Dañando a una rosa.

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No encuentro las palabras exactas para describir como me siento ahora, porque no logro entenderla. Podría jurar que hace unos días atrás cuando le pregunté, ella dijo que no, que no lo quería. Pero ahora parece que sí. Ella no sería tan cruel para mentirme, ¿verdad? Además no creo que tenga motivos para hacerlo, en realidad ¿a quién quiero engañar? Yo soy motivo suficiente. Pensará que para mí ella no es más que una simple conquista, cuando de verdad no lo es. Nunca lo sería. Y estoy intentando descubrir que ha hecho conmigo pero me encuentro ante el hecho de que ella no hizo nada, sólo fue ella misma. Aurora es la que me ha embrujado. 

Ya son casi las tres de la mañana y no puedo dormirme, simplemente no puedo hacerlo. Estoy obsesionado con ella y es algo loco porque hace tan poco que la conozco, pero aunque ella no lo sepa, Aurora no necesita demasiado tiempo para hacer conmigo lo que a ella se le plazca. Soy yo el que necesita tiempo a su lado para descubrir que es lo que ella está causando en mí. 

Sé que estoy celoso, mierda que sí lo estoy. Él es un profesor y sólo pensar que Aurora, mi chica sensible, frágil y preciosa estuviera con un hombre como él me causa náuseas. Pensar que podría estar saliendo y que él pudiera besarla y tocarla es una jodida pesadilla. Y pensando en eso el enojo vuelve a mí y decido estar enojado antes que estar triste. 

Estoy caminando por los pasillos vacíos del North High, llegando tarde a mi primera clase y siento unos pasos detrás de mí. Cuando volteo Tiffany está de pie frente a mí, sonriendo como sólo ella sabe hacer. Trae puesto una pollera de color rosa demasiado corta para esta hora de la mañana y su piel está casi brillando con el bronceado que tiene, entonces cuando ella se acerca a mí y no dice nada, solamente se queda allí mirándome, el enojo y la frustración de la noche anterior parecen aumentar y las palabras salen solas de mi boca.

—¿Quieres divertirte un rato?

Y ella asiente nerviosamente, mientras la llevo casi trotando al pequeño salón del conserje. Después todo parece nublarse y siento que voy empeorando cuando la beso y siento que no es Aurora. 

—Sabía que volverías a mí.

Tiffany está murmurando cosas mientras arregla su ropa. La miro con una sonrisa falsa y ella me guiña un ojo. 

—¿Que harás esta noche?

Le pregunto, tratando de olvidar que hace minutos atrás mientras la besaba con fuerza juré sentir que besaba a Aurora. 

—Creo que iré a la fiesta en la casa de Colton.

Comenta y se acerca a mí, arreglando mi chaqueta de cuero con sus manos. 

—Iremos juntos.

Afirmo, porque no necesito preguntarle, ya sé que dirá que sí. Ella no es como Aurora, con Tiffany es más fácil y más aburrido. Ella está saltando de la emoción frente a mí y abro la puerta del salón del conserje, cuando observo que no hay nadie alrededor salgo de allí, seguido por una sonriente Tiffany. 

—Nos vemos, linda. 

Murmuro cuando nos despedimos y le guiño un ojo a Tiffany, ella sonríe encantada hacia mí y se va caminando. La miro caminar por un rato y luego me doy vuelta, pero cuando lo hago la figura que está mirándome con horror en su rostro, hace que detenga mis pasos. Estoy en estado de pánico cuando ella suelta una lágrima. Me siento enfermo. 

Su rostro se sonroja pero no de vergüenza, si no de coraje y la veo cerrar sus ojos con fuerza como si no quisiera verme nunca más. Estoy esperando a que ella diga algo pero no lo hace, simplemente toma una profunda respiración y continúa caminando. Su mirada fría y sin vida. Cuando está cerca de mí, mis dedos pican por tocarla y mis brazos están rogando rodearla con fuerza y entender que es lo que está pasando. Sin embargo cuando intento acercarme a ella, Aurora parece entrar en pánico, como si ella temiera mi toque. Mis ojos viajan hacia el suelo cuando me doy cuenta que no puedo hacer nada. Estamos tan cerca pero a la vez tan lejos que siento los miles kilómetros que no separan. Mi mirada vuelve a buscar la suya pero Aurora no me mira ni siquiera por un segundo, da un pasos hacia adelante y mi garganta quema cuando intento decir algo. 

—Aurora, no entiendo...

Comienzo a decir pero ella no me da la oportunidad y sale corriendo de allí, escapándose de mí una vez más. El impulso de seguirla me posee y estoy casi corriendo hacia el único lugar que Aurora estaría ahora. Pero cuando entro a la biblioteca y la veo llorando en los brazos de la bibliotecaria todo lo que hice vuelve a mí y me siento enfermo, ella está llorando por mí. Aurora, tímida, inteligente y hermosa está llorando por el jodido imbécil que soy yo. Esto se siente como romper a la más preciosa de la flores, se siente como quebrar a algo tan hermoso que duele, de verdad duele. Quiero golpearme tan fuerte en este momento, he roto a mi flor favorita. 

¡Feliz San Valentín pequeñas!

Un Maravilloso Milagro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora