CAPÍTULO IX: 𝗖𝗛𝗔𝗘𝗬𝗘𝗢𝗡

709 86 29
                                    

Obs. Narración en primera persona.

Después de firmar los papeles de adopción y despedirme de mis amigas —prometiendo que les enviaré un mensaje si estoy en medio de una crisis—, con Sakura tomada firmemente de mi mano, me dispongo a marcharme. No vivo muy lejos (ahora sería más correcto decir "no vivimos"), por lo que regresamos a casa caminando.

Es un trayecto relativamente corto, quizás de unos diez minutos, pero esta vez se siente como si el tiempo no pasara nunca. Como si fuera eterno, y aunque usualmente no me gustan las cosas muy lentas, porque vivo con prisa, esto se siente bien.

Soy el tipo de persona que tiene todo perfectamente planeado, con calendarios semanales, horarios programados, organizo hasta el aspecto más pequeño de mi vida. En pocas palabras: soy muy cuadriculada.

Entonces, ¿por qué adopté a una gata híbrida que mandará al demonio todos mis esquemas (de una manera muy adorable, por cierto) y que definitivamente pondrá mi mundo al revés? Respuesta: porque estoy dispuesta a intentar todo con Sakura. Quiero ser una mejor versión de mí, por ella y por mí misma. Además, estoy completa y profundamente flechada por ella.

Creo que cualquiera caería ante los encantos de Sakura, si es perfecta. Y desde que la conozco, pienso constantemente en que es hermosa. No puedo pensar en nada más que en eso, pues mi mente se encarga de recordármelo cada cinco minutos. Me gusta la forma de su mentón, su sonrisa, sus mejillas, sus adorables y afelpadas orejitas, básicamente me gusta todo. Aunque tengo predilección por sus labios ; son de un rosado tenue, aunque cuando usa brillo labial éstos se resaltan aún más.

No he besado muchas chicas en mi vida (salí del armario apenas el año anterior, porque sentía que iba a explotar si seguía guardando el secreto), pero cuando veo a Kkura, me imagino que la beso y que sus labios saben a caramelo. Probablemente no estoy equivocada, porque cuando se acercó a besarme la mejilla, percibí un aroma dulce, como algodón de azúcar.

Mientras  caminamos y yo pienso en todo esto, mi gatita voltea a verme. Como estoy muy perdida en mis propias imaginaciones, inicialmente sólo atino a mirarla, algo aturdida. Está hablando, aunque no la escucho con claridad, y entonces se detiene. Tiene los labios entreabiertos, respirando grácilmente. Oh my gatitos, si hasta para respirar se ve divina.

—¡Chae! —Sakura termina por chillar mi nombre, porque ya sabe que de esa forma reacciono. Funciona, mis pensamientos se disipan como vapor. Mi atención está en ella, sólo en ella. —¿Estamos cerca? Porque quiero llegar a nuestro nidito de amor —y antes que pueda siquiera decir algo, pone su índice en mis labios con tal de hacerme callar.— y me da igual que vivas en un departamento de dos por dos, para mí cualquier lugar será un hogar si estás tú ahí.

—¿Aunque solo tenga una habitación y una cama, y por tanto te veas obligada a compartir conmigo?

La idea es compartir contigo. 

Cuando estoy con Sakura, siempre me pasa que me quedo sin palabras. Literalmente no sé
qué decir, y menos en una situación que amerita que diga algo súper romántico como "te
quiero, nena". Y por si fuera poco, cuando estoy muy contenta (como ahora), tampoco sé
que decir. Así que opto por lo que sí me resulta fácil, que es demostrar afecto físico. 

Abrazo a Kkura por la cintura, atrayéndola hacia mí, y como es más baja que yo, puedo
apoyar mi mentón en su cabeza. Ya ahí, dejo un beso en su cabeza e inhalo la fragancia de
su cabello, que huele a shampoo, pero no logro identificar cual en específico. Sakura se
deja hacer y me envuelve entre sus brazos, acurrucándose. 

