Ahora, un mes después de aquella llamada, ya tenía hechas sus maletas y estaba enviando unos cuántos correos de agradecimiento para sus antiguos compañeros de trabajo. Ese día, Jennie volvería después de doce años a ese pueblo que no había podido conocer nunca, pero que ella consideraba suyo.

Jamás entendió exactamente de donde provenía aquel sentimiento de pertenencia que nacía en su pecho por aquel pueblo que nunca tuvo la dicha de conocer. Pero si comprendía que, a pesar de haber pasado la mayor parte de su vida en la capítal, viviendo a gusto con sus tíos y yendo a la escuela como una chica normal, nunca pudo sentirse verdaderamente en casa.

Hogar.

Lo que Jennie sentía al recordar esos días de encierro, era una mezcla de renuencia y hogar. Pero esa misma extraña mezcla, la hacía sentirse segura de sus decisiones. Ella abandonó aquel lugar por decisión de sus padres, pero regresaría por voluntad propia. Y esa lucha contra lo que otros querían, la hacían sentirse fuerte y liberada.

Almorzó con sus tíos y sus primos por última vez, y también les agradeció entre palabras dulces, el cuidado y cariño que le habían brindado durante tantos años. Hicieron un pequeño brindis y luego, entre lágrimas, le dieron la despedida a la castaña.

Abordó el bus en la terminal, exactamente a las dos de la tarde. Llevó consigo algunos snacks para picar durante el largo trayecto de 8 horas que le esperaba, y también un libro que encontró en la sección de romance en su librería favorita. Se acomodó en su asiento, echando un último vistazo a la terminal, y dejó caer su atención en la primera hoja del libro.

...

Durante el trayecto, la castaña estuvo concentrada en su lectura. A mitad del camino, cerró los ojos un momento y durmió plácidamente, para luego despertar y continuar su lectura.

Los pasajeros, fueron bajando en sus respectivas paradas. Jennie no notó lo vacío que había quedado el bus, hasta que se puso de pie para ir al baño del mismo.

Una hora después, el chofer dio aviso de la última parada. Entonces se puso de pie, cargando su bolso de mano, y bajo del transporte. El conductor fue directo a uno de los lados del rodado, y extrajo las maletas de la chica del compartimiento. Para esa hora, el lugar estaba totalmente oscuro, y las únicas luces que podían distinguirse, eran las del bus.

El hombre volvió a subir al coche y dobló unos metros más adelante, para retomar su regreso a la capital. Jennie de mantuvo de pie, observando los mantos de oscuridad que cubrían aquellos pastizales. Unos pocos minutos después, el ruido de un motor la sacó de sus pensamientos y entonces divisó la vieja camioneta de su padre, acercándose por el camino de tierra.

Su padre estaciono sin apagar el motor y corrió hasta ella, envolviendola en un abrazo fuerte que ella correspondió.

- ¿Por qué no avisaste que llegarías antes? ¿Sabes lo peligroso que es, el que estés sola aquí?

Dijo su padre consternado, mientras la estrujaba entre sus brazos. La castaña sonrió ante la preocupación de su padre y luego de observarlo rápidamente, estudiando las arrugas que ahora adoraban su rostro, acarició su brazo y le respondió:

- Quise hacerlo, pero no tenía señal..-Su padre le dedico una mirada llena de comprensión y ternura.- Hola papá..- Añadió en un tono bajo.

- Hola cariño..

El señor Kim ayudó a la castaña a subir sus maletas en los asientos traseros de la camioneta, y entre pequeños relatos del viaje, se montaron en el coche. Cuando su padre giró el vehículo para regresar por el mismo camino por el que llegó, Jennie se percató por primera vez del cartel que estaba escondido entre la maleza y las ramas de los árboles.

"LOST ON YOU" | JenLisa G!POnde histórias criam vida. Descubra agora