Capítulo 13: expectativas.

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Desde que su hermano se había marchado, Mary había permanecido tumbada en su cama, con los ojos cerrados, perdida en sus anhelos más profundos.

Fue entonces, cuando uno de aquellos anhelos golpeó la puerta del cuarto varias veces, con ansiedad. Ella resopló, perezosa, y se incorporó.

                   –¿Quién es? –preguntó antes de abrir.

                   –Yo –respondió una voz masculina.

Una voz inconfundible para Mary Watson. Giró el picaporte y entonces sintió su presencia muy cerca de ella.

                   –Pasa –saludó ella.

Jackson entró en aquel cuarto por primera vez y no pudo evitar diseccionar con todo detalle cada una de las pertenencias de su compañera de clase.

Mary cerró la puerta y mantuvo silencio. Avanzó hacia la cama y se sentó. Y de pronto, ella que se creía una persona serena, fuerte y sobre todo, fría, notó que temblaba.

Roy Jackson nunca la había visitado antes.

                   –¿He venido en mal momento? No quiero estorbar… –empezó a decir él.

Mary sintió, escandalizada, que sus manos de mujer de hielo comenzaban a sudar.

                   –No, no estaba haciendo nada en particular. ¿Quieres beber… Agua? Si hubiera sabido que venías podría haber comprado algo para merendar –se disculpó ella.

Roy dejó escapar una media sonrisa, aunque Mary no pudo verlo.

La observó con una ternura infinita. La noche anterior había visto un documental del National Geographic extraordinario acerca de las últimas investigaciones acerca de los púlsares y los agujeros negros y, como sabía que a Mary le fascinaba la astronomía, había decidido grabarlo en un pendrive y dejárselo a su amiga. Porque, a pesar de que no pudiese verlo, podría escuchar todo lo que se decía en la grabación.

                   –¿Roy? –preguntó ella al sentir la respiración silenciosa de su compañero.

                   –Te he traído un pendrive con un documental, creo que te parecerá interesante… Es de astronomía, del National Geographic.

Mary asintió, aún sentía aquel extraño hormigueo nervioso recorriendo sus extremidades y temía que se le notara.

                   –El portátil está encendido encima de la mesa –respondió Mary–. Si quieres, podemos ponerlo y tú lo ves mientras yo lo escucho… –se atrevió a proponer ella.

Él introdujo el aparatito en el puerto USB y después dejó escapar una segunda sonrisa. Sabía perfectamente que Marcus Frankl, el tutor que tenían este año, también sentía una especie de fascinación por la personalidad de Mary. Lo veía en cómo la miraba durante las clases.

Y no le gustaba nada en absoluto la manera que tenía ella de sonreír ante los chistes fáciles de su profesor. Por esa razón, por primera vez desde que la conocía, se había atrevido a llamar a la puerta de su habitación en la residencia de Ignature. Lo había estado planeando unas semanas atrás, varias veces se había encontrado justo al pie de la escalera que subía hasta su habitación, pero no se había atrevido a ir más allá.

Pero entonces, el día antes de las vacaciones de Navidad, Marcus Frankl se había acercado a su compañera y Roy había podido escuchar cómo su tutor invitaba a Mary a ir a una biblioteca de las más grandes del país, en la cual se podía encontrar la mayor colección de libros en Braille de todo el Estado. Mary, por supuesto, aceptó.

Becca Breaker (II): Junto a ti © Cristina González 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora