Dos chicas de mi fila asintieron temerosamente.

—Últimamente, numerosos sucesos extraños en la hoguera, —miró a un chico rubio de mi fila—: y en las cabañas, han estado sucediendo. Creo que vosotros sois los más indicados para hablarme de esto.

La tensión de la sala se aumentaba por momentos. Los jóvenes nos mirábamos unos a otros, desconcertados.

—¿A dónde quiere llegar? —interrumpió entonces una muchacha de mi fila con intriga desconcertada. Fruncía el ceño con unos enormes ojos azules oscuro mientras se remangaba las mangas de su sudadera negra. El chico rubio al que antes se había dirigido Quirón, a su lado, soltó una risita tonta.

Antes de que nadie contestara, aquel individuo moreno y de rizos de la zona contraria que no había parado de tener tics nerviosos en toda la reunión, alzó la palabra:

—Que sois los seis a los que se se refiere esta nueva profecía, os doy la enhorabuena.
—¡Leo!
—... o el pésame —murmuró Percy a unos sitios de distancia. Una chica rubia a su lado le propinó un codazo.
—A veces me olvido de que todos aquí tenéis demasiado déficit de atención para mi gusto. —añadió Quirón al ver su intento fallido de darle intriga a la reunión.
—¿Cómo? —dijo Hailey. —Quiere decir... que la profecía se refiere ¿A nosotros?
—Es literalmente lo que acaba de decir. —replicó el chico rubio de la risa tonta.

Esta le miró con el rostro serio por unos segundos, lo apartó, y no le volvió a dirigir la palabra ni la mirada en toda la reunión.

—El primer verso de la profecía dicta "seis mestizos tardíos, los más poderosos de su estirpe". Todo lleva a que habla de vosotros seis. —dijo Rachel, presidiendo la mesa.

Nos explicó a lo que se refería con "tardíos", y como habían llegado a la conclusión de que, de alguna manera u otra, éramos especiales. Poderosos.
Desde luego, cuando Carson y sus amigos solían perseguirme hasta tirarme en el vertedero de detrás del cole todos los martes, no me sentía nada poderoso.
El chico a mi lado no había hablado en toda la reunión, pero casi le podía oír tragar saliva. Desde la mención de la profecía, había comenzado a frotarse los brazos compulsivamente y a jugar con el dobladillo de su camisa. Si ya de por si era pálido, ahora parecía un fantasma.

Otra voz se alzó entre las demás. Una chica aparentemente albina, pelo por los hombros y chaqueta vaquera. Evelyn Grayson, hija de Quíone. La última sensación del campamento desde aquella máquina expendedora del comedor. Me pareció extraño no haberme percatado de ella hasta ahora, porque normalmente, siempre que pasaba por el campamento iba acompañada de rumores y miradas a su paso. Me fijé en que en realidad era una chica reservada y no muy habladora. Sus ojos casi pálidos analizaban todo, como si fueran ellos los que quisieran hablar.

—Está bien, nosotros seis somos los elegidos para esta... profecía —sus palabras sonaban perezosas, como si no terminara de creérselo. — Pero, ¿Qué implica eso? ¿Tenemos que hacer algo?
—A eso iba ahora. —dijo Quirón —si a vuestra impaciencia genética le parece dejarme continuar.

Una pantalla opaca se desplegó detrás suyo, donde se proyectaba un mapa del mundo. Unas manchas negras que se movían lentamente y en pequeñas cantidades lo salpicaban cual manchas de tinta.

—Este mapamundi indica la energía oscura presente en el planeta tierra. —explicó — la energía oscura... digamos que es básicamente de lo que están hechos los monstruos. Donde hay energía oscura, hay monstruos, o cualquier otra criatura parcialmente sobrenatural.

Me fijé en que la mancha era más grande en Estados Unidos, la zona mediterránea y en Alaska.

—Estados Unidos, al ser el centro de la cultura occidental, es normal que tenga uno de los índices de energía oscura más altos. Y en el mediterráneo se encuentra el mare nostrum por excelencia, por lo que toda clase de monstruos y criaturas tan antiguas y temibles como la mitología misma habitan allí.
—¿Y en Alaska? —habló Hailey. Tenía razón, la mancha de aquel país se trataba casi de una de las más grandes.

𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙩𝙝𝙚 𝙜𝙤𝙙𝙨 𝙛𝙖𝙡𝙡 𝙖𝙨𝙡𝙚𝙚𝙥, 𝙬𝙝𝙚𝙧𝙚 𝙙𝙤 𝙬𝙚 𝙜𝙤?Where stories live. Discover now