— ¡Buenos días a todos, chicos! — saludó Anna con una enorme sonrisa en el rostro.

Al ver a la pareja de amigas, Daichi decidió dar un pequeño descanso a los muchachos para que se acercasen a saludarlas, cosa que claramente el también haría. Kageyama fue el primero en acercarse a ellas, con el cabello revuelto y una notable fragancia de feromonas a la que Anna ya estaba más que acostumbrada.

— Anna-chan, te dije que no vinieras a babear al entrenamiento, maldita pervertida — el de cabello oscuro se percató en ese momento de la presencia de Mina. — ¿Quién es tu amiga?

— Voy a hacer como que no he oído lo primero que has dicho — respondió la de cabellos blancos, con tono amenazador. — Ella es Misuhara Mina, mi mejor amiga en primaria. Va a ingresar en el Karasuno.

— Es un placer conocerte al fin, Kageyama-kun — habló la castaña con una dulce sonrisa. — Anna me ha hablado mucho de ti.

— ¡Ikaguya-chan, te he echado de menos! — la inconfundible voz de Yamaguchi llegó a los oidos de la aludida.

— Yama-kun, nos hemos visto esta mañana en clases — aseguró divertida — Además, te he dicho mil veces que me llames Anna-chan.

— Lo siento, aun no me acostumbro a ello. — murmuró avergonzado, provocando una gran ternura en la de ojos azules.

— ¡Anna-chan, no me dijiste que tenías una amiga tan linda!

Las palabras de Nishinoya provocaron un leve sonrojo en las mejillas de Mina, cosa que nadie, a excepción de Anna, fueron capaces de notar. La peliblanca sonrió divertida.

— ¡Noya-kun, ella es mi amiga soltera Misuhara Mina! — la presentó, pasando su brazo por encima de su hombro. — ¿Dije ya que está soltera?

— Yo soy Nishinoya Yu, un gusto.

Después de aquellas pequeñas presentaciones y alguna que otra charla sin demasiado sentido, Anna se alejó del pequeño grupo que se había formado para acercarse a Tsukishima, quien se encontraba algo apartado del resto. Cuando vio que la chica se acercaba, Kei tensó sus músculos como un acto reflejo. Al ver eso, Ikaguya sonrió.

— ¿Qué ocurre, virgenshima? ¿Acaso te pongo nervioso? — canturreó divertida.

— Claro que no, fea. — aseguró, cruzándose de brazos — ¿Se puede saber que demonios quieres ahora? Tu presencia me molesta.

La fémina rodó los ojos y le tendió una pequeña bolsa de color azul. — Siento haber tardado en devolvértela, quería lavarla.

Por unos segundos, a Tsukishima le pareció ver un ligero sonrojo en las mejillas de la chica, pero apartó esos pensamientos de la cabeza cuando se dio cuenta de que estaba pensando en Anna. Ella no se sonrojaría por algo como eso. Tomó la bolsa entre sus manos y la abrió, encontrándose con la sudadera amarilla que le había dejado varios días atrás. Un recuerdo cruzó su cabeza y sonrió con arrogancia.

— Llevo un tiempo preguntándome... ¿Duermes con una lucecita encendida o te escondes debajo de las sabanas para que no te ataque un monstruo? — se burló el rubio.

Cualquiera juraría que en la frente de Anna, una vena cobró vida, y lo próximo que sintió el rubio fue un enorme vacío en su estomago como consecuencia del puñetazo que la chica le había asestado. Soltó todo el aire junto con una maldición, pero aun le quedaron fuerzas para detener el siguiente puñetazo, que esta vez se dirigía hacia su rostro.

— Maldito... — murmuró Ikaguya con enfado — No vuelvas a decir algo así o te juro que te haré algo peor que matarte.

— Me gustaría ver que eres capaz de hacer, aunque dudo que me hagas demasiado si estamos a oscuras. — respondió de vuelta el rubio, a sabiendas del doble sentido que podía tener aquella frase. Acercó su cuerpo al de la chica, no sin antes echar un vistazo para asegurarse de que nadie tenía la atención sobre ellos. — Ahora que descubrí tu punto débil, las cosas van a ser distintas para nosotros.

2. Hentai Girl || Kei TsukishimaWhere stories live. Discover now