Como dije antes, salí del armario relativamente hace poco, por lo que cada contacto con
una chica es una novedad, e incluso me evoca el aroma de cuando se abre un libro nuevo.
Pero no es sólo esa sensación con Sakura, si no mucho más. Es como si una corriente
eléctrica se extendiera por mi cuerpo. Como si antes me sentiera fría, pero que Sakura
fuera tan cálida, que logra entibiarme. 

—¿Sabes? —Empiezo a decir mientras le paso una mano por el cabello. Es tan suave y se
desliza entre mis dedos, como una seda. Ella parece disfrutar de mis caricias, porque
ronronea, y hasta donde sé sobre gatos, eso es signo de agrado.—me gusta la idea de
compartir contigo. En sí, me gusta estar contigo. 

—A mi también me gusta estar contigo, Chae. 

Vuelvo a besar su cabeza antes de romper el abrazo, para seguir caminando. Nunca el
regreso a casa se me había hecho tan largo, pero finalmente aparece ante nuestros ojos el
edificio donde vivo. Donde vivimos. 

No hablamos mientras entramos a la recepción, pero advierto varias veces que Sakura me
mira y sonríe, y a su vez, ella me pilla haciendo lo mismo. Nuestro flirteo consiste en
mirarnos silenciosamente, lo que puede sonar muy simple, pero a mí me gusta. Porque la
magia está en los ojos de Sakura, y siento que cuando la miro, está ante mí el universo. 

—¿Te molesta que subamos las escaleras? el ascensor está en reparación. 

—Para nada —responde Kkura con una sonrisa de entusiasmo y me da una palmadita
amistosa, como invitándome a jugar. Quién sabe qué está tramando. —Hagamos una carrera. 

—¿Una carrera?

—La primera en llegar, le da mimitos a la otra —Propone, volviendo a darme una palmadita, y comienzo a caer en cuenta que quiere que pierda yo. Es lógico. Ya sé qué tiene eso en mente, pero su sonrisa no vislumbra nada de eso, así que le sigo el juego.— A la una, a las dos, ¡y a las tres! 

Y en ese mismo instante, Sakura sale corriendo. Yo la sigo con algunos segundos de retraso, para darle ventaja, y mientras corremos, la risa de mi gatita inunda el espacio. Me gusta este momento. Hace que nos sintamos jóvenes, como un par de niñas jugando, y se siente bien. Kkura me hace sentir bien. 

Cuando llego arriba, ella está esperándome. Tiene las orejas erguidas, los ojos bien abiertos y la cola moviéndose de un lado al otro, lo que además de ser tierno, significa que está estudiándome. Me observa, como preparándose para atacar.

—¡CHAE! —Se abalanza sobre mí, causando que me tambalee un poco, hasta poder ponerme correctamente de pie. Sus brazos rodean mi cuello, su rostro está tan cerca del mío, y es fabuloso. En mi estómago revolotea un mariposeo, que ya se ha vuelto algo familiar cuando estoy con Sakura. —Mis mimos. 

—Cuando entremos a casa, princesa —Hago una maniobra extraña poder entrar a casa, porque Kkura sigue firmemente abrazada a mi cuello, y no está dispuesta a soltarme. Pero finalmente logramos entrar, y la mirada curiosa de mi gata recorre el hogar que compartiremos. Nuestro nidito de amor, como le gusta llamarlo. Está impresionada por el lugar, aunque a mí me parezca de lo más mundano, pero me gusta ver ese entusiasmo en su carita.— Bienvenida a casa. 

Sakura me besa fuertemente en la mejilla y luego frota su nariz contra la misma zona, ronroneando bajo, pero dulcemente. Adoro cuando hace eso. 

—Este es mi hogar, porque estás aquí. Estamos aquí, juntas. 

Y cuando dice eso, la quiero más que a nada en el mundo.

🍼 夢  cómo cuidar a una híbrida, sin morir en el intento ⋆ iz*one fanfic ! !Where stories live. Discover now