CAPÍTULO XII: 𝗛𝗬𝗘𝗪𝗢𝗡

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Obs. Narración en primera persona.

¿Realmente Yujin hizo ese comentario? "Si es que no estás besando a Eunbi".

No lo confirmé, pero tampoco llegué a negarlo, aunque supongo que se dió por satisfecha su curiosidad al ver mi expresión de sorpresa, que pronto se convirtió en una de culpabilidad. Esa expresión de ¡rayos, me han descubierto!, pero menos dramática. Pero el caso es que si Yujin no está segura de que nos besamos, lo sospecha. Y si llega a confirmar todo, lo pregonará a gritos de aquí al otro lado de Corea. La fría Kang Hyewon, la gruñona #2 (por detrás de Kim Minju, que está en primer lugar), volviéndose cursi y romántica a un nivel empalagoso, gracias a una adorable gata llamada Eunbi. Ahora que lo pienso, es un giro vertiginoso en mi forma de vivir, como si acabara de tirar por la ventana mi antigua y monótona rutina, y me embarcara a una nueva. Una nueva rutina que incluye besos, ronroneos, caricias y mucho amor. Suena grandioso, porque Eunbi forma parte de ello.

No sé cuánto tiempo conduje con aire ausente, ensimismada en mis cavilaciones, pero de la nada éstos se disiparon, como cuando explota una burbuja. ¡Pop! no más pensamientos. ¿Por qué? es eunbi, que se pasa al asiento del copiloto para estar más cerca de mí, aunque hace que se me dificulte mantener los ojos fijos en el camino —no dejo de voltear a verla, su belleza me parece tan irreal—. hago mi mejor esfuerzo por contenerme, apretando el volante con ambas manos, aunque de vez en cuando desvío la mirada hacia ella, sin poder resistirme a la tentación de hacerlo. ¿Cómo quieren que me concentre? difícil asunto.

—hye, cuando lleguemos, ¿puedes darme besitos y mimos? —eunbi es un par de años mayor que yo, y por tanto es un poco más madura también (y lo es, la mayoría de las veces en las que se comporta como adulta), pero cuando quiere algo, se pone como toda una bebé consentida. pucherea, hace ojitos y su cola se mueve de un lado al otro expectante, todo en un mismo momento, a ver si me convence. —quiero que me acaricies las orejas y me frotes la pancita.

sé que no debería, porque estaría malcriándole y se supone que debo hacer que se comporte bien, pero no puedo decirle que "no" a todo ese conjunto de cosas que hace.

—pero cuando lleguemos a casa, eun. ahora debo concentrarme en conducir —por el rabillo del ojo puedo ver cómo pucherea y se cruza de brazos, frustrada por no obtener sus mimos al instante. de ser por mí lo haría en este preciso momento, pero estoy conduciendo y no quiero que choquemos y nos matemos.—oye, no te pongas así. si eres una buena chica, prometo recompensarte.

al oír las palabras "buena chica, recompensar", a eunbi se le recompone el rostro y cambia su expresión. tiene un brillo en los ojos, el mismo que tiene cuando me mira, y me tranquiliza saber que ya no está gruñona y un poquito enojada conmigo. puedo seguir conduciendo en calma, respetando todas las señales de tránsito, hasta que finalmente llegamos a casa.

yo sí tengo una casa que es realmente mía, a diferencia de mis amigas, que alquilan o comparten con alguien. la pago, con mi sueldo, aunque algunas veces tengo que estar juntando hasta el último centavo para completar la renta ; mientras estoy estacionando en el sitio que le corresponde a mi hogar, eunbi ya está arañando frenéticamente el cristal, como desesperada por salir. está muy ansiosa.

—¿puedes quitarle el seguro, hye? —le da un golpecito a la puerta y luego juguetea torpemente, sin entender mucho, con el seguro para niños del Kia. con cuidado me inclino hacia ella, y una ráfaga de su fragancia sopla contra mi cara, haciendo que me embriague con su aroma.

¿a qué venía...? claro, abrir la puerta. mantén la compostura, Kang.

el caso es que le quito el seguro y eunbi, que sabe abrir puertas a diferencia de los híbridos en general, prácticamente se lanza del auto y cae en el césped delantero. la observo brevemente mientras me quito el cinturón de seguridad y quito las llaves, sin poder disimular esa sonrisa conmovida y orgullosa que se asoma por mis labios.

—ven, vamos adentro. —tras cerrar la puerta del auto y ponerle llave, comienzo a caminar en dirección a la casa. eunbi sigue en el pasto, ahora fascinada por ver una enorme mariposa que revolotea por ahí. intenta perseguirla, corriendo y rodando, pero claramente la mariposa es más rápida que un gato ; está en su propio mundo felino, admirando todo lo que hay a su alrededor. como no me hace ni el más mínimo caso, se me ocurre la opción de emergencia.— ¿quién querrá que le bese y le frote la pancita? ¿quién será?

para en seco, alzando las orejas, cuando escucha la palabra clave: "pancita". se voltea despacio, como queriendo darle dramatismo al ambiente, y de nuevo echa a correr en mi dirección, terminando por saltarme encima mientras me abraza del cuello. no sólo es mayor, si no que unos centímetros más alta, por lo que la escena se ve un poco (muy) graciosa: ella es más grande pero se me abalanza sorpresivanente, por lo que no me queda de otra que atraparla, aunque yo sea más pequeña y tambalee mientras trato de volver a tener el equilibrio. esconde el rostro en mi cuello y se pone a frotar su nariz contra mi piel, olfateándome, mientras me hace caminar de espaldas con la intención de que podamos entrar a la casa.

—eun, necesito sacar mis llaves...—sigue olisqueando y frotando su nariz, entre ronroneos muy adorables, demasiado perdida en su propio mundo. consigo apartarla un poco, manteniendo distancia con la ayuda de mi brazo, el tiempo suficiente para encontrar las llaves de casa. al sacarlas de manera brusca hago que tintineen, y el sonido del metal entrechocar le llama la atención a eunbi, cuya cabeza sale de su escondite y sus orejas nuevamente se alzan en señal de interés.

—¡las llaves! ¡rápido, abre la puerta, quiero mis mimos! —como está aferrada a mi cuello, me atrae hacia ella y me agita con emoción. me siento como una muñeca de trapo, mi cabeza va hacia adelante y hacia atrás al compás de los movimientos inquietos de eunbi, por lo que me cuesta enfocar la vista en la ranura de la puerta. tras cinco intentos, luego de haber pasado un susto pensando que la llave se había roto, por tanto golpearla contra toda la puerta menos la ranura, logro finalmente abrirla; la empujo con la mano y se abre de golpe, de la misma manera que mi híbrida detiene sus movimientos enloquecidos en contra mía. la cabeza me da vueltas, aturdida, y tengo la misma sensación que cuando me emborraché en mi primera fiesta de la universidad, cuando me bebí hasta el agua del florero. tardo un poco en recomponerme, frotándome la cara con la mano para reaccionar, y durante ese tiempo, eunbi ya entró, se quitó los zapatos y se puso boca arriba en el sofá, esperando que frote su pancita. debo decirlo, es muy eficiente incluso cuando se trata de pedir y recibir sus mimos.

—¡hye, pancita! —chilla desde la sala, y casi puedo imaginar cómo está acomodada: echada boca arriba, con las orejas atentas a cualquier sonido, la cola moviéndose lenta de un lado al otro con expectación, alzando la cabeza para cuando me vea entrar desde el pasillo hasta la sala. la imagen resulta ridículamente graciosa, porque al contrario que la mayoría de los híbridos, que son de muy baja estatura y siempre están por debajo del tamaño de sus dueños, eunbi mide más que yo, por lo que cuando se recuesta luce como una gata gigante y mimosa. —¡pan-ci-ta! ¡pan-ci-ta! —vuelve a chillar en porra, y antes de iniciar otro "pancita", es cuando decido aparecerme en la sala. le brillan los ojos y su cola, que antes se movía despacio, comienza a aumentar su velocidad en un movimiento ansioso. eunbi no sabe dónde meterse, se agita con emoción de un lado al otro y conforme más me acerco, más inquieta se pone.

—¿me haces espacio? —con el mentón le señalo el sofá, y eunbi levanta las piernas para que pueda sentarme. luego vuelve a bajarlas, para que quedan apoyadas en mis muslos. su atenta mirada de cazadora me estudia, siguiéndome con los ojos para no perderse ni el más mínimo movimiento, y sonríe cuando ve cómo mi mano se acerca a su abdomen.

—pancita —insiste, observando mi mano. finalmente la acerco hasta su abdomen, comenzando a frotarlo cariñosamente, mientras mi híbrida se deshace en adorables ronroneos. el común de los gatos no te enseña su pancita de inmediato, y hay muchos que prefieren arañarte o arrancarte un ojo antes de que lo intentes, pero para eunbi es su cosa favorita. se puede saber por la forma en que ronronea, cómo se acurruca más contra mí, el movimiento relajado y libre de tensión en su cola. veo y siento en sus acciones lo mucho que me quiere, y trato de hacer lo mismo con ella, que sepa cuánto la quiero y cuánto me importa.

es verdad que no soy muy expresiva, y mi expresión facial constantemente dice "te odio", pero a eunbi no puedo mirarla de esa manera. sonrío como una boba cuando estoy con ella, me saca el lado cursi que no sabía que tenía. y me esfuerzo al máximo con mi pequeña (gran) híbrida, quiero protegerla, amarla y que se sienta cómoda conmigo, que sepa que puede confiar en mí y que nunca la abandonaré.

—te quiero, hyewon —menciona entre ronroneos, pues no he dejado de acariciar y frotar su pancita. tiene los ojos cerrados, aunque los abre en el momento justo en el que la estoy mirando, y de un momento al otro estamos las dos observándonos cara a cara, como la primera vez que nos conocimos. (cuando la miré como idiota)
me resulta indescriptible describir todo lo que me hace sentir con sólo una mirada, pero me gusta.

y de ser por mí, quisiera sentir lo que siento por eunbi para siempre.



🍼 夢  cómo cuidar a una híbrida, sin morir en el intento ⋆ iz*one fanfic ! !Where stories live. Discover now