Welcome to the Buenos Aires, Argentina Institute | Clary Fray

8 0 0
                                    

—Estaremos allá lo más pronto posible para reunirnos con ustedes.— Al otro lado del teléfono recibí un «Gracias, les esperamos.» en un muy marcado acento argentino de Mathias Gonzales, el actual director del Instituto de Buenos Aires, Argentina. Coloqué el teléfono en su lugar y fui a reunir mis cosas, como también avisé a los demás que estuvieran alistados para irnos. Una vez lo estuvieron, tomé mi estela e hice un portal, imaginándome perfectamente lo que me había dicho Gonzales de Argentina, edificios enormes y cosas parecidas, no tan alejado de dónde se encontraba el instituto de Nueva York, al parecer los escogían estratégicamente.
—Yo iré primero, los veré allá.— Y como siempre, el viaje en el portal fue nauseabundo y poco agradable, pero tal cual me imaginé, estábamos frente al Instituto. Rápidamente fuimos recibidos por un hombre, que diría yo, estaba entre sus treinta o cuarenta, alto y fornido, como todos los cazadores de sombras y de igual forma cubierto en runas, unos lentes bailando sobre su nariz, mientras en su cabello se tintaban algunas canas.
—Vos sos Clarissa, ¿No? ¿Con quién hablé al teléfono?— Di un leve asentimiento de cabeza en respuesta.
—Gracias por venir tan pronto... no pensé que fuera tan rápido. Pasen, tenemos cosas de qué hablar. Adelante...— Con un gesto de su mano nos permitió pasar y nos adentramos en su despacho con él a la cabeza.


—Entonces, ¿Qué es lo que está sucediendo?— La voz de Jace hizo eco, sintiéndose fuera de lugar entre el acento latino y extraño del director. 
—Han estado sucediendo cosas extrañas, entre ello, desapariciones de los niños de los hijos de Lylic, de la nada éstos han comenzado a desaparecer y nos preocupa la situación. Al parecer la desesperación se está haciendo presente entre ellos.— Respondió con cortesía pero igualmente con firmeza el director, dejándonos a todos estupefactos con aquellas noticias.
—Aquí no contamos con los suficientes cazadores de sombras adiestrados para servir en un enfrentamiento contra quién quiera que sea que esté atacando a la hadas o contra las hadas mismas.— Prosiguió, se notaba el pesar entre sus palabras.
—Les necesitamos para ésta lucha.— Concluyó mientras acomodaba los lentes sobre su nariz, los cuales se habían resbalado lentamente.
—¿Tienen información de dónde nos podemos reunir con las hadas para saber qué ellas tiene que decir?— Pregunté dando un paso enfrente para ser notada entremedio de Jace, Isabelle, Alec, Simon, Emma y Julian.
—Les dejaré la dirección, espero sepan lidiar bien con las hadas... saben lo tramposas que suelen ser.— Advirtió mientras escribía la dirección en un papel y se la hacía llegar a Jace. —Sabemos perfectamente cómo son, gracias por la información, si nos permite, iremos a su encuentro ahora. También agradecería si activan a sus cazadores, les necesitaremos si las cosas se ponen un tanto peor y nos superan en número, no sabemos contra qué nos enfrentamos en realidad. Envíelos a la dirección que nos proveyó.— Alec respondió antes que ninguno de nosotros lo hiciera, lo cual fue extraño, él tomando la voz cantante, pero nadie dijo nada, ni tan siquiera Gonzales, solo se veía complacido y de acuerdo con ésto, accediendo a la petición. Y así, salimos del despacho hacia la calle principal. 


Ésta estaba despejada, aunque realmente con nuestros glamours sobre nosotros éramos invisibles. El viento frío chocó contra mi cara y agradecí que la ropa de cazadora era tan abrigadora. Olía a pavimento mojado, había llovido recientemente y eso agravaba el frío. —¿Quién podría sacar provecho de niños hada? Es realmente tonto... son niños.— La voz de Simon se hizo atrás de mí, clara y fuerte, sobresaltándome un poco, aún no me acostumbraba a la idea de tenerlo allí, mano a mano. —Alguien que verdaderamente odia a las hadas y quiere vengarse por algo. Es lo más lógico, quitándole a sus niños pueden crear desesperación.— Agregué mientras seguía caminando al compás de Alec que iba a la delantera con Jace a su derecha, ambos hablaban en voz baja, pero de lo poco que logré a captar estaban sacando sus propias conclusiones de éstas desapariciones.
El olor a putrefacción y la sensación de vacío me indicó que habíamos llegado a la dirección, allí se encontraba un hada, el cuál parecía había tenido un pésimo día. Tenía cortaduras en su rostro y varias partes de su cuerpo sangrando, además de uno que otro moretón. Justo al lado de él, un pequeño niño hada, sano y salvo se hacía presente, con temor en sus extraños ojos marcado. —Esta ha sido la peor decisión que han tomado en su vida, deberían saberlo.— La voz irónica del hada resonó en el lugar, al parecer se sentía complacido de los golpes que había recibido. —Es una pésima idea que hayan venido aquí.— Éstas fueron las últimas palabras de él, pues una horda de demonios rapiñadores se hicieron atrás de él y acabaron con su vida en un corto periodo de tiempo. En menos de lo que creí tenía mi daga en mano y atrás de nosotros, por suerte, se habían aparecido varios cazadores de sombras que no conocía, pero asumí eran los que Mathias había enviado. 

Actividad #0.5Where stories live. Discover now