Capítulo 1.

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       Al tocar la campana del almuerzo, Opal se sintió aliviada. No fue por la extensa charla de la profesora Rice, ni tampoco por su estómago protestando por comida, sino porque sus amigos habían estado evitando todo el fin de semana, y no había tenido ocasión para hablar con ellos. No sabía de que se trataba la situación, y eso la ponía un poco inquieta. Hasta donde ella sabía, no había hecho nada para que se enfadase o quisieran pasar de ella así sin más. A aparte de eso, hacer fila no era agradable, aunque el hecho de que la comida de la cafetería era un asco tampoco lo era. 

       Opal estaba demasiado sumida en sus propios pensamientos y teorías del comportamiento de sus mejores amigos, como para darse cuenta que un cuerpo chocó contra el suyo con tal impacto que hizo que ella se cayese al suelo. Maldijo en voz baja mientras sentía un dolor punzante en su trasero.

        «Seguro que quedara un hematoma...» pensó resignada. 

        Al mirar a la otra persona, preguntándose si estaba igual que ella, se encontró con unas zapatillas negras, luego un vaquero del mismo color con una cadena colgando de la cinturilla, una remera blanca y finalmente unos ojos negros que la miraban con furia y frialdad. 

        Se levantó rápidamente y recogió sus cosas del suelo, las cuales no parecieron afectadas por la caída. Al mirar al chico de tatuajes que aún seguía parado frente a ella, se percató del silencio que se había formado en el corredor. 

        —Lo siento, no veía por donde venía —logró murmurar en un tono bajo, aunque en el silencio nupcial que se había formado, pareció que lo dijo por megáfono. 

       —Pues, comienza a hacerlo —dijo el chico con voz dura mientras caminó alrededor de ella, chocando hombro con antebrazo (ya que Opal era más de una cabeza más chica que él), haciendo que esta se tambalease hacia atrás. 

            Ese gesto le asombró... y también la enfureció. ¡Ella no tenía la culpa de que él también este con la cabeza en las nubes! 

            Dio media vuelta y lo vio caminando lejos de ella, a unos quince pasos de distancia. 

            —¡Oye, tu también has chocado conmigo, imbécil! —dijo en voz alta para que la escuche — Y no he escuchado tu disculpa. 

        Al decir aquello, el chico se paró en seco y giró un poco la cabeza para mirarla con los ojos oscurecidos de ira. Y de un momento a otro, él estaba volviendo a grandes zancadas hasta que un centímetro de aire los separaba. 

           —¿Una disculpa? —rió de forma desagradable para luego mirarla con una ceja en alto, aún con el rostro serio — ¿A una niñata como tu? 

           —Oh, porque tu comportamiento es muy maduro, ¿no es cierto? —Opal dijo con sorna. 

           El chico entornó los ojos mientras se acercaba más, si eso era posible. 

         Desde la estatura de Opal, el chico parecía más intimidante de lo que era posible imaginar. Parecía sacado de una banda de mafiosos o de esos chicos con los cuales no querrías cruzartelos por la calle. Pero aún así, Opal se mantuvo firme ante él, aunque en su interior quiera salir corriendo para el lado contrario de donde estaba el chico. 

          —No sabes con quien te has metido, niñata —pronunció amenazador. 

          —Me suena a frase de película. 

          El chico la miró por última vez antes de girar y mirar a todos los alumnos que se aglomeraban a su alrededor. Inmediatamente, estos se fueron corriendo hacia cualquier lugar, con tal de no estar en su camino. 

The Guy of Tattoos© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora