XVII. El comienzo del fin.

904 163 155
                                    

La persecución comenzó tan de la nada que, cuando quiso darse cuenta, Katsuki y la rubia lo habían sobrepasado por varios metros y él tan solo se había quedado estático, pestañeando

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La persecución comenzó tan de la nada que, cuando quiso darse cuenta, Katsuki y la rubia lo habían sobrepasado por varios metros y él tan solo se había quedado estático, pestañeando. Y de la nada, corre. Corren con ningún rumbo por el pueblo, esquivando y embistiendo todo a su paso.

Avanzan entre la entrometida gente. A pesar de no ser cierto, Eijirou se siente volar en lo que persigue a su compañero, flotando a las espaldas de éste como si sus alas lo mantuvieran suspendido, como si sus pies no tocaran la tierra y no estuviera cansado por el trote. Sienten los ojos de desconocidos encima suyo, observando aquella insensata persecución, pero a ningún participante le interesa esa gente. Los tres están muy ocupados volando y preocupados por cazar y no ser cazado.

—¡Vuelve aquí, estúpida de mierda! —en algún momento, gritó Katsuki—. ¡No, ugh, no te haré NADA!

No estaba tan lejos de atraparla, en realidad. Parecía que con un poco más de esfuerzo la agarraría, la tironearía por la ropa, pero todo el tiempo que pasó trabajando en una cocina le estaba cayendo encima. Se está cansando más rápido y está siendo más torpe que los otros dos.

—¡No, NUNCA! Yo le dije a Kai que los fantasmas existen... AGH —ha respondido la mujer. Lo cierto es que era difícil de entender la palabrería que soltaba por andar agitada.

—Katsuki, ¡espera! ... ¿Fantasmas? —y éste fue el perdido ex dragón, atrás de ellos dos.

Todo es un caos, la situación y su propia mente son un caos. Eijirou reconoce que ella es, como había apodado Katsuki tiempo atrás, la maldita perra que le había hecho esto. Cualquier cosa que aconteciera a continuación podría ser milagrosamente buena o terriblemente mala.

No saben en qué momento las casas del pueblo dejaron de hacerse presentes y el bosque los invadió, tampoco entendía cómo esa mujer era tan veloz y mucho menos, comprende de dónde sale aquella melodía que se alza entre ellos de la nada.

—¡Mierda, está llamando a su dragón! —advierte Katsuki, sin equivocarse.

Kirishima logra alcanzar al rubio (y le sorprende no haberlo conseguido antes), mas la cazadora parece desvanecerse entre los árboles, sin dejar huellas. Se detienen un segundo, entonces, para recuperar el aliento y maldecir.

—Puta madre, puta puta madre —empieza a soltar el rubio, contraído en sí mismo—. La perdimos, mierda, ¡estando tan cerca la perdimos!

Katsuki estuvo a nada de gritar de rabia, de declinar y regresar por dónde vinieron. No tenía muchas oportunidades con su forma de ser actual, se odió a sí mismo por ello, se dio asco por débil e hirió su orgullo.

Pero la pesada mano del moreno posándose en su hombro llama su atención.

—Yo no... yo creo que no la perdimos.

—¿Qué? No digas idioteces.

—Escucha. Percibo un olor familiar por la zona, pero no sé qué sea en-...

De humanos y dragones | Kiribaku - BakushimaWhere stories live. Discover now