IV

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Otro día de clases, llevo el mono que uso habitualmente para pintar, la tela es blanca y tiene múltiples manchas de todos los colores. Frente a mí, un lienzo en el atril, donde impactan entre sí formas abstractas. Mucho rojo, plateado, azul. Me sorprende, no son colores que suelo elegir. La profesora pasea entre los estudiantes, escucho sus pasos antes de verla. El taco suena fuerte, sobrevuela los murmullos. Pero hay algo extraño, algo fuera de lugar. Se detiene en mi espalda, escucho su voz y no suena para nada a McGonagall, suena de hecho a Bellatrix Black. ¿Cómo puede ser? Me habla pero no entiendo qué dice, su voz suena como un murmullo lejano, su fuerte perfume invade todos mis sentidos, me marea. Doy un paso atrás, confundida. ¿Qué hace Bellatrix en mi clase? ¿Es profesora y no lo sabía? ¿Está de suplente? Impacto contra su cuerpo y un escalofrío me recorre por la columna vertebral como un rayo. Su brazo envuelve mi cintura y su otra mano agarra la mía y nos guía juntas a la paleta. ¿Qué está pasando? Intento voltear mi cabeza, ver qué expresión tienen mis compañeros pero algo me lo impide. Empapa las cerdas del pincel con rojo y lleva nuestras manos al lienzo. Acariciamos la tela con una suavidad cautivadora. Empiezo a relajarme sostenida por ella y su miembro que se roza entre mis glúteos. Sé que no debería frotarme en medio de la clase pero no puedo evitarlo. Por algo me dice gatita ¿no? El cuadro toma vida frente a mis ojos, se vuelve salvaje, peligroso, desafiante. La pelvis de Bella se mueve contra mí como si me estuviera penetrando, despacio, de abajo para arriba. Como si quisiera entrar hasta lo más profundo. Cierro los ojos, ya no me importa la clase, el cuadro o el decoro. Sólo deseo sentirla.

La imagen empieza a difuminarse, descubro a lo lejos mi mano viajando por mi torso y apretando mi clítoris, me muevo contra esa fricción queriendo más. Sueño y realidad conviven por un instante, yo intento con todas mis fuerzas arañar la escena que se aleja de mis dedos. No quiero soltarla, no cuando no la tuve adentro mío. El murmullo de Bellatrix sale del sueño y se convierte en realidad.

—Qué despertar delicioso tenés, gatita —está susurrando con voz ronca en mi oído.

Me refriego en toda mi extensión contra ella. Su miembro también es real y está tan duro como en el sueño. Sus dedos se clavan en mi cintura desnuda, yo aprieto más fuerte mi clítoris, me siento tan mojada. Bella gruñe detrás de mí, estamos las dos de costado y siento cómo manipula mi pierna para que la pase por encima de la suya. Mi sexo queda tan expuesto que la idea me calienta aún más. Sus dedos se deslizan por mi ombligo y baja, aprieta mi mano sobre mi sexo. Gimo. Baja un poco más, corre la tanga a un costado y siento la cabeza de su miembro, grande y palpitante contra mi humedad.
No reconozco el gemido que rompe a través de mi garganta, suena a un animal en celo. Muevo mi pelvis hacia abajo, la quiero adentro, la quiero tan adentro. Con su mano guía la cabeza hasta que choca contra con mi clítoris, siento todo su tronco caliente en contacto con mi vulva abierta. ¿Qué clase de tortura es esta? Estoy tan mojada que puede deslizar su pene sin problemas y lo hace hasta la locura pero nunca me penetra. Una lengua suave captura uno de mis pezones y me hace abrir los ojos. La luz del sol pierde la batalla contra unas cortinas black out, aún así no estamos completamente a oscuras. Un agradable tono cálido e íntimo baña la estancia. Alcanzo a ver un hornito del que sale un aroma a jazmín y madera que se confunde con nuestros particulares olores. Andrómeda clava insistentemente sus ojos en los míos mientras succiona mi pezón. Lo araña, arrastrando sus dientes por él hasta casi soltarlo. Lo sostiene de la puntita y lo muerde, sin perderse mi reacción. Pupilas dilatadas, gemidos ahogados, apenas logro mantener los ojos entreabiertos. La mano de Bellatrix me toma del cabello, separando los rizos para besarme la nuca, los hombros, el cuello. Intercala labios suaves, dientes fuertes, lengua apaciguadora.

—Bel...Bellaahh Bellatriix —consigo articular—, te necesito —acompaño la súplica meneando mi cadera cada vez más contra su miembro.

Andrómeda amasa mi pecho mientras atiende el otro con su boca. Soy particularmente sensible allí y ella manipula mis tetas de una forma adictiva.

DélicieuxOnde as histórias ganham vida. Descobre agora