— Tranquila, aun no has sanado. — Damián tuvo que alejarse al escuchar la dificultad en la respiración de Camila, también, observó el suero que lentamente viajaba por la intravenosa, apostó que tendría por lo menos quince segundos más antes que el calmante que había administrado el médico Vázquez hiciera efecto. Camila se dio cuenta que la mitad de su cuerpo parecía querer jalar a su ángel dentro de su cama, sintió el rubor en sus mejillas pero no vergüenza, acarició su rostro, sus mejillas eran ligeramente rasposas, pero suaves.

— Lo siento, no puedo evitarlo. — Dijo, mirándolo a los ojos, el ángel le sonrió y volvió a besarla, lentamente deslizo sus labios sobre los de ella, para luego abrir paso en su interior con su lengua, Camila volvió a sentir que su corazón se aceleraba, y el monitor no dejaba de sonar como loco, volvió a tomarlo del cuello para jalarlo hacia ella, esta vez él dejo que su nula fuerza ganara.

— Shh, tranquila mi amor. — Si el supiera lo hermoso que sonaba que le dijera esas palabras; él alejó su rostro unos centímetros solo para mirarla a los ojos.

— Damián...— Susurro su nombre, quería transmitir todo el mar de emociones que le hacía sentir.

— ¿Si?— Contestó, deslizando sus dedos por su rostro, ¿Por qué eres tan bello? Quiso preguntar, pero en vez de eso pronuncio aquellas palabras que tenía ganas de gritar, las había guardado celosamente para ella por mucho tiempo, pero ahora estaba completamente lista para decirlas, segura que eran verdaderas.

— Te amo.— Pronunció sin titubear, Damián quedo atónito, era la primera vez que ella decía esas palabras, sintiéndose estúpido y ante la sorpresa de Camila se dio una bofetada para despertar del sueño, pero solo sintió el calor del golpe y la vergüenza de su acción.

— ¿Por qué hiciste eso?— Camila acarició la mejilla golpeada. Aquella imagen fue tan bizarra, y francamente no era la respuesta que esperaba.
Damián quiso por todos los medios contenerse, aun seguía lastimada y no podía ejercer presión en su cuerpo, necesitaría al menos otro mes de reposo para al menos intentar tocarla con más fuerzas, usando todo su autocontrol beso los labios de Camila, era la primera vez que decía esas palabras, había soñado con eso tantas veces, imaginado lo que sentiría cuando al fin ella lo miraría con ojos soñadores, para decirle su amor por él, aquel sueño había sido superado por la realidad, tenía tantas ganas de apretarla contra él y besarla hasta que se le desgastara los labios.

Camila sintió el calor en su cuerpo cuando su ángel la beso en respuesta a su declaración, era un beso diferente a los otros, era mágico, realmente sintió que volaba y que el tiempo se detenía para ellos, dejo de sentir el dolor en sus huesos, en la cabeza, el olor de hospital fue remplazado por el olor a hombre de Damián, sintió fuerzas en sus piernas para levantarse, sin embargo él la detuvo cuando quiso incorporarse; Camila abrió la boca para una bocana de aire, fue ahí cuando la lengua de Damian entró por completo para acariciar la suya, ella sintió que estaba al borde del desmayó por tanta felicidad, lo jalo de la bata para que la montara, quería tenerlo completo, entonces él la detuvo.

— Espera... — Murmuró, con la voz ronca y seductora

— No quiero, te anhelo. — susurró, aferrándose a él con más ahínco.

— Yo también mi amor, pero estas lastimada, y acabas de despertar del coma...

— Pero mi amor, si no te tengo siento que mi corazón explotará, te necesito ahora. — Protestó, sin soltarlo, Damián era una débil presa de los deseos de aquella dama, ella volvió a tomar su rostro para besarlo y él no pudo evitar corresponderle. Camila ganó la batalla, haciendo que él recostara una parte de su cuerpo en la cama, sonrió cuando la mano del varón acarició sus piernas, para deslizarse luego en medio de sus muslos, la sensación era eléctrica, nueva, hacia tanto tiempo que añoraba su toque, quería más.

Tuya para siempreWhere stories live. Discover now