—¿Y cómo te imaginas tu futuro? —preguntó emocionada.

—Contigo —respondió sin vacilar—. Contigo y con Ben, por supuesto.

Danielle se quedó pensando en algo que habían hablado con el doctor Hamilton y no quiso dejarlo pasar.

—¿Es verdad que prefieres permanecer conmigo incluso si yo no deseara tener más hijos?

Él asintió.

—Tú eres lo más importante para mí, Dani. Por supuesto que me gustaría tener un hijo, pero como no es algo seguro, trato de que ese sueño no se convierta en algo demasiado pesado si no lo llegase a alcanzar.

Ella se quedó pensativa, con la vista puesta sobre las rosas que tenía cerca. La conversación era muy íntima, pero se sentía cómoda hablando con él.

—No me niego a la posibilidad de tener hijos contigo —le contestó al fin—, pero es demasiado pronto para pensar en ello.

Danielle alargó su mano y estrechó la de él.

—Debes saber que, de planteármelo seriamente, la idea de tener hijos solo sería contigo, Tom.

Él le sonrió.

—Te prometo que seré paciente y que iremos paso a paso, cariño. Yo sé que no es lo habitual hablar de estos temas en las primeras citas, pero ya no tenemos veinte años.

Danielle extrajo de su cartera una cajita de donas que habían comprado antes de llegar a los jardines. Tenían hambre pues no habían comido nada después del desayuno, así que el olor de los dulces les abrió aún más el apetito.

Dani volvió a sentarse en su regazo y llevó a los labios de Tom una dona con glaseado de vainilla; él le dio un mordisco, estaba deliciosa... Dani se la terminó de comer y luego compartieron el resto de los dulces con verdadero deleite.

Thomas terminó con los labios llenos de azúcar, por lo que Danielle se inclinó sobre él y con la lengua e intentó limpiarlo. Aquel gesto resultó ser muy sensual para los dos, y lo que comenzó siendo un juego terminó en un beso largo y apasionado. Thomas introdujo las manos por debajo de la blusa de Danielle y sintió la piel de su abdomen con sus dedos. Ella suspiró, mientras profundizaba en el beso y le atraía hacia su cuerpo.

—Dani... —murmuró él en su oído.

Aquella frase la hizo enrojecer, lo necesitaba... No se había sentido así en mucho tiempo, pero debían controlarse porque estaban en un lugar público y podían ser requeridos.

Danielle se quedó recostada en su pecho por unos minutos. Thomas volvió a acariciarle la cabeza con una mano, mientras que la otra reposaba encima de la pierna de Danielle. Conversaron un poco de su pasado, de cómo eran antes de conocerse y de algunas historias que los hacían sentirse más cerca el uno del otro.

Thomas le sacó varias sonrisas a Dani, y en otras ocasiones la hizo suspirar y esconder la cabeza en su cuello, solo para besarle cuando él le aseguraba que la cuidaría por siempre y que la haría feliz. Ella sentía que su corazón latía aprisa cuando estaba con él, y en momentos como aquel olvidaba del todo sus temores.

El teléfono de Dani sonó y ella comprobó en la pantalla que se trataba de su padre.

—¿Papá? ¿Todo está bien?

Al otro lado de la línea, su padre le preguntaba si recordaba la reunión que tenían prevista para las cuatro de la tarde. Ella miró su reloj y eran las tres. ¡El tiempo se había ido muy deprisa!

—Tuve que salir de la empresa, pero estaré a tiempo para le reunión, no te preocupes. Un beso.

Cuando la llamada terminó, Thomas supo que su escapada romántica había llegado a su fin.

Andar a tu lado ✔️Where stories live. Discover now