Capítulo 35| Un idiota desesperado.

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— Pensé que lo sabias...— Murmuró Brooklyn.

— Soy un idiota.

Había dejado a Dulce cuando se supone que más me necesitaba.

— Pueden encargarse de la reunión de hoy sobre el dorado. — pedí casi impaciente, necesitaba verla.

Zed me levantó el pulgar en buena señal y Sam solo se encogió de hombros

— Solo es aumentar la seguridad, lo arreglaremos nosotros, te puedes ir.

Dicho eso, salí corriendo de la casa de Sam para ir a la de Dulce, marqué a su número una y otra vez pero por alguna razón me mandaba a buzón, lo tenía apagado.

— Soy un imbécil. — golpee el volante irritado.

Entonces las dudas comenzaron a inundarme ¿Quién lo había hecho? ¿Por qué? ¿Por qué justo ahora?

Al estacionar frente a la casa de Arthur, supe que no lo encontraría a él ya que había salido de viaje por una semana, dios, debí sospechar su largo tiempo fuera de Red Desert, él no dejaría sola a Dulce mucho menos si Julie no estaba.

Pero en tal caso ¿Qué pasó con Dulce? ¿Se la había llevado?

Corrí hacia su casa y comencé a tocar pero nadie abrió, y con la desesperación del momento decidí meterme por una ventana, estuve minutos intentando buscar la correcta hasta que recordé que la ventana de la cocina tenía cierto desajuste.

Cuando logre levantar la ventana me metí con rapidez. Al entrar corrí hacia su habitación.

— ¡Dulce! — abrí la puerta de golpe.

Mi mirada cayó sobre la cama en la que se encontraba al parecer una persona enrollada en colchas y sabanas.

Suspire lleno de tranquilidad.

— Pensé que algo te había pasado — comencé a hablar tratando de recuperar el aliento. — Acabo de enterarme del video ¿Cómo estás?

De repente un golpe me mandó al suelo. Pero que...

— ¡Acosador de mierda!— habló una voz burlona, era Darren.

— ¿Mocoso?— solté confundido — ¿Qué haces en la cama de Dulce? ¿Dónde está ella?

Él pareció pensarse la respuesta pero terminó simplemente negando con la cabeza.

— Llegaste tarde.

— ¿Dónde está?

— No lo sé.

— ¿Cómo que no lo sabes?

— Arthur dijo que tendría que descansar y la mando fuera de la ciudad. — informó de lo más tranquilo.

Lo mire claramente molesto.

— ¿Qué hizo qué?

— Lo que escuchaste, además solo puedo comunicarme con ella por llamadas — se encogió de hombros— No sé dónde está y aún si lo supiera, no te lo diría.

— ¿Por qué?

— ¿Quieres que te lance por una ventana? — amenazó.

Levante las manos para luego agarrar mi cabello con frustración.

— Necesito verla...— murmure.

— ¿Ahora te harás el enamorado? — preguntó burlón mientras se sentaba sobre la cama.

— Mocoso — comencé a hablar — Ya va a oscurecer y necesito hablar con Dulce ¿A qué hora puedes llamar?

Darren pareció pensárselo por unos minutos, no sabía si confiar o no.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Where stories live. Discover now