Las princesas perfectas

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"Rachel y Rebecca Black, las princesas perfectas que no pueden heredar la corona. Tan letales como hermosas y tan frías como familiares"


—Príncipe Jacob—Evan saludo con su traje fino cortado un poco más largo debido a que no era hecho a su medida sino llegado de la herencia de su padre. Sus ojos siempre eran distantes, las canas en su cabello eran tan mínimas como hace diecinueve años y parecía como si el paso del tiempo constante y autoritario no pudiera afectarlo ni tocarlo—¿Puedo ayudarle en algo, señor? —Evan era un descendiente de una larga línea de sirvientes de este palacio y se encargaba específicamente de la comodidad y mantenimiento de todas las cosas que tuvieran que ver con las princesas.

Por eso estaba allí en su oficina, dos minutos antes de que fueran las siete muy consciente de que llegaría tarde a la tan aclamada cena. Meterme en problemas por la puntualidad era de las pocas cosas que mi padre perdonaba, hace mucho todos hicieron un acuerdo silencioso de que ya era una ganancia que yo asistiera y no que llegara a tiempo.

—Es bueno verte Evan—Fue más o menos sincero, Evan había estado allí por generaciones y lo conocía de toda mi vida, pero él y yo no nos llevábamos bien—Necesito hablar con mis hermanas—El hombre me dio una mirada desapasionada.

—Sus hermanas no están en el palacio—Fue toda su respuesta.

—¿Y a donde pudieron haber ido las escalofriantes princesas de hielo? —Un relámpago de ira surgió en su expresión oscureciéndola. Allí estaba, el sazón desagradable de un hombre molesto, me gustaba la reacción agria en su cara usualmente imperturbable—Porque dudo que ellas quisieran perderse la fiesta una vez que comience—Era bien conocido que mis hermanas disfrutaban de mis traviesos caminos, ellas se sentarían en sus tronos y mirarían con esos helados ojos de realeza como era destrozado por mi padre luego de un movimiento mal intencionado.

Rachel y Rebecca Black eran hielo y crueldad, distancia física y emocional más una tormenta por emerger.

—Se celebra la semana de la moda en Phoenix, están en el castillo azul hasta el día de mañana—La semana de la moda, por supuesto.

Galantes doncellas de alcurnia, marquesas, princesas y condesas reunidas en un solo castillo disfrutando de los vestidos más hermosos y las joyas más vistosas. Debí recordar que detrás del glamur ocasional de un vestido bonito mis hermanas disfrutarían bailar al ritmo de los celos y la envidia de las demás señoritas que seguramente se reunieron para asistir. Su belleza siempre fue un rival y enemigo formidable para los ojos de las demás mujeres.

—En ese caso esperare hasta mañana—Evan no dijo nada y se quedó de pie en su puesto oficial mientras yo me retiraba. Lo escuche maldecirme antes de que cerrara la puerta de su oficina y su molestia me hizo más amena la noche.

El área de las princesas era siempre un poco más cálida que el resto de las salas, los sirvientes estaban más enfocados en que este lado del castillo fuera perfecto para las señoritas Black, sin corrientes de aire frio incluso en el más crudo de los inviernos, con cortinas abiertas para la luz del sol y con gente que fuera y viniera aclamándolas, reverenciándolas y amándolas al verlas pasear.

No me apresure a llegar al comedor ni siquiera por la promesa del sol en ojos de uno de los Cullen, no quería que ellos pensaran que yo estaba siendo un buen príncipe, no lo era.

—María—La mujer mayor pasando a mi lado se sobre salto, balbuceo un saludo y salió casi corriendo, evite rodar los ojos por poco. Había sirvientes y doncellas que aún me temían como si yo les hubiera hecho algo alguna vez.

Culpaba a mis hermanas del temor original de la servidumbre hacia mí, atrape a mi hermana Rachel en sus 15 años una vez esparciendo el rumor sobre que yo era quien molestaba a los sirvientes y los maltrataba cuando no había nadie cerca para mirar. Ese rumor jamás murió y mi mal genio ocasional sin duda no ayudo en lo más mínimo.

Mr. Cullen -EdwardxJacob-Where stories live. Discover now