes, hasta que cometieron el gran error de su vida, pronunciar sus nombres, el chico con el color más claro de piel se llamaba Mario y el de tez bronceada se llamaba "Mau", lo más probable es que fuera Mauricio o Mauro. Y de pronto no supe cuando fue cuando quede dormida.

...

- Despierta mocosa – gritaron haciéndome despertar.

Abrí mis ojos y bostece, en ese momento mi estómago hizo un sonido muy alto, mi hermoso secuestrador que tenía una máscara rio.

- Al parecer alguien tiene hambre – dijo burlón

- Pues sí, más les vale que me traigan un buen desayuno y no una porquería como la que me hicieron comer anoche.

- ¿Alguna otra petición? – dijo sarcásticamente

- Ninguna

el chico se acercó a la puerta.

- Bautista – grito el chico que hace unos segundos estaba conmigo – la mocosa tiene hambre.

- Estoy jugando Candy Crush – tuvo como respuesta

El chico se alejó de la puerta y entro a la habitación

- Si esperabas desayuno, créeme que no lo obtendrás por él.

- Quiero volver a casa

- Ya deja de hablar

- Es que no sé por qué estoy aquí. ¿acaso he hecho algo malo? ¿ofendí para quien trabajas? ¿Para quién trabajas? – pregunte

- Deja de hacer preguntas, no te responderé.

- ¿Qué tanto hablas con la mocosa? – hablo una tercera voz

- Que tiene hambre la mocosa

- ¿pueden dejar de decirme mocosa?

- Cállate – hablo la voz que se había integrado a la plática - ¿así que tienes hambre? Si mal no recuerdo no querías comer nada ayer, pues ahora te mueres de hambre muñeca – tomo mi mandíbula como lo había hecho ayer.

- ¡Tengo hambre imbécil! – exclame

- Cuidadito niña en cómo me hablas, niña estúpida e insolente

- ¿Qué quieren de mí? ¿para quienes trabajan? ¿Por qué me tienen aquí?

- Hay linda, se nota que es la primera vez que te secuestran – dijo burlón

Las lágrimas ya comenzaban a acumularse en mis ojos

- ¡pues sí! Si es la primera vez que me secuestran, tengo miedo, hambre, frío y estoy aterrada de lo que un par de estúpidos como ustedes me puedan hacer, sólo necesito a mi mamá –dije entre sollozos

-cállate, es muy temprano como para soportar los llantos de una mocosa como tu

- Deja de decirme mocosa – sollozo aún más

Exasperado ante mis llantos Bautista cometió otro gigantesco error.

- Mauricio, ve por la comida de la mocosa, está en la cocina.

- Eres un imbécil – dijo Mauricio y salió

- ¿viste lo que acabo de cometer por tu culpa? ¡Cállate ahora!

Unos segundos más tarde por la puerta principal entro Mauricio con una charola de comida asquerosa, la verdad es que ni siquiera se le podía decir comida a eso. Al principio por indignación no comí, pero después de algunos golpes por parte de Bautista tuve que acceder. Esa tarde me cambiaron de esa incomoda silla y me colocaron sobre un colchón, tenía amarrado el pie a la pared como animal de circo, así sentía , un animal amarrado y privado de su libertad. La semana pasó llena de golpes, aprendí a guardar silencio y no meterme más con Mario. Había descubierto igual sus identidades, me cuidaban dos chicos llamados Mario y Mauricio, Mauricio es el de la piel más bronceada y pues Mario el que más me golpeaba.

Una tarde, ella "descansaba" sobre el colchón, y como ya era costumbre Mario cuidaba de ella, pero esa tarde fue distinta, Mario tenía un teléfono en su mano y hablaba con alguien, tratando de no ser evidente, se acomodó para escucharla conversación que tenía en altavoz Mario.

- ¡como piensas que la llevare?

- No es la primera vez que haces esto, es fácil. Confió en ti, eres mi brazo derecho ahora. Asi que la arreglas Mario, sabes que necesitamos que se vea bien.

-si jefe-se limitó a contestar

-te recuerdo que no solo tu puesto está en juego si no Tu cabeza igual -dijo recordándole a Mario

-ok, señor lo esta noche en la cena

-adiós Bautista

-adiós Mono

La llamada fue finalizada y escuche como Mario se levantaba de su asiento y se acercaba a mí.

- Mocosa – grito haciendo que me sobresaltara

- ¿mhmm? – pregunte mirando aun al suelo.

- Tenemos planes para esta noche, no hagas más – hizo una pausa- tú no puedes hacer planes - rio

-imbécil – murmure

-cariño, cuida esa sucia boca.

- como piensas que me arreglare, si estoy secuestrada

- ¡vaya! ¡vaya! ¡vaya! Con que escuchando conversaciones ajenas, te golpearía porque sabes perfectamente que no me gusta que te pases de lista conmigo, pero esta vez hay más cosas que arreglar.

Mario quien estaba muy cerca de mí se alejó y por un momento pude respirar, dio la vuelta y camino de nuevo hacia mí, y me dio una patada muy fuerte en mis costillas y se fue, dejándome a mi retorciéndome del dolor.

Fue cuestión de minutos para que Mauricio apareciera por la puerta con una charola de comida asquerosa, como ya era costumbre el me obligo a comérmelo todo en el plato y mientras yo lloraba. Volví a cerrar los ojos para descansar, puesto que ya no quería seguir llorando. Ahora no sabía que me dolía mas, el estar aquí o las costillas.

- Mocosa – hablo la ahora reconocible voz de Mauricio.

Abrí mis ojos lentamente y lo vi parado frete a mí.

- Esa puerta que esta por ahí – señalo una puerta en un rincón de la habitación – hay cosas que necesitaras, y el vestido que te pondrás para esta noche.

Mario entro de nuevo en la habitación y bruscamente me tomo del brazo, levantándome de donde me encontraba.

- Te soltaremos preciosa, pero haces una estupidez como escaparte, golpearnos o algo que me disguste, solo te digo que no vivirás para contarlo. ¿ok?

- Está bien – musite


Enamorada de mi secuestrador || Mario Bautista || Terminada (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